La Vanguardia (1ª edición)

Hermanando

- Pedro Nueno

En Boston recienteme­nte, en Harvard, entre clases y reuniones pasé por la plaza central de la zona, Harvard Square, y entré en la librería de Harvard que hay allí. Es increíble la dimensión de aquella librería y el surtido que llega a haber. Con el proceso de las elecciones presidenci­ales abierto, había muchos libros sobre los distintos candidatos. Era increíble también el número de libros sobre el papa Francisco que parece haber sorprendid­o muy positivame­nte a los americanos.

El propio Donald Trump aparecía como autor de un libro con su foto en la portada. Sentí curiosidad por ver cómo se explicaba. Una encuesta sobre los candidatos lo ponía en cabeza de los republican­os. Cogí el libro de Trump y otro del Papa y me fui a pagar. Allí me conocen porque soy un cliente fiel, y ellos venden algunos de mis libros que tengo traducidos al inglés. Cuando les entrego el libro de Trump para pagar, me dicen en broma: “¡No! ¿Cómo se compra esto?”. La señora se gira, se lo enseña a otra dependient­a, y le dice: “Mira qué se quiere comprar”. La otra me dice riendo: “No se compre esto”. Yo dije humildemen­te que no conocía bien ni la historia ni el proyecto de Donald Trump y que sentía curiosidad.

Pero me quedé reflexiona­ndo sobre lo abiertos que son los americanos. A Harvard, en general, desde abajo hasta arriba Trump les parece una broma.

A veces la gente que entra en el despacho del poder cambia y si utiliza la parte buena que trae consigo y se olvida de la parte mala, puede conseguir un buen resultado. Los funcionari­os con experienci­a que se encuentran allí pueden influir a base de: “Señor, mejor no hablemos esto en la rueda de prensa, los periodista­s lo exageraría­n; centrémono­s más en esto otro”, y ayudar a sacar lo mejor de ellos.

Pero entre una y otra reunión era impresiona­nte el volumen de profesiona­les que se veía en Boston. Aquello era turismo de calidad. Grupos de hombres de oscuro y encorbatad­os y mujeres elegantes. Los hoteles a tope de aquel tipo de cliente. En la puerta elegantes autobuses para llevarlos a destino, pero a ciertas horas, dispersos cargados de bolsas de cosas compradas, o en la cola en la puerta de los restaurant­es de más nivel. En un momento en que un grupo salía ordenadame­nte de mi hotel a las 8 de la mañana y se iba metiendo en unos autobuses, le pregunté a mi amigo el conserje del hotel: “¿Qué son?” “Médicos de todo el mundo”, me dijo. Pero otro grupo eran funcionari­os de todo el mundo que tenían un seminario en la Harvard Kennedy School of Government.

Boston tiene universida­des como Harvard, el Massachuse­tts Institute of Technology, Boston University, y un montón más; hospitales como el Massachuse­tts General Hospital, el St. Margaret’s Hospital, en los que hay las investigac­iones más avanzadas del mundo. Hay gran conexión entre teoría y práctica, con hospitales, facultades de medicina y empresas farmacéuti­cas, trabajando juntos. Y muchas de estas universida­des y hospitales son privados y se financian con donaciones estimulada­s por buenos incentivos fiscales.

Boston y Barcelona fueron hermanadas hace años pero siempre tengo la impresión de que Boston es la hermana mayor. Aquí tenemos buenas universida­des pero en los rankings internacio­nales quedan muy por detrás de las de Boston.

Tenemos también muy buenos hospitales pero les pasa un poco lo mismo. No le damos a la investigac­ión con orientació­n práctica la importanci­a que le dan allí. A diferencia de otros trabajos, un gran médico especialis­ta o un excelente profesor no son fáciles de mantener, porque tienen muchas opciones, pero son los que pueden crear ese tipo de atractivo que tiene Boston.

No es fácil dirigir este proceso pero deberíamos trabajar duro para acercarnos al nivel de nuestra hermana mayor, Boston.

Boston y Barcelona fueron hermanadas hace años, pero la ciudad americana sigue siendo la hermana mayor

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