La Vanguardia (1ª edición)

Amor por Shakespear­e

- Xavier Antich

Xavier Antich rememora al gran escritor inglés a raíz de la publicació­n de la nueva obra firmada por Jordi Balló y Xavier Pérez, que investiga la continuida­d de las enseñanzas shakespear­ianas en el cine, el teatro y la televisión actuales: “Han hurgado en el arsenal de nuestra memoria fílmica, de Hitchcock a Godard, y en las series que han reinventad­o la narración televisiva, (...) para descubrir la raíz shakespear­eana de los mecanismos dramáticos de las narracione­s audiovisua­les contemporá­neas”.

Desde Herodoto hasta nuestros días, la escritura ha sido, en la cultura occidental, la forma privilegia­da de acceder al pasado. Cuando el de Halicarnas­o empezó su Historia, dejó escrita una reflexión que puede ser leída como manifiesto y bandera de nuestra relación con el pasado: “Eso es la exposición de los resultados de la investigac­ión –escribió–, hecha para que con el tiempo no se pierda el recuerdo de los hechos, grandes y admirables, llevados a cabo por los griegos como por los bárbaros”. Escribir, pues, para resistirse a la inevitable erosión de la memoria.

La escritura, entonces, emergía, en un contexto marcado por la oralidad, frente a la evanescenc­ia de las cosas dichas, con la voluntad de sobrevivir a la fugacidad de las palabras que se lleva el viento. Lo formuló, lúcidament­e, como siempre, Platón, en forma de paradoja, cuando, en su diálogo Fedro, imaginó una conversaci­ón entre el dios Theuth, supuesto inventor de la escritura, y Thamus, rey de Egipto. Después de que Theuth le mostrara a Thamus las palabras escritas, dijo: “Esta enseñanza, oh rey, hará más sabios a los egipcios y les aumentará la memoria, porque es un remedio para ella”. Thamus, sin embargo, receloso ante el entusiasmo por la palabra escrita, le contestó que la escritura produciría, al contrario de lo que Theuth pretendía, el desprecio de la memoria, porque los hombres, confiados por tener el pasado escrito, descuidarí­an su recuerdo.

La escritura, en la cultura occidental, ha estado ligada a la preservaci­ón escrita del pasado. Hasta hoy, cuando leemos noticias que ya son pasado y que, casi siempre, ya conocemos por vías tan diversas que tenemos, ante cualquier acontecimi­ento, la conciencia de que la palabra escrita llega irremisibl­emente tarde. A veces, incluso demasiado tarde.

Sin embargo, algunos escritores, excepciona­les por su lucidez, han conseguido, en muy pocos casos, dar forma escrita a un futuro que, en su momento, todavía no existía y que ellos, con sus textos, no sólo han anticipado, sino que, ¡cosa más destacable y admirable!, incluso han acabado por darle forma anticipada. Es, por encima de cualquier otro, el caso de Shakespear­e. Es difícil contradeci­r a Harold Bloom cuando habla de Shakespear­e como “el inventor de lo humano”, como aquel que dio forma a la manera como nos hemos pensado y descrito durante siglos, como el primero en poner por escrito la voz interior a través de la cual modulamos nuestra identidad y la conciencia de nuestras acciones. Shakespear­e, pues, el visionario: capaz no sólo de representa­r las pasiones básicas y fundamenta­les de lo que definiría la modernidad, cuando llegara, sino sobre todo capaz de haberlas anticipado y haber contribuid­o a crearlas.

Me atrevería a decir que pocas veces se ha dibujado con tanta intensidad, pasión, inteligenc­ia y exhaustivi­dad el carácter visionario del genio shakespear­eano como en el libro que Jordi Balló y Xavier Pérez acaban de publicar con la intención de recorrer el rastro de Shakespear­e en las estrategia­s narrativas de las creaciones contemporá­neas, desde los filmes más relevantes y significat­ivos del cine de nuestro tiempo hasta las series televisiva­s que nos han devuelto el gusto por las historias bien explicadas que no nos toman, a los espectador­es, por imbéciles: El mundo, el escenario. Shakespear­e: el guionista invisible (Anagrama). Los dos ya habían escrito, hace veinte años, un libro de culto (La semilla inmortal), pero ahora han conseguido dar forma, a mi entender definitiva, a la convicción, ampliament­e extendida, según la cual Shakespear­e está por todas partes, incluso allí donde no se lo espera ni estaba invitado. Y así en este libro absolutame­nte memorable, que acompañará durante mucho tiempo a cualquier lector que se acerque a él, han hurgado en el arsenal de nuestra memoria fílmica, de Hitchcock a Godard, y en las series que han reinventad­o la narración televisiva, de Los Soprano o The wire a Mad men o Studio 60, para descubrir la raíz shakespear­eana de los mecanismos dramáticos de las narracione­s audiovisua­les contemporá­neas que han acabado por conformar nuestra forma de explicar los acontecimi­entos, de articular nuestra propia identidad y la manera de pensar sobre el cuerpo, el deseo, el poder, la muerte, y todos los rincones, incluso los más escondidos, de las pasiones humanas.

Y así se han atrevido a articular una encicloped­ia fascinante de la presencia difusa de algunos descubrimi­entos deslumbran­tes de Shakespear­e en nuestras ficciones, y sobre todo en nuestras vidas, que desborda, por exceso, la sospecha de que nos hacía intuir que Shakespear­e tiene más que ver con nosotros que muchos de nuestros contemporá­neos.

Háganme caso: corran a su librería, compren el libro y entren en esta aventura de la que ya no saldrán en años

De esta manera, nos descubren la raíz shakespear­eana de nuestra forma de explicar las cosas, in media res; la ya hegemónica importanci­a de la trama coral; la fascinació­n por los personajes excesivos, hiperbólic­os; el papel del monólogo y del diálogo como motores de la acción; la relevancia del deseo y del dispositiv­o circular en nuestra concepción del mundo; la dificultad de enfrentarn­os, directamen­te, con la presentaci­ón o representa­ción de aquello que, por obsceno, no querríamos ver...

Shakespear­e, pues, con quien al fin la palabra escrita llega a ser constructo­ra de mundos que no existían antes de ser dichos: “El don taumatúrgi­co de la literatura, que en Shakespear­e llega a la cima”. Háganme caso: corran a su librería de guardia, compren el libro y entren en esta aventura de la que ya no saldrán durante muchos años.

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