Hermanando
En Boston recientemente, en Harvard, entre clases y reuniones pasé por la plaza central de la zona, Harvard Square, y entré en la librería de Harvard que hay allí. Es increíble la dimensión de aquella librería y el surtido que llega a haber. Con el proceso de las elecciones presidenciales abierto, había muchos libros sobre los distintos candidatos. Era increíble también el número de libros sobre el papa Francisco que parece haber sorprendido muy positivamente a los americanos.
El propio Donald Trump aparecía como autor de un libro con su foto en la portada. Sentí curiosidad por ver cómo se explicaba. Una encuesta sobre los candidatos lo ponía en cabeza de los republicanos. Cogí el libro de Trump y otro del Papa y me fui a pagar. Allí me conocen porque soy un cliente fiel, y ellos venden algunos de mis libros que tengo traducidos al inglés. Cuando les entrego el libro de Trump para pagar, me dicen en broma: “¡No! ¿Cómo se compra esto?”. La señora se gira, se lo enseña a otra dependienta, y le dice: “Mira qué se quiere comprar”. La otra me dice riendo: “No se compre esto”. Yo dije humildemente que no conocía bien ni la historia ni el proyecto de Donald Trump y que sentía curiosidad.
Pero me quedé reflexionando sobre lo abiertos que son los americanos. A Harvard, en general, desde abajo hasta arriba Trump les parece una broma.
A veces la gente que entra en el despacho del poder cambia y si utiliza la parte buena que trae consigo y se olvida de la parte mala, puede conseguir un buen resultado. Los funcionarios con experiencia que se encuentran allí pueden influir a base de: “Señor, mejor no hablemos esto en la rueda de prensa, los periodistas lo exagerarían; centrémonos más en esto otro”, y ayudar a sacar lo mejor de ellos.
Pero entre una y otra reunión era impresionante el volumen de profesionales que se veía en Boston. Aquello era turismo de calidad. Grupos de hombres de oscuro y encorbatados y mujeres elegantes. Los hoteles a tope de aquel tipo de cliente. En la puerta elegantes autobuses para llevarlos a destino, pero a ciertas horas, dispersos cargados de bolsas de cosas compradas, o en la cola en la puerta de los restaurantes de más nivel. En un momento en que un grupo salía ordenadamente de mi hotel a las 8 de la mañana y se iba metiendo en unos autobuses, le pregunté a mi amigo el conserje del hotel: “¿Qué son?” “Médicos de todo el mundo”, me dijo. Pero otro grupo eran funcionarios de todo el mundo que tenían un seminario en la Harvard Kennedy School of Government.
Boston tiene universidades como Harvard, el Massachusetts Institute of Technology, Boston University, y un montón más; hospitales como el Massachusetts General Hospital, el St. Margaret’s Hospital, en los que hay las investigaciones más avanzadas del mundo. Hay gran conexión entre teoría y práctica, con hospitales, facultades de medicina y empresas farmacéuticas, trabajando juntos. Y muchas de estas universidades y hospitales son privados y se financian con donaciones estimuladas por buenos incentivos fiscales.
Boston y Barcelona fueron hermanadas hace años pero siempre tengo la impresión de que Boston es la hermana mayor. Aquí tenemos buenas universidades pero en los rankings internacionales quedan muy por detrás de las de Boston.
Tenemos también muy buenos hospitales pero les pasa un poco lo mismo. No le damos a la investigación con orientación práctica la importancia que le dan allí. A diferencia de otros trabajos, un gran médico especialista o un excelente profesor no son fáciles de mantener, porque tienen muchas opciones, pero son los que pueden crear ese tipo de atractivo que tiene Boston.
No es fácil dirigir este proceso pero deberíamos trabajar duro para acercarnos al nivel de nuestra hermana mayor, Boston.
Boston y Barcelona fueron hermanadas hace años, pero la ciudad americana sigue siendo la hermana mayor