Íngrid Roca
COORDINADORA DEL CSC
Con el objetivo de dignificar el trato que se da a las personas en las residencias de mayores, Roca coordina el plan piloto de las seis residencias públicas catalanas que se han puesto manos a la obra para conseguirlo.
Poder ir a dormir más tarde para seguir el programa de radio o televisión favorito o decidir cuándo levantarse más tarde; poder mantener las aficiones; tener más intimidad para atender las visitas o intervenir en los platos de la propia dieta. Sobre el papel, pequeñas decisiones, cambios en el día a día que en la práctica, aseguran los expertos, determinan el nivel de felicidad y bienestar de los mayores en una residencia. Con la voluntad de implantar un nuevo modelo de atención geriátrica centrada en la persona, el Consorci de Salut i Social de Catalunya (CSC) ha puesto en marcha un programa piloto en seis residencias públicas catalanas.
“No estamos tratando con muebles, tratamos con personas, y cada persona es un mundo”, advierte Jaume Vidal, director de la residencia de Amposta (Montsià). Su centro ha recibido con entusiasmo el programa. Hasta ahora, la mayoría de demandas de sus usuarios están vinculadas a la gastronomía. “Es uno de los últimos placeres que les quedan en la vida”, destaca Vidal. Los residentes han pedido, sobretodo, platos tradicionales que saboreaban en casa.
“Somos una familia, el trato es fabuloso, pero la comida no es buena”, lamenta Tomasa, sentada en su habitación, disfrutando de la tele. “Me gusta estar aquí después de la fisioterapia, sola pero con la puerta abierta, que me entero de todo”, dice. La residencia ha empezado a trabajar a fondo en la cocina. “Nos hacen sus propuestas y las intentamos introducir, manteniendo el equilibrio, adaptándolas a las dietas, sean bajas en sal o para diabéticos”, explica Nuria Chapa, nutricionista de la residencia.
Paquita Bel, de joven empleada en una sastrería, sigue cosiendo, ahora por afición y para remendar las camisas y pantalones de Cándido, su marido. En otra residencia, en la de Flix (Ribera d’Ebre), dirigida por Íngrid Roca, coordinadora del modelo de atención personalizada del CSC, hacen todo lo posible para que los residentes sigan disfrutando de sus aficiones. Agustí Torres, entusiasta de las infusiones, cultiva su laurel. Margarita Quintana, aficionada a la costura, tiene su máquina de coser en la habitación, como Anna Carranza dispone de su ordenador, personal. “Tenemos en cuenta su historia de vida, deseos y preferencias; creamos espacios en los que puedan estar como en casa y hacer una comida con su familia si así lo quieren”, ejemplifica Roca.
Para poder implantar el modelo es clave formar bien antes al personal y concienciar a toda la residencia, de la dirección a los auxiliares de enfermería o el personal de limpieza. Uno de los valores que más se tiene en cuenta es el de la intimidad. “El cuidador debe entender que su trabajo no consiste en dar de comer o mantener la higiene; se trata de individualizar qué tratamiento y atención necesita y prefiere cada uno, en lugar de hacerlo en serie, en base a la organización”, destaca el doctor José Augusto García Navarro, director del CSC.
Uno de los grandes retos del programa es adaptar el entorno, muchas veces frío, de una residencia a las necesidades, capacidades y circunstancias de cada persona mayor. “El objetivo es que se sientan como en su casa, pero de verdad”, añade Roca. Todo se tiene en cuenta, desde la mantelería del comedor, que huye de la imagen hospitalaria, a la forma en cómo interactúan los residentes en función de sus distintas capacidades y limitaciones. “Nos tenemos que situar a nosotros mismos con 85 años. ¿Qué querremos? Una atención personalizada, que nos permitan mantener nuestros contactos, aficiones o amistades. Es una exigencia. No puede ser que se obligue por ejemplo a las personas mayores a ir a dormir o levantarse a una determinada hora”, añade el doctor García Navarro.
En Amposta han dado respuesta a una petición que, de entrada, sorprendió. “Es un señor, de los más jóvenes, que nos expresó su interés por satisfacer sus necesidades sexuales”, explica el director del centro. Un servicio de transporte adaptado coordinado por la residencia permite dar respuesta, siempre que es posible, a los deseos de este usuario. Entre las prioridades del nuevo modelo está el no cortar de raíz con la vida que se llevaba fuera de la residencia.
La historia de vida, aficiones y deseos de cada anciano se anteponen a los horarios y las normas