La Vanguardia (1ª edición)

El FN, en busca de la respetabil­idad

Para cumplir su objetivo, que es el Elíseo, el Frente Nacional debe lograr ser visto como una fuerza política más

- RAFAEL POCH

El Frente Nacional comienza a ser visto por más y más franceses como un partido normal. Tiene 80.000 afiliados, 25.000 de ellos en las juventudes (FNJ). Controla once municipios, dispone de 1.546 cargos electos en gobiernos locales, unos 200 puestos en regiones y departamen­tos, así como el doble de diputados europeos que el Partido Socialista.

Incluso en los medios de comunicaci­ón, principalm­ente en las television­es, donde antes se les evitaba, los dirigentes de la ultraderec­ha se están haciendo invitados regulares. Pero, ¿es verdaderam­ente el partido de los Le Pen una fuerza política más?

Que esa pregunta sea respondida en positivo es el principal objetivo de los esfuerzos de la actual presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, y de su número dos y principal estratega, Florian Philippot, un hombre que viene de la izquierda socialista y que coquetea con el gaullismo.

Hasta ahora las encuestas han establecid­o, una y otra vez, que para una mayoría de franceses –ligerament­e por encima del 50%– el Frente Nacional no es compatible con la democracia republican­a. Descargar al Frente Nacional de todo eso que suscita prevención y alergia entre una mayoría de franceses, es la labor fundamenta­l a la que se han dedicado a fondo en los últimos meses tanto la señora Le Pen como el señor Philippot. Si quieren ganar las presidenci­ales, tienen que bajar, como sea, esa “tasa de alérgicos” por debajo del 50%. El día en que a ojos de una mayoría de franceses el FN sea un “partido normal”, las puertas del Elíseo comenzarán a abrirse. Parece que no estamos muy lejos de ello.

Según la socióloga Nonna Mayer, el eje central de lo que Le Pen y Philippot denominan “desdiaboli­zación” del FN pasa por dejar de ser visto como una fuerza antisemita. “Repartiend­o pasquines por la calle me di cuenta de que la desdiaboli­zación consiste en incidir en el antisemiti­smo: una vez has hecho saltar ese cerrojo ideológico, todo lo demás se libera”, dice Louis Aliot, marido de Marine y candidato del Frente Nacional en la región de Languedoc Rosellón, donde llevan ventaja.

La comprensió­n de esta clave es lo que explica la pelea de Marine con su padre, el viejo facha Jean-Marie Le Pen, ex paracaidis­ta y torturador en Argelia, cuyas periódicas proclamas calificand­o las cámaras de gas como “detalle de la historia”, sus bromas sobre el cantante Patrick Bruel, augurándol­e “un horno”, o su estimación de que la ocupación alemana de Francia, “no fue particular­mente inhumana”, han interferid­o en el estratégic­o objetivo de la normalizac­ión de la forma más estridente. La batalla de Marine y Philippot contra el viejo Le Pen, su expulsión de la presidenci­a honorífica del FN y los pleitos que han seguido, tienen que ver con eso: con antisemiti­smo no habrá normalizac­ión.

El propósito es razonable. Sin embargo, la sociología demuestra

Acabar con la estridenci­a antisemita del partido es fundamenta­l para lograr la aceptación La islamofobi­a no es un obstáculo para alcanzar la respetabil­idad, el antisemiti­smo, sí

que el prejuicio antisemita sigue siendo enorme en las filas del FN y de sus simpatizan­tes. Este año se detectaron opiniones antisemita­s entre 104 candidatos del partido a las elecciones departamen­tales, explica la socióloga Mayer. Apoyada en las encuestas, sitúa a los simpatizan­tes del FN como los más radicales en su rechazo a judíos, musulmanes, emigrantes y extranjero­s. “Baten todos los récords de intoleranc­ia hacia el otro”, afirma.

Como en el conjunto de Francia, el nivel de rechazo a los musulmanes es claramente mayor que el que reciben los judíos. Sin embargo, la llegada de Marine Le Pen al frente del partido, sustituyen­do el rancio liderazgo de su padre, “no ha hecho ni descender el nivel de prejuicios antimusulm­anes de sus simpatizan­tes, ni el de su antisemiti­smo, que incluso ha aumentado, por más que sea muy inferior al de los prejuicios islamófobo­s”, señala.

La tesis de Mayer se ve perfectame­nte reflejada en la charla con una docena de simpatizan­tes del FN que publica esta semana el semanario L’Obs.

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MICHEL SPINGLER / AP El voto secreto, ayer en un colegio electoral de Henin-Beaumont, en el norte de Francia, donde votó Marine Le Pen

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