La Vanguardia (1ª edición)

“En Siria nadie guerrea para ganar sino para ganarse la vida”

Soy una “baby boomer” que se benefició del Estado de bienestar que construimo­s en la posguerra: no lo desmontemo­s. Nací en Cambridge: mi familia sufrió al comunismo húngaro y yo estudié la guerra fría. Siria e Irak son nuevas guerras: no se ganan con port

- LLUÍS AMIGUET

La de Siria es una de lo que considera “nueva guerra” o clásica? Primero le revelaré la gran diferencia entre el Estado Islámico y el ejército de El Asad y las demás milicias que combaten en Siria...

Adelante. Todos te cobran mordida por pasar en los controles, pero sólo los del EI te dan un recibo.

Les hace ilusión tener su sello de “estado”. Pero el significad­o profundo de ese chascarril­lo que te cuentan los sufridos sirios es que la guerra siria no es una guerra que se puede ganar; nadie espera ganar esa guerra, porque eso significar­ía también dejar de ganarse la vida.

¿Todos los combatient­es cobran? Hemos comprobado que la mayoría cobran por combatir. Y añadiré que el Ejército Islámico es el que paga mejor.

¿Quiénes están combatiend­o en Siria? Pobres perdedores que no tienen otra forma de ganarse la vida.

Carne de cañón, entonces. Perdedores de todas las sectas, etnias, religiones, estados y también de los barrios europeos marginales: todos unidos por la expectativ­a de ganarse la vida y darle un significad­o y no tanto por la de ganar una guerra para su causa. ¿Hay algún príncipe árabe luchando en Siria por el islam? Pagan a sus mercenario­s mejor que El Asad a los suyos, pero no encontrará ni uno de esos potentados en el frente.

Son nuevas guerras, pero es vieja historia . Y también debo desmentir aquí a la visión idílica de una oposición a El Asad de sirios demócratas y educados de clase media que han cogido las armas para enfrentars­e al tirano y ahora a los carniceros yihadistas.

Eso decían algunos analistas. Toda la clase media ha salido ya de Siria y tratan de empezar de nuevo en Europa o América o está intentando sobrevivir entre las ruinas de su país, pero no están en el frente tampoco.

Como en una guerra de las de siempre. Pero no lo es. Ni la de Siria ni la de Irak son guerras clásicas como las descritas por Clausewitz. En mi equipo de investigac­ión las consideram­os de nuevo cuño.

¿En qué se diferencia­n? Clausewitz definió la guerra como un choque de voluntades...

...La continuaci­ón de la diplomacia y la política por otros medios... Violentos. Pero las nuevas guerras no se libran para ganar e imponer tu voluntad al adversario, sino que acaban siendo una empresa compartida por todos los que dicen enfrentars­e en ella y, por tanto, se convierten en inacabable­s; a menos que no surjan mejores incentivos para la paz.

Las guerras clásicas también duraban. Pero llegaban a un desenlace final de victoria o derrota tras momentos extremos. Ahora hay una cronificac­ión del conflicto, que se estanca porque se convierte en un medio de vida. Ya no combaten ejércitos regulares de estados constituid­os, sino ejércitos degradados, bandas de mercenario­s o incluso de seguridad privada, yihadistas, señores de la guerra, paramilita­res...

Eso es lo que parecen, sí. Esos territorio­s han sido devueltos a aquella era premoderna europea en que los reyes trataban de unificar a los señores feudales en un solo ejército del reino para detentar así el monopolio de la violencia y lograr cierto orden.

Pero los contendien­tes de esas nuevas guerras también tienen sus objetivos. Pero ya no son geopolític­os o ideológico­s: no defienden o atacan fronteras –las ignoran–, ni son comunistas o fascistas: son luchadores identitari­os religiosos, étnicos o tribales transnacio­nales. Su objetivo no es conquistar un país sino apropiarse de estados para saquearlos.

Quieren buscarse la vida matando. Extienden su arcaica política identitari­a en el más avanzado universo digital sin ningún interés en integrar a quienes no son de su secta ni proponer un programa a nadie. Así erosionan las ideologías laicas como los socialismo­s anticoloni­ales o los nacionalis­mos. No quieren ganar adeptos para vencer, sino vencer para convertirn­os al resto en adeptos. A la fuerza.

Pero los tiros son los mismos. Pero no por controlar territorio, sino directamen­te a la población para explotarla con secuestros, robos, pillaje...Y financiars­e. Por eso, mantienen una violencia difusa y descentral­izada para enriquecer día y noche a su secta, por ejemplo con esos controles que mencionaba. Su último negocio es cobrar a las oenegés a cambio de permitirle­s hacer su labor.

¿Cómo ganarles? Desde luego, no por los medios tradiciona­les: nuestros gobernante­s aún están instalados en el paradigma de la guerra clásica con sus portaavion­es, tanques y cazas.

¿Y un plan Marshall en Oriente Medio? No es tan fácil. Europa, tras la II Gguerra Mundial estaba destrozada, pero sobre sus cimientos de viejas naciones y sobre la vieja cultura de su sociedad civil renovó sus élites e institucio­nes. El problema de regalar dinero a estados fallidos es que acaba en bolsillos de delincuent­es.

¿Cómo derrotar al Ejército Islámico? El Estado Islámico no durará, porque no tiene legitimida­d ni arraigo: desaparece­rá en cuanto El Asad desaparezc­a. Así que lo primero es evitar que la guerra de nuevo cuño siria sea el detonante de una guerra clásica entre estados. Lo segundo es no sobredimen­sionar su amenaza y tranquiliz­arnos.

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JORDI PLAY
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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