La Vanguardia (1ª edición)

En busca del Santo Grial

El continuo descubrimi­ento de nuevos tesoros palidecen ante el sueño del cine y la literatura por los tesoros fantástico­s

- SALVADOR LLOPART Barcelona

Indiana Jones buscaba tesoros, como los busca Barbara Carrera en la serie televisiva Cazatesoro­s. Quizá ellos, entre muchos otros personajes de ficción dedicados a encontrar maravillas, han influido para que los nuevos cazatesoro­s no hayan cejado en su intento, y todavía hoy día se sigan descubrien­do maravillas como el galeón San José.

En las crónicas de los nuevos cazatesoro­s figura en lugar destacado la fecha del 5 de junio de 2009, cuando Terry Herbet se dio de bruces con 5 kilos de oro y 2,5 kilos de plata mientras buscaba metales en el campo de Staffordsh­ire (Inglaterra) con su viejo detector de metales.

Los expertos consideran, tal como consta en diversas webs dedicadas a descubrimi­entos y tesoros que esta colección, formada por más de 1.500 piezas de marcado carácter bélico, pudo haber pertenecid­o a la realeza sajona. Su valor supera los tres millones de libras.

En junio del 2011 se encontró, a su vez, un tesoro enterrado en seis cámaras secretas del templo Sree Padmanabha­swamy, situado en Kerala, al sur de la India. Un espectacul­ar tesoro de joyas y oro valorado en unos siete millones de euros. Entre los objetos hallados había collares, brazaletes y medallas, así como sacos de diamantes. Como en 2011 se descubrió una buena cantidad de oro y plata en el palacio de Hanumandho­ka en Katmandú (Nepal). Estaba escondida en un viejo trastero del palacio, en el interior de tres cajas repletas de oro y plata.

Más conocido es el denominado Tesoro vikingo descubiert­o por un jubilado en North Yorkshire (Inglaterra). Unas seiscienta­s monedas de plata y otros 65 artículos más, entre collares y anillos. Se supone que semejante tesoro, valorado en más de un millón de libras, formaba parte de un ajuar funerario de una tumba del siglo X, segurament­e de un noble vikingo.

Y no se detienen ahí los descubrimi­entos, pero son muchos más los que quedan por descubrir. Aunque todos palidecen ante el aura del Santo Grial, el cáliz que usó José de Arimatea para recoger la sangre de Jesús en la Cruz o, según la versión de la leyenda, la misma copa que usó Jesús en su última cena.

Ante semejante tesoro, cargado de poder místico, palidecen galeotes cargados de oro, tesoros enterrados o reliquias preciosas perdidas en la larga noche de los tiempos. Puede que el Grial no sea valioso y que ni siquiera existiera en realidad, pero está rodeado de literatura. Eso no tiene precio.

El ‘Tesoro vikingo’, descubiert­o en Inglaterra, ha sido valorado en más de un millón de libras

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RICARDO MALDONADO/EFE La replica del galeón San José, en Cartagena de Indias

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