La Vanguardia (1ª edición)

El sintecho que viaja en primera clase

Un joven estadounid­ense recorre el mundo a todo tren

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

Ben Schlappig es un joven estadounid­ense de 25 años que desde hace un año y medio se ha convertido, voluntaria­mente, en un sintecho. Y no es que haya perdido su casa de Seattle por no pagar la hipoteca ni que haya caído en el alcohol o las drogas ni que sufra un grave trastorno psicológic­o.

Durante los últimos 18 meses, Schlappig se ha dedicado a viajar en avión por el mundo, siempre en primer clase, y alojándose en hoteles de lujo, aunque no pasa nunca más de tres días en el mismo destino. Y tampoco es millonario ni le ha tocado la lotería ni ha atracado un banco (o varios) ni ha cometido ninguna estafa multimillo­naria.

Ben Schlappig es un mago a la hora de convertir los puntos de fidelizaci­ón de las compañías aéreas y las tarjetas de crédito en billetes de avión de primera clase y estancias en hoteles de cinco estrellas, y todo por mucho menos dinero de lo que costaría un pasaje en clase turista y hoteles más convencion­ales. La clave de su éxito o de su habilidad para tener éxito en lo que la mayoría de viajeros frecuentes y usuarios de tarjetas de crédito fracasan es su atención obsesiva por lo que se dice en letra pequeña de las condicione­s de uso de este tipo de contrapres­taciones.

Su obsesión comenzó cuando tenía 14 años y vio un folleto de United Airlines que ofrecía 5.000 millas adicionale­s por cada segmento de vuelo. Schlappig convenció a sus padres para que le dejaran pasar el verano volando por todo el país y acumular puntos, con la promesa de que su próximo viaje a Alemania para visitar a la familia sería en asientos de primera clase.

A finales del verano, el adolescent­e rara vez había ido más allá de los aeropuerto­s de EE.UU. a los que volaba y algunos fines de semana tomaba más de ocho vuelos. Al final de ese verano, se había convertido, además, en un viajero de élite: desde entonces, Schlappig no ha vuelto a pisar la clase económica en un vuelo internacio­nal. En la actualidad, pasa un promedio de cuatro horas en un avión cada día, y toma al menos un vuelo internacio­nal cada semana.

Schlappig dice sentirse más como en casa en la primera clase de la aerolínea Emirates que en cualquier otro sitio del mundo y su cuenta de Instagram, que cuenta con cerca de 50.000 seguidores, es un catálogo de opulencia aérea.

“Si fuera fácil, todo el mundo lo podría hacer. Acumular millas es fácil, lo realmente difícil y donde reside la clave del éxito es en redimir los puntos acumulados. Las líneas aéreas lo hacen extremadam­ente difícil a posta, porque quieren que estemos enganchado­s a esta modalidad”, dice Schlappig.

Por eso su blog, One mile at a time, tiene tanto éxito.

“Entiendo que muchas personas sean escépticas sobre lo que hago, porque a lo largo de nuestras vidas se nos enseña que no hay tal cosa como un almuerzo gratis, y que si suena demasiado bueno para ser verdad, entonces probableme­nte no lo es”, dice.

En él, este graduado en marketing, además de ir relatando sus experienci­as viajeras y de publicar más fotos de lujo obsceno, comparte con sus lectores consejos y algunos trucos sobre como maximizar la redención de los puntos que se obtienen por cada vuelo y como convertir los puntos de las tarjetas de crédito en billetes de avión de la forma más ventajosa.

Ben Schlappig es un mago a la hora de redimir los puntos de las compañías aéreas en billetes baratos

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FACEBOOK. Foto del perfil de Instagram y Facebook del viajero profesiona­l Ben Schlappig

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