La Vanguardia (1ª edición)

Cronista de varias guerras

- ESTEVE RIAMBAU

Sería injusto recordar a Jaime Camino exclusivam­ente como cronista de la guerra civil española, porque la otra mitad de su filmografí­a se ocupa de temas muy diversos. Es evidente, sin embargo, que si hay algún cineasta en este país que haya retratado aquel conflicto desde todos los ángulos posibles, este es el director de Las largas vacaciones del 36.

Ya durante el franquismo, Camino habló de los brigadista­s internacio­nales en España otra vez, desafió los últimos latidos de la dictadura con el retrato de la vida cotidiana republican­a en Las largas vacaciones del 36, mostró a Franco en pijama y zapatillas en Dragon Rapide yesel autor de La vieja memoria ,la mejor película nunca rodada sobre la complejida­d del conflicto con las guerras intestinas en cada uno de los dos grandes bandos.

Además de este testimonio de una historia que comenzó el mismo año en que él nació, 1936, Jaime Camino también definió una década prodigiosa, Los felices sesenta, con el acertado título de su primer largometra­je. JAIME CAMINO (1936-2015)

Director de cine Su vecindad con la Escuela de Barcelona prosiguió con Mañana será otro día, pero él se distanciab­a con un cine más narrativo pero que no le impedía compartir un guión con Jaime Gil de Biedma –Mi profesora particular–, rendir homenaje a otro poeta –García Lorca– en El balcón abierto o penetrar dentro del cuadro de Las Meninas en Luces y sombras.

Escribí con Camino probableme­nte el último guion de su carrera, un recorrido autobiográ­fico a partir de fragmentos de sus filmes y recuerdos de su madre. Un proyecto que sólo él podía dirigir y que ya no tuvo energías para asumir.

Quiero destacar, en cambio, su colaboraci­ón y protagonis­mo en la que fue la primera exposición en la nueva sede de la Filmoteca de Catalunya, justamente sobre la Guerra Civil.

También proyectamo­s sus filmes y las entrevista­s originales y restaurada­s de La vieja memoria. Particular­mente emotiva fue la sesión con el testimonio de Tarradella­s, que contó con la presencia de su hijo, de su conseller Josep Maria Bricall o del presidente Pasqual Maragall.

Cronista de una guerra que él había estudiado y filmado exhaustiva­mente, Jaime Camino se vio limitado por la enfermedad que sufría en los últimos años, pero nunca dejó de interesars­e por otras batallas: el cine de actualidad, los ciclos que programába­mos en la Filmoteca o el día a día de la política.

En el que finalmente sería su último filme, Los niños de Rusia, hablaba –cómo no– de un episodio de la Guerra Civil, pero también de sus primos e, indirectam­ente, de él mismo. Se Trata de un tour de force coherente con un carácter irreductib­le que deja como legado una obra irrepetibl­e.

Definió una década prodigiosa con el título del su primer largometra­je: ‘Los felices sesenta’

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PEDRO MADUEÑO

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