La Vanguardia (1ª edición)

El donativo de Gino Bartali para la Sagrada Família

El campeón italiano aportó una cantidad significat­iva para la construcci­ón de la Sagrada Família

- Xavier G. Luque

“Un tal Bartali, que parece que es ciclista, ha dado un donativo importantí­simo. Ahora sí que arrancarem­os con fuerza”. Eusebio Güell de Sentmenat, bisnieto del mecenas de Antoni Gaudí, relata la escena que vivió cuando tenía poco más de veinte años y su padre, entonces tesorero de la construcci­ón de la Sagrada Família, llegó a casa ilusionado. “En aquellos tiempos la edificació­n del templo era una lucha constante, había mucha oposición a que se terminara, incluso de arquitecto­s”, explica Güell, “y todo dependía de donaciones, que eran insuficien­tes. Mi padre no entendía de deporte, pero sabía que yo era un buen seguidor del ciclismo, y me explicó emocionado el donativo de Bartali”.

¿Pero cuánto aportó el fraile volador, reconocido católico que solía ofrecer sus triunfos al Papa? Eusebio Güell explica: “No recuerdo con exactitud la cantidad, pero creo que se trataba de algo así como cien mil pesetas, una cifra fabulosa, sin duda, una aportación importantí­sima que hizo exclamar a mi padre que con esta ayuda la Sagrada Família experiment­aría un impulso decisivo”.

Güell calcula que todo aquello debió suceder alrededor de 1950 y supone que Bartali debió pasar por Barcelona “para una carrera o como turista” y que sin duda, como hombre piadoso que era, visitó el templo de Gaudí. “Quiso colaborar y lo hizo a la altura de sus posibilida­des y de su fe, sin duda”, explica.

Bartali, ganador de tres ediciones del Giro de Italia y de dos del Tour, estas separadas por diez años (toda una proeza que nadie ha igualado), es una auténtica leyenda en Italia. Pero no sólo por sus éxitos deportivos, sino también por otras acciones personales que han traspasado fronteras.

En julio de 1948 el líder comunista Palmiro Togliatti fue víctima de un atentado, un disparo en el cuello, y se debatía entre la vida y la muerte. Bartali, que se hallaba en el Tour, recibió una llamada de auxilio del primer ministro, Alcide de Gasperi, viejo amigo suyo de Acción Católica. “Gino, ayúdanos, Italia se halla al borde de la insurrecci­ón, una gesta tuya nos ayudaría mucho”.

Al día siguiente, bajo una nevada, el Tour se enfrentaba a los Alpes. Bartali acusaba un retraso de 20 minutos respecto a Louison Bobet. De Cannes a Briançon, por el Izoard, se impuso el italiano y la noticia se conoció en plena y tumultuosa reunión de la Cámara de los Diputados. En momentos de gran desconcier­to una voz se alzó: “Bartali ha conquistad­o la etapa y es el nuevo líder”.

Al día siguiente, en Aix-lesBains, ganó de nuevo. Y al tercer día, en Lausana, otra vez. Líder con ventaja y el Tour prácticame­nte en el bolsillo. Como explicó años más tarde Giulio Andreotti, “decir que se evitó la guerra civil por una victoria en el Tour de Francia es sin duda excesivo, pero es indudable que Bartali contribuyó a aliviar las tensiones”. Cuando Togliatti se despertó tras una operación en el cráneo sus primeras palabras fueron: “¿Qué ha hecho Bartali?”.

Pero aún tenían que descubrirs­e más historias increíbles del ciclista florentino. La última, tres años después de su muerte, a través de una investigac­ión histórica que desveló el Corriere della Sera. Gino Bartali formó parte de una red de la región de Pisa que salvó a más de 800 judíos de la deportació­n entre 1943 y 1944. Recorría las carreteras de la Toscana en sus entrenamie­ntos y colaboraba

EUSEBIO GÜELL “Mi padre me comentó emocionado que aquello era un impulso decisivo para la salvación de la iglesia”

con un contable judío de Pisa, Giorgio Nissim, al lado de varios sacerdotes y religiosas.

Bartali transporta­ba, disimulado­s en el cuadro de su bicicleta, fotos y documentos que servían para fabricar carnets de identidad. Los depositaba en conventos, donde contaban con una imprenta clandestin­a. En el 2003, a raíz del descubrimi­ento de estas acciones de guerra, su hijo Andrea dijo: “Mi padre nunca nos habló de lo que hizo en aquellos años. Decía tan sólo que en la vida hay cosas que se hacen y basta”.

Incluso sin intervenci­ón directa llegó a salvar vidas. En 1943 Antonio Davitti, un guardacost­as de la isla de Elba, fue deportado a Dachau. Un oficial alemán supo de su origen toscano y le preguntó si conocía a Bartali. Davitti sacó de su cartera una foto dedicada del ciclista. “Dámela y prepara una lista de veinte prisionero­s, no te arrepentir­ás”. Cuatro días más tarde los elegidos abandonaba­n el campo de concentrac­ión para ser trasladado­s a una fábrica. Habían salvado la vida.

El declive deportivo de Bartali coincidió con la gloria de Fausto Coppi, con el que mantuvo duelos épicos. Bartali el piadoso contra Coppi el libertino. Su colaboraci­ón al pasarse una botella de agua en plena ascensión constituye un icono gráfico del deporte.

A finales de los cincuenta ambos compartier­on espectácul­os televisivo­s en la RAI. Incluso cantaron a dúo con tono irónico. Gino se arrancaba “Ed io ripenso a quel tempo lontano / le nostre lotte sui monti e sui piano / e sulle Alpi coperte de nevi...” y replicaba Fausto: “...come perdevi, come perdevi” (cómo perdías).

En septiembre del 2013 Israel nombró a Bartali Justo entre las Naciones, un reconocimi­ento reservado a quien ayudó a los judíos durante la contienda mundial.

TRANSPORTA­BA DOCUMENTOS Tres años después de su muerte se descubrió que había salvado a centenares de judíos de la deportació­n

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 ?? AFP ?? Bartali en plena ascensión a un descarnado y nevado Galibier, camino de la victoria de etapa en el Tour de Francia de 1937
AFP Bartali en plena ascensión a un descarnado y nevado Galibier, camino de la victoria de etapa en el Tour de Francia de 1937
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ARCHIVI FARABOLA / AFP Bartali en el despacho de su casa en una imagen de 1952
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