La Vanguardia (1ª edición)

El pulso de la calle hace pensar al PP en un mejor resultado que en mayo

- CARMEN DEL RIEGO

Han pasado apenas siete meses, pero el Partido Popular percibe que algo ha cambiado, y que lo ha hecho en su favor. La calle ya no es hostil a los populares y no constatan la agresivida­d de la gente ni la tensión que se respiraba entonces en cada uno de los actos políticos que se convocaban bajo las siglas del partido de Mariano Rajoy en cualquier rincón de España.

Al contrario, y eso que ahora los actos políticos de Rajoy se realizan en la calle, con el presidente rodeado de gente adepta, pero también de mirones que podrían increparle, y que lo hubieran hecho en la campaña de las municipale­s y autonómica­s de mayo, si lo hubieran visto.

Lo percibe Rajoy, en los municipios pequeños y más grandes a los que acude, pero lo corroboran los ministros que estos días recorren España, desde Ana Pastor, que confiesa que nunca le han pedido tantas fotos en su vida, o la titular de Empleo, Fátima Báñez, que el sábado recorría la sierra de Huelva, llena de gente de todos los rincones de España en el puente de la Constituci­ón y que lo único que recibió fueron buenos deseos, nada que ver con lo que ocurría hace unos meses.

Y lo corroboran los líderes regionales y locales que han perdido los gobiernos hace siete meses. Lo dice la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que ahora que se pasea por Valencia, andando o en taxi, no recibe más que apoyo de los ciudadanos; o la ex presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, que vuelve a sentir el calor de sus administra­dos y ve como ahora le desean suerte. Hasta la vicepresid­enta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que reconoce que nunca le han increpado por la calle, ahora nota que algo es distinto, que la gente le transmite simpatía.

En el PP se analizan las razones, y encuentran varias, aunque no saben por cuál inclinarse y cuál será el efecto de lo que está ocurriendo, ni en qué se traducirá, aunque les hace sentirse optimistas respecto a los resultados. Si se mejoran los datos de mayo, cuando ganaron aunque perdieron poder institucio­nal, podrán gobernar.

Están, dicen los responsabl­es de la campaña de Mariano Rajoy, “a punto de entrar en zona segura, si

es que no lo están ya”. ¿Qué es esto? Están a punto de conseguir ese porcentaje de votos que se habían marcado como objetivo, el 30% de los votos –el CIS del jueves le dio el 28,6%– y por lo tanto más cerca de esos 150 escaños soñados que les garanticen no sólo el Gobierno, sino que sea prácticame­nte imposible conformar un gobierno alternativ­o al del Partido Popular.

Ahora son ocho puntos los que separan al PP del PSOE, según el CIS, “y subiendo”, dicen en el PP, donde la gran duda es si ese segundo partido será el de Pedro Sánchez o el de Ciudadanos. No ocultan su preferenci­a por el PSOE.

De todas formas, el PP va a lo suyo, a seguir recorriend­o España. Rajoy ha incorporad­o más actos políticos a los previstos, y siente ese calor del que hablan sus compañeros. Quiere creer que es porque su política económica empieza a hacer efecto en las personas, aunque otros lo achacan a que los ciudadanos “ya expresaron su enfado en mayo” y así les restaron mucho poder, o a que “ya han visto cómo gobiernan los demás”. Sea lo que sea, algunos de los que perdieron sus cargos en mayo se lamentan: “¡Si lo que estamos haciendo ahora lo hubiéramos hecho después de las europeas!” Saben que el lamento ya no sirve de nada. Sólo les queda esperar a que a Rajoy no le pase lo mismo que a ellos, que no pudieron gobernar pese a ganar.

Rajoy, que tras la asistir en el Congreso al Día de la Constituci­ón, se trasladó a la localidad onubense de Palos de la Frontera, en una visita no prevista, a la que acudió por primera vez sin corbata, aunque con traje, y en compañía de su mujer, Elvira Fernández, lo que tampoco es habitual. Encendió el alumbrado navideño y le regalaron fresas. Lo hizo todo de buen grado .

Sabe que la mayor garantía de que podrá gobernar es ampliar su ventaja sobre el segundo partido, y para eso cree que lo mejor es intensific­ar el contacto con la gente, como hizo ayer por las calles de Palos de la Frontera. No era días de mítines, pues la gente ya conoce qué ofrece cada uno. Ayer los ciudadanos de Palos de la Frontera querían ver, tocar y hacerse fotos con el presidente. Y después de encender las luces, hasta nevó, por orden del alcalde en Huelva. Campaña, pero también espíritu de la Navidad.

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Mariano Rajoy
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JULIÁN PÉREZ / EFE

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