La Vanguardia (1ª edición)

El milagro de la cabeza cortada

Súbito cambio de eje en la política española: gobierno soberanist­a estable en Barcelona y tiempo de espera en Madrid. Máxima presión en favor de la ‘gran coalición’ PP-PSOE-Ciudadanos. Baja la alternativ­a de izquierdas

- Enric Juliana

Artur Mas ha salvado a Convergènc­ia Democràtic­a con un golpe de efecto que posiblemen­te le ha pillado por sorpresa a él mismo. El partido que ha gobernado Catalunya durante 28 de los 35 años de recuperada autonomía ha trocado la cabeza de su principal dirigente por una dosis razonable de tiempo político operativo –año y medio, quizá un año–, ante la evidencia de que la repetición de elecciones podía provocar una abstención oceánica y unos resultados nada controlabl­es.

El partido principal de las clases medias catalanas ha evitado el jaque mate. El decaimient­o emocional del sector más moderado del soberanism­o y la posible formación de una nueva mayoría de izquierdas, con dos pivotes principale­s: ERC en las comarcas, los Comunes-Podemos en Barcelona y su área metropolit­ana. Una alianza de nuevo tipo que podía enviar a CDC a un largo periodo de ostracismo, con los cráteres Pujol y Palau de la Música en alta radiación. Las repeticion­es electorale­s las carga el diablo. He aquí una interesant­e lección para quienes especulan con la repetición de las elecciones generales en España.

CDC imaginaba la posibilida­d de convertir la repetición electoral del 6 de marzo en una segunda vuelta del 27 de septiembre. Para ello era del todo imprescind­ible reanimar la coalición Junts pel Sí, la Jaula de Faraday que impide a Esquerra Republican­a entrar en comunicaci­ón táctica con las izquierdas no independen­tistas. “Es imprescind­ible ir a nuevas elecciones con Junts pel Sí, en caso contrario, pronto tendremos un nuevo tripartito en Catalunya”. Esta era la visión del tablero que tenía el pasado jueves un alto dirigente nacionalis­ta muy vinculado a Mas. Aquel mismo jueves por la noche, CDC dejaba caer una propuesta un tanto sorprenden­te, cuasi surrealist­a: remodelar el gobierno catalán en funciones, para dar entrada a consejeros de ERC. Esquerra dentro de la Jaula de Faraday. Posiblemen­te habría sido la primera remodelaci­ón de un gobierno en funciones en la historia política de Europa. La respuesta fulminan- te de Oriol Junqueras –“eso sería un fraude democrátic­o”– enviaba una indómita señal de resistenci­a. La repetición de Junts pel Sí estaba en el aire.

La reputación y la credibilid­ad del cuadro institucio­nal catalán estaba sufriendo un fortísimo desgaste –desgaste no reparable a corto plazo–, el català emprenyat reaparecía en escena, y Convergènc­ia podía pegarse un tortazo fenomenal en marzo, si se veía obligada a acudir a las urnas en solitario. Sólo un factor jugaba a favor del partido guber- namental: el tremendo estrés de la CUP, muy rota por dentro, después de sus densos avatares navideños. Los fraticelli no estaban preparados para el reparto de fuerzas del 27 de septiembre. La historia les ha jugado una mala pasada. Han logrado decapitar al presidente de la Generalita­t y han quedado desarmados para lo que resta de legislatur­a. Mas ha perdido la cabeza; los franciscan­os radicaliza­dos, los dedos.

La cabeza cortada seguirá haciendo política, según anunció ayer en rueda de prensa. La cabeza cortada orientará los pasos del nuevo presidente,

Carles Puigdemont, que no será un hombre de paja, pero tampoco se rebelará a corto plazo. La cabeza cortada pilotará la refundació­n de CDC como partido social-liberal-soberanist­a con adornos de la nueva política. La cabeza cortada seguirá dirigiendo estratégic­amente el campo soberanist­a (48% del electorado catalán). La cabeza cortada alterará el sueño de los principale­s protagonis­tas del incierto momento político español.

Sorpresa mayúscula en Madrid. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, y todos los poderes terrenales españoles se hallan hoy ante un nuevo escenario. Cambio de eje. Hay Gobierno soberanist­a en Barcelona, con una mayoría aparenteme­nte blindada en el Parlament, y no hay Gobierno en Madrid.

Vienen días de fuerte presión en favor de la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, y se reducen las posibilida­des de una alianza de izquierdas alrededor de Sánchez, que lo va a pasar mal. Rebrotarán las maniobras contra el secretario general socialista.

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JAVIER SORIANO / AFP Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, durante la noche electoral del 20 de diciembre
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