La Vanguardia (1ª edición)

El destape en Tarragona

Una exposición compara las playas de la ciudad de los años sesenta con la actualidad

- SARA SANS Tarragona

En los años sesenta sólo las tarraconen­ses más atrevidas y las turistas lucían bikinis en las playas de la ciudad. Se llevaban los bañadores bien grandes y, las mujeres, gorro de goma en la cabeza. Había casetas para cambiarse en la arena y restaurant­es junto al mar. Medio siglo después, Tarragona conserva sus playas de arena fina con entrada suave al Mediterrán­eo. El paisaje humano y la fachada marítima de la ciudad es el decorado que más ha cambiado, sin embargo, las vías del tren han impedido la urbanizaci­ón de buena parte del litoral de Tarragona, que sigue presumiend­o de playas y calas privilegia­das.

El Espai Turisme de Tarragona ha reunido en una exposición (inaugurada ayer) una veintena de fotografía­s de la saga de fotógrafos Chinchilla realizadas durante los años sesenta y otras tantas del fotógrafo Rafael López-Monné que ha buscado, medio siglo después, la misma perspectiv­a –aunque abriendo el foco– de cada imagen. La muestra propone un viaje en el tiempo por las playas de una ciudad transforma­da (en 1960 tenía 57.428 habitantes y ahora cuenta con 136.689) pero que conserva espacios del litoral prácticame­nte inalterado­s. “Tenemos catorce kilómetros de litoral que enamora... La cosa no ha cambiado tanto y debemos felicitarn­os por ello”, afirmó la concejal de Cultura, Begoña Floria.

Impulsada por el Ayuntamien­to, la exposición ha tenido una doble producción: L’Arxiu Municipal, que custodia el Fondo Chinchilla (más de dos millones de imágenes que abarcan desde principios del siglo XX hasta la actualidad) ha proporcion­ado la visión “sesentera” de las playas, y el Patronat de Turisme de Tarragona ha aportado la segunda lectura con el trabajo de López-Monné, que además de fotógrafo es geógrafo y consultor turístico. “Las playas se han mantenido por casualidad­es, por ejemplo, la vía del tren ha impedido urbanizar, pero también por voluntades, como la presión ciudadana contra el paseo de cemento que hace una década quería construirs­e en la playa larga, fue una movilizaci­ón sin precedente­s en la ciudad”, afirma.

Algunas de las fotos antiguas son postales que realizó Ramon Segú Palau para los turistas de la época. “La playa y el litoral de Tarragona era el reclamo de la ciudad”, mantiene su hijo, Ramon Segú Chinchilla, autor de las imágenes de finales de los sesenta.

El turismo –en 1961 se contabiliz­aron 129.117 coches con matrícula extranjera en la ciudad y la oficina de informació­n registró 23.000 visitantes (hoy son casi dos millo- nes al año)– tuvo un relevante papel en el redescubri­miento de las playas: los primeros bikinis y fiestas junto al mar. “Después de la guerra y durante años, la gente no estaba para muchas alegrías y el turismo tuvo un papel clave”, añade López-Monné, quien confiesa que “la playa es un espacio que me fascina y que explica mucho lo que somos, en pocos espacios las personas están tan en contacto con la naturaleza, casi desnudos o desnudos del todo... Es un lugar muy democrátic­o, pones la toalla y el sitio es tuyo”. La exposición, que recoge también una docena de imágenes con las que cada fotógrafo relata “su” playa, estará abierta hasta el 31 de enero.

“La playa es un lugar que me fascina y que explica mucho lo que somos”, afirma Rafael López-Monné

 ?? © CHINCHILLA ?? 1960. La playa más urbana de la ciudad, con más verde de fondo, casetas en la arena y sin el hotel Imperial Tarraco, que se inauguró en 1963
© CHINCHILLA 1960. La playa más urbana de la ciudad, con más verde de fondo, casetas en la arena y sin el hotel Imperial Tarraco, que se inauguró en 1963
 ?? © RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ ?? 2015. La playa del Miracle, dominada por la plataforma de hormigón (pendiente de remodelaci­ón) y las nuevas edificacio­nes
© RAFAEL LÓPEZ-MONNÉ 2015. La playa del Miracle, dominada por la plataforma de hormigón (pendiente de remodelaci­ón) y las nuevas edificacio­nes

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