Rajoy reclama unidad ante el “desafío” catalán
La Moncloa utiliza el acuerdo de investidura de Puigdemont para forzar al PSOE a aceptar un gobierno de coalición
El pacto entre Junts pel Sí y la CUP podría suponer una oportunidad para el Partido Popular de eludir unas nuevas elecciones generales y formar un gobierno de coalición con el PSOE. Al menos así fue interpretado ese acuerdo fuera de Catalunya, hasta el punto de que Moncloa expresó por la tarde, a través de un comunicado, su deseo de que en España se conforme un gobierno fuerte y estable para hacer frente al independentismo. Mientras, en Catalunya, los partidos de la oposición en el Parlament valoraron el acuerdo como una estrategia de CDC para ganar tiempo, fortalecerse y evitar unos comicios en marzo que no auguraban buenos resultados para los convergentes. Sobre todo si no se reeditaba la coalición con Esquerra, como parece que iba a ocurrir.
En el comunicado de Moncloa, el Ministerio de Presidencia traslada a las distintas fuerzas políticas –aunque lo hace en el último párrafo– “la necesidad de que el próximo gobierno de España cuente con una amplia base parlamentaria”. Ese nuevo ejecutivo estable tendría como objetivo “hacer frente al desafío independentista” y también defender el “derecho de todos los españoles a decidir sobre su país”. Una defensa de la unidad de España y de la soberanía nacional que el PP podrá utilizar ahora con más fuerza para presionar al socialista Pedro Sánchez. Y más después de que el referéndum sobre Catalunya propuesto por Podemos sea el principal escollo entre ambos partidos para encontrar un acuerdo. Un posible gobierno en España sobre cuya eventualidad se manifestó, a través de Twitter, el secretario político de Podemos, Íñigo Errejón, que pidió que el pacto en Catalunya “no alimente el inmovilismo y la gran coalición en el gobierno de España, que sería un paso atrás con respecto a lo votado”.
El comunicado del Gobierno central también hizo un llamamiento al cumplimiento de la ley, recordando que el 2 de diciembre el Tribunal Constitucional declaró nula la declaración de ruptura que, en principio, tendría que desarrollar ahora el nuevo Govern. “Todos estamos sometidos al imperio de la Ley y más aún aquellos a quienes se les encomienda la representación de las instituciones”. Y recordó que las instituciones autonómicas catalanas “encuentran su legitimidad” en la Constitución. “No hay mayoría parlamentaria que pueda amparar o justificar actos ilegales o, menos aún, la pretensión de romper la soberanía nacional”.
En Catalunya, la líder de la principal fuerza de la oposición, Inés Arrimadas, calificó el pacto de Junts pel Sí y la CUP de “fraude democrático” después de que Mas defendiera el acuerdo como una forma de “corregir los resultados de la urnas”. “Es el miedo a la democracia”, manifestó la líder parlamentaria de la formación naranja, que insistió en que el acuerdo in extremis sólo responde a la desesperación de los convergentes para evitar un descalabro electoral ante unos nuevos comicios. “Es la constatación de un fracaso, de Mas, del proyecto político de Junts pel Sí, y de que sólo quieren tener tiempo para alargar la agonía de CDC”. Y sobre el presidenciable Carles Puigdemont, Arrimadas destacó que “ha instrumentalizado las instituciones y el municipalismo para favorecer el independentismo” y ha defendido en público a Pujol y a su familia por lo que no es garantía frente a la corrup- ción. “Han cambiado a la persona pero no su intención de dividir a la sociedad, saltarse las leyes, la justicia y no pensar en los problemas de la gente”, sentenció Arrimadas.
El líder del PSC, Miquel Iceta, señaló que la estrategia para investir a Puigdemont es un caso claro de transfuguismo. “No queremos ilegalidades pero tampoco fraudes democráticos, ni fraudes de ley, ni de reglamento. No entendemos que diputados elegidos en una lista acaben incorporándose a otro grupo parlamentario”, dijo. El líder socialista señaló que el pacto tan sólo responde a intereses partidistas, a los de CDC, por lo que lo calificó de una “huida hacia delante” de Convergència ante el miedo de unas nuevas elecciones y, sobre todo, ante la posibilidad de perderlas. “Se ha subastado la presidencia en un intento de CDC de ganar tiempo”, insistió Iceta, que explicó que el pacto es malo para Catalunya. “El espectáculo que Junts pel Sí y la CUP han protagonizado desde el 28 de septiembre no contribuye al prestigio de las política y de las instituciones”, lamentó Iceta.
Por su parte, Catalunya Sí que es Pot apuntó a través de su líder en el Parlament, Lluís Rabell, que el acuerdo tan sólo es un medio, no un fin, y que este es únicamente el de recomponer Convergència. “Estamos convencidos de que lo que hay sobre la mesa es un proceso reconstituyente de CDC, en unos momentos difíciles como supone la comparecencia de los Pujol en febrero en la Audiencia Nacional”, dijo Rabell, que añadió que Mas es “consciente de que no es lo mismo reorganizar un partido en crisis y en caída libre, arrinconado en la oposición, que hacerlo desde el poder y desde el Govern”. Rabell señaló que este acuerdo es “humillante” para la CUP, que está “prisionera” por el proceso independentista que “ha sido manipulado por CDC por intereses propios”.
Por último, el presidente del grupo del PP en el Parlament de Catalunya, Xavier Garcia Albiol, reclamó la necesidad de un gobierno fuerte en España “con capacidad para responder el desafío separatista”, según su primer mensaje en Twitter después de conocerse el acuerdo. “Junts pel Sí pone al frente a Carles Puigdemont con el objetivo de iniciar el proceso de ruptura de Catalunya con España”, subrayó Albiol, quien acusó a Mas de “morir matando”.
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