El metal pierde un destello
Muere a los setenta años, víctima de un cáncer fulminante, el carismático líder y fundador de la banda inglesa de heavy metal Motörhead, Lemmy Kilmister
Poco más de un mes ha transcurrido entre la muerte de Phil Taylor, el baterista de Motörhead, y la de Lemmy Kilmister, el carismático líder y fundador de la banda inglesa que acababa de cumplir setenta años.
Kilmister, fallecido este lunes como consecuencia de un cáncer descubierto demasiado tarde, arrastraba desde hacía tiempo serios problemas de salud relacionados con la diabetes y otras enfermedades no menos importantes. Debido a ello, se le insertó un desfibrilador y se le sugirió que abandonara todo tipo de drogas, incluido el alcohol. En los últimos años acabó por aceptar –tal y como confesó en diversas entrevistas con los medios de comunicación– que el tiempo se le acababa. Pese a su delicado estado de salud, el pasado mes de agosto presentó el vigésimo segundo –y último– álbum del grupo, Bad Magic. Con su publicación se cerraban cuatro décadas de trayectoria ininterrumpida.
Más allá del considerable legado discográfico que deja a sus espaldas, el mayor logro de Motörhead pasa precisamente por su capacidad de resistencia e impermeabilidad a las modas. Pocas bandas de rock (que es lo que en el fondo Kilmister quiso hacer siempre) habrán perdurado tanto y con tanta fuerza. La personalidad de su líder, bajista y cantante habrá tenido no poco que ver con ello.
Ian Fraiser Kilmister nació en la ciudad inglesa de Stoke-OnTras Trent el 24 de diciembre de 1945, pero su adolescencia transcurrió en el norte de Gales, donde pronto descubrió el atractivo del rock. Tanto, que desechó pequeños trabajos para enrolarse, a mediados de la década de 1960, en bandas apenas recordadas hoy como The Rockin’ Vickers (que, sin embargo, contó con el apoyo del productor Shel Talmy, más conocido por haber estado detrás de bandas como The Who y The Kinks) o la del tablista malayo Sam Gopal.
su paso por Hawkind, una banda de rock duro con influencias del progresivo en la que militó cuatro años y con la que consiguió algún que otro éxito (Silver Machine, de 1972) pero de la que salió por la puerta de atrás, Lemmy Kilmister decide poner en pie su propio combo. Con sucesivos cambios en la formación, pero con una línea y un estilo fieles al concepto que definió de inmediato al tomar como referencia a los MC5 de Fred Sonic Smith, surge Motörhead.
En los últimos años acabó por aceptar que el tiempo terminaba: aun así, en agosto presentó album
A la banda por antonomasia de heavy metal (léase trash metal u otras etiquetas similares) de estas últimas décadas le costó apenas un lustro llegar al gran público. Con Phil Taylor y Eddie Clarke ya en la formación (ambos tomaban el relevo al baterista y el guitarrista originales, Larry Wallis y Lucas Fox, respectivamente) se podía vislumbrar el camino al éxito. Tras tres álbumes que fueron acogidos tibiamente ( Motörhead, de 1997; Overkill y Bomber , ambos de 1979), los de Kilmister se daban a conocer gracias a la trilogía compuesta por Ace of Spades (1980), No Sleep ‘til Hammersmith (grabado en directo; 1981) y Iron Fist (1982). Gracias a tan espectacular despegue, Motörhead se convertirá en una banda imprescindible, habitual de festivales como el que en el 2006 se celebró en Hyde Park (Londres) con un cartel que incluía a Foo Fighters, la banda de Dave Grohl, y Queens of the Stone Age.
El realizador y fotógrafo mallorquín Pep Bonet ha acompañado estos últimos años a Lemmy Kilmister y el resto del grupo. Fruto de ello es el libro titulado Röadkill (Fonart, 2012) con textos de amigos y colegas del finado como Slash y Brian May, así como un par de videoclips correspondientes a dos de las canciones del último álbum publicado.