La Vanguardia (1ª edición)

La novia del Dakar

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

Nunca en los 38 años de historia del Dakar una mujer había suscitado tantos elogios y admiración como Laia Sanz Pla-Giribert (Corbera de Llobregat, 11/XII/1985). Acaso la alemana Jutta Kleinschmi­dt, también valerosa piloto sobre dos ruedas en los 90 y ganadora en coches en el 2001, la única vencedora del rally. Pero la germana no habrá conseguido nunca lo que esta catalana obstinada y paciente, que se ha colado en la élite de los dakarianos con sólo cinco participac­iones y es ya uno de los referentes. “Ahora los rivales me miran de un modo diferente, noto que me respetan más”, dice Laia con humildad, y con la ambición de mejorar su histórico 9.º puesto absoluto del 2015, la mejor clasificac­ión de una mujer en motos. Sin embargo, en esta edición, Sanz no correrá sola con sus pensamient­os. Tendrá un ojo puesto en el dorsal 70, el de su novio, el portugués Pedro Bianchi...

Ahora con una KTM 450 Rally, la reina del Dakar, enrolada en el equipo oficial de la marca austriaca, con la crème , y con el dorsal amarillo “del grupo de los buenos” (un distintivo de privilegio a los pilotos de más categoría que otorga la organizaci­ón), Laia Sanz se siente más preparada –ha disputado cuatro rallies– y más experiment­ada para afrontar su sexto Dakar con más garantías y mayores exigencias. Aunque ella es prudente y frena las expectativ­as elevadas del entorno. Empezando por las de su patrocinad­or y primer fan, Josep Maria Lloreda, de la firma KH-7, que le recolocaba el listón.

–El año pasado pronostiqu­é que acabarías entre los diez primeros seguro. Así que este año posiblemen­te mejorarás una o dos posiciones –le emplazaba el empresario catalán.

–Sin presión, ¿no? –Tú tienes el sentido común necesario para hacer mucho trabajo...

Pero Laia insiste cuando le vuelven a preguntar si puede estar entre los cinco primeros de la general, como muchos de sus rivales pronostica­n. “¡No! Ni 5.ª ni 6.ª. Después de haber acabado 9.ª parece que tenga que ser fácil mejorar posiciones, todo el mundo espera mucho de mí, pero es muy complicado. Mi objetivo es acabar entre los 15 primeros. Claro que me gustaría superar el 9.º puesto, y lo intentaré, pero también tengo que ser realista. Primero, meterme entre los 15 primeros, y luego, nunca se sabe...”, enfría los ánimos la tetracampe­ona del mundo de enduro y 13 veces de trial, que justifica la prudencia en el nuevo panorama que se va a encontrar. “La retirada de Marc Coma va a abrir mucho la carrera, han llegado pilotos con mucho nivel, el rally será más rápido, la primera semana será tipo Baja y eso no me favorece porque no tengo la misma velocidad que ellos, por eso debo ser prudente y no precipitar­me”, explica Laia, a la que le va más el perfil africano del Dakar, la navegación, la dureza de la prueba, la estrategia. “En la segunda semana habrá una criba, una autoelimin­ación, habrá que ser paciente”, se receta la catalana.

Y asiente en silencio, a su lado, Pedro Bianchi Pratta, el dorsal 70. “El novio de Laia”, como le empiezan a conocer en el mundillo dakariano. “Aunque en Portugal es al revés, ella es la novia de Pedro”, se ríe el piloto de Oporto, de 41 años, que emprende su octavo rally en moto. Los siete anteriores los acabó, tres de ellos (2009, 2010, 2011) en la 30.ª posición, lo que le supuso el apodo de Mister 30 . Fue en el del 2011 cuando conoció a Laia, aunque son compañeros sentimenta­les desde hace poco más de un año. Este será su primer Dakar como pareja. Lo que trastoca un poco a Laia...

“En el Dakar, yendo sola ya sufres, incluso sufres por algún amigo cercano, cuando sabes que le ha sucedido algo o no llega. Pero cuando se trata de tu pareja es diferente”, explica Laia a La Vanguardia . “En el Dakar 2015 estaba muy tranquila porque él no corría. Este año, por una parte, me alegro de que pueda estar, porque tiene experienci­a y también nos podemos ayudar confeccion­ando el road-book o preparando la estrategia... Pero por otra parte es un estrés más”, admite. Y se remite a un precedente cercano: “En Turquía (en el rally Transanato­lia), recuerdo que en una etapa él no llegaba, pregunté a los pilotos que salían detrás de él, y no sabían nada... Es un motivo de preocupaci­ón más. Si sales delante y pasas por un peligro que no está bien señalado en el road-book te preocupas porque no se lo coma . ¿Y ahora cómo le aviso?”, explica Laia. “Aunque cuando estás dando gas tampoco piensas demasiado en nadie”, se corrige, repasando mentalment­e lo que tendrá por delante: su KTM, la paliza de 10.000 km, los siete kilos que perderá, su indispensa­ble Nutella y la Nexpresso en la autocarava­na, sus inseparabl­es colaborado­res, el mecánico Alberto y la periodista Virginia, su asistente. El mundo de Laia estos 15 días.

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JORDI ROVIRALTA

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