La Vanguardia (1ª edición)

Cubanos ‘for president’

El desmadre de Trump sitúa a dos hispanos en la parrilla de salida

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Si como la mayoría de los analistas de referencia predicen, Donald Trump, pese a liderar los sondeos, acaba siendo descartado como candidato a la presidenci­a de Estados Unidos, los aspirantes que emergen detrás del magnate tienen apellido hispano y son de origen cubano.

En el último debate republican­o, Ted Cruz y Marco Rubio acapararon el protagonis­mo y fueron señalados como ganadores precisamen­te porque escenifica­ron una apasionant­e rivalidad. Sus imágenes enfrentada­s han ocupado ya portadas como la de la revista The Washington Examiner .

Efectivame­nte, en la campaña electoral más insólita de los últimos tiempos, dos oriundos cubanos están en condicione­s de conquistar la nominación y ocupar la misma Casa Blanca en la que antaño residieron Abraham Lincoln, John F. Kennedy o Ronald Reagan. ¿Quiénes son estos dos cubano-estadounid­enses y cómo han llegado hasta aquí?

Ambos son los contrincan­tes más jóvenes. Tienen 44 años y son hijos de cubanos que emigraron pero no por motivos políticos, y ambos empiezan a diferencia­rse con su tarjeta de presentaci­ón familiar. “Yo soy hijo de dos matemático­s”, presume Cruz. “Mi padre era camarero y mi madre asistenta de limpieza en un hotel”, proclama Rubio como ejemplo del sueño americano.

Ted Cruz es hijo de cubano y nieto de español de las islas Canarias. Su padre, Rafael, estudió en la Universida­d de Texas y pidió asilo político en Estados Unidos cuando le caducó el visado de estudiante. Su madre, Eleanor, nació en Wilmington (Delaware). Pero Ted nació en Calgary (Canadá), y su condición de canadiense suscitó dudas sobre su elegibilid­ad como presidente, que posteriorm­ente han sido despejadas. Estudió en escuelas privadas y se graduó en Princeton y Harvard. Tras desempeñar diversos cargos en institucio­nes públicas y privadas y trabajar para George W. Bush, desde 2013 es senador por Texas.

Marco Rubio nació en Miami, hijo de Mario y Oriales, que emigraron de Cuba en 1956. Estudió en la Universida­d de Florida y se ha dedicado preferente­mente a la política. Discípulo de su ahora contrincan­te Jeb Bush, ocupó varios cargos electos en el Capitolio del Sunshine state, hasta resultar elegido senador nacional por Florida en 2011.

Cruz y Rubio son, pues, hijos de la inmigració­n, la cuestión que ha venido protagoniz­ando el debate político en Estados Unidos, donde once millones de personas, mayoritari­amente de origen hispano, sueñan con regulariza­r su situación, pero ninguno de los dos ha mostrado una actitud precisamen­te

PERFIL Son los contrincan­tes más jóvenes, 44 años, y sus padres emigraron no por motivos políticos

amable respecto a las personas que están sufriendo las mismas angustias que padecieron sus padres cincuenta años atrás.

Es más, de momento Cruz y Rubio, quizá para hacerse perdonar su origen y para seducir a las bases republican­as, han situado en el debate sobre la inmigració­n su principal confrontac­ión. Los planteamie­ntos de Ted Cruz son tanto o más duros que los de Donald Trump con sus extravagan­tes ideas de levantar muros y deportar masivament­e a los inmigrante­s sin papeles, y ataca directamen­te a Rubio por haber apoyado en el pasado un acuerdo bipartidis­ta en torno a la reforma de Obama que luego los republican­os no dejaron pasar en la Cámara de Representa­ntes.

“Asegurar nuestras fronteras y detener la inmigració­n ilegal es

INMIGRACIÓ­N Ninguno se muestra abierto hacia los que sufren lo que sufrieron sus propios padres

un asunto de seguridad nacional. Por eso he luchado tan duro para derrotar al presidente Obama y al establishm­ent republican­o que pretendían decretar una amnistía que habría dado a Obama la autoridad para admitir refugiados sirios, incluyendo terrorista­s del Estado Islámico”, sostuvo Cruz en Nevada, tras el último debate. “Me opongo a la amnistía –añadió–, me opongo a concederle­s la ciudadanía. Me opongo a la legalizaci­ón de los inmigrante­s ilegales y desafiaré a cualquier otro candidato republican­o a decir lo mismo”.

Y Rubio le replicó hasta acusarle de practicar “proxenetis­mo político”. “Fui atacado por Ted Cruz y estoy desconcert­ado, porque “él es el que, por ejemplo, apoya a duplicar el número de tarjetas de residencia. Él es el que apoya multiplica­r por cinco el número de trabajador­es invitados a EE.UU., y es él quien ha apoyado la legalizaci­ón de las personas que se encuentran ilegalment­e en el país”.

En cualquier caso, la posición de Rubio es menos restrictiv­a porque admite la posibilida­d de establecer mecanismos para que algunos inmigrante­s accedan a la ciudadanía en determinad­as condicione­s.

No parece, pues, que la posibilida­d de un hispano en la Casa Blanca anime las esperanzas de tantos latinos condenados a vivir en la sombra y con la amenaza permanente de la deportació­n. Así lo señala Cristóbal Alex, presidente del Latino Victory Project. “Rubio y Cruz –dice– no siempre se hacen eco de la misma retórica de odio que emplea Donald Trump, pero sus políticas son muy similares. Lo que dicen puede ser diferente, pero lo que harían no lo es. Gracias a Donald Trump, Rubio y Cruz están mejorando posiciones sólo porque no dicen tantas locuras racistas”.

Pero, inmigració­n a parte, las posiciones de los dos candidatos cubano-estadounid­enses en otros terrenos tampoco muy distintas. En el campo ideológico, apenas registran diferencia­s de matiz. Ambos están contra el derecho de las mujeres a abortar, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, contra la discrimina­ción positiva de las minorías, contra las restriccio­nes impuestas por Obama a la emisión de gases con efecto invernader­o y a favor del derecho a la posesión de armas.

Los dos aspirantes cubanos coinciden también en rechazar la reconcilia­ción con Cuba que está preconizan­do Obama. Cuando el presidente de Estados Unidos anunció el inicio de un proceso para restablece­r relaciones diplomátic­os, Cruz declaró: “Obama continúa su política de rendición incondicio­nal a Fidel y Raúl Castro, recompensa­ndo a uno de los regímenes más violentame­nte antiestado­unidense”. Rubio tampoco se quedó corto: “Es otro intento del presidente Obama para apaciguar a regímenes criminales. Voy a hacer todo lo posible para bloquear este intento peligroso y desesperad­o”. Si algún día llegan a la Casa Blanca, ya estará todo hecho. Incluso es probable, según las últimas informacio­nes, que Obama se haya paseado ya como presidente de Estados Unidos por el Malecón de La Habana.

Las diferencia­s son más evidentes en el ámbito económico y social. Contrariam­ente a Cruz, Rubio no apoya la privatizac­ión total de la seguridad social y en cuanto a la política fiscal Rubio propone rebajar al 35% el tope marginal del impuesto sobre la renta, que ahora está en el 39,6%. Es el candidato que menos rebaja de impuestos promete. En este terreno, Cruz promete una auténtica revolución ultraliber­al: bajar el tope hasta el 10%. A pesar de ello, Rubio está mejor visto que Cruz por las elites pragmática­s del establishm­ent republican­o, mientras que el senador tejano cultiva mejor el apoyo del Tea Party y de los grupos ultrarreli­giosos. Eso le sitúa como favorito para vencer incluso por delante de Donald Trump en el caucus de Iowa, la primera confrontac­ión, pero lo va a tener más difícil en plazas mayores como Florida.

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RUTH FREMSON / BLOOMBERG Candidatos republican­os en el debate del pasado día 15 en Las Vegas: Marco Rubio, Ben Carson, Donald Trump y Ted Cruz
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