El 20-D ganó la reforma
NADA más desaparecer los fotógrafos y quedarse a solas Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en esos sillones de níveo minimalismo en que se recibe en la Moncloa, el líder del PSOE le espetó al presidente del Gobierno en funciones que no tenía nada que negociar con él, que no le iba a dar su apoyo y punto. La conversación duró apenas 40 minutos, más por cortesía que por el contenido que abordar, aunque al socialista sí le dio tiempo a reivindicar la presidencia del Congreso para su partido. No ha hecho falta que el PP se lanzara contra Sánchez, más allá de la referencia de Rajoy ayer a sus escasos 90 diputados, porque ya sus propios compañeros de partido se han encargado de cortarle las alas cuando aún no ha transcurrido ni una semana desde las elecciones. Susana Díaz, la baronesa andaluza, ha ordenado por fin el ataque. Agazapada en el palacio de San Telmo, Díaz cree que ha llegado su momento.
Lo del PSOE es uno de esos episodios de cainismo que tanto se prodigan en la política española (incluida la catalana). Como en La tierra de Alvargonzález , hay quien “no goza de lo que tiene / por ansia de lo que espera”. Y así algunos ya han emprendido la operación de hostigamiento. Una burda batalla más por el poder no revestiría más interés si no fuera por lo inusitado del momento, en plena negociación para formar gobierno después del complejísimo resultado electoral. Sánchez sabe que sólo tiene una oportunidad: ser presidente o sucumbir en el intento. Y el líder acorralado buscará salidas a cualquier precio, sin el respaldo de los suyos y el discernimiento necesario para abordar una decisión crucial.
Habrá ganado las elecciones quien logre gobernar. Pero la lectura del 20- D revela algo que los líderes prefieren eludir: más que nunca, la cuestión no es quién gobierna, sino para qué. Y no son pocas ni menores las reformas prometidas en campaña. Quizá, en el blanco sofá de la Moncloa, podrían empezar por discutir cuáles piensan afrontar.