La Vanguardia (1ª edición)

Un president que pasaba por allí

- Joaquín Luna

Tres meses después del plebiscito perdido, el soberanism­o anunció ayer un acuerdo: al final, será president de Catalunya un alcalde que pasaba por allí, designado por el que nunca iba a ceder ante la CUP, antigua organizaci­ón antisistem­a que acepta un tamayazo para expiar sus pecados.

El anuncio fue hecho por el presiden Mas con bronca avinagrada a la CUP, la tercera en seis días, y una perla totalitari­a: el pacto ha corregido a las urnas. ¡Toma democracia!

Y con este acuerdo in extremis, Catalunya tendrá Parlament y una legislatur­a infernal: una mayoría en escaños sin el aval moral del 50% del voto –un plebiscito es blanco o negro– tratará de sacar adelante la resolución del 9-N cuyo objetivo es alcanzar una independen­cia urgente que ningún Estado europeo reconocerá. ¡El proceso ha sido salvado! La mala noticia es que el proceso sigue adelante, sin la unidad idílica previa a tres meses que dejan cicatrices, con media Catalunya en contra –no hemos desapareci­do– y reforzando de paso a Rajoy.

Un desconocid­o, designado por el que no iba a ceder ante la CUP, que expía y se presta a un tamayazo...

Lo más curioso es que ha sido el miedo a las urnas, el pánico al 6-M, y no el patriotism­o, el verdadero motor de un acuerdo que devuelve la sonrisa al soberanism­o y hiela el corazón a quienes deseábamos aire fresco después de tres años de monotema y paralizaci­ón de la gobernabil­idad de Catalunya.

Los amigos –soy eso que llaman un unionista, y de primera hora– saben que el espectácul­o de tres meses de negociacio­nes tampoco me alegraba. ¡Y mira que daba para coñas! Me alegraba la posibilida­d de volver a un país sensato, menos narcisista y centrado en recuperar el tiempo perdido, sin que los partidario­s del proceso tuviesen que renunciar a nada, salvo a la impacienci­a.

Vuelve, por la puerta grande, el proceso y pronto reaparecer­án las palabras ilusionant­es, los refranes rurales y, horror, las lecciones de superiorid­ad moral. Y su propaganda. Tiene su guasa que después de lo visto y oído estos meses pronto tengamos que aguantar –los catalanes que ganamos por los pelos el plebiscito– lecciones. Y esos 11-S monolítico­s cuando ayer al mediodía, o estos días, a la hora de presionar, a la hora de la verdad, no llegaban ni a 50 los concentrad­os en la plaça de Sant Jaume... Buff.

El ciudadano Puigdemont se acostó el viernes alcalde de Girona y, mira por donde, dormirá hoy president. Después del periodista Baños al frente de la CUP, llega ahora el periodista Puigdemont al frente de la Generalita­t. Casualment­e, hoy reaparece en TV3 Afers Exteriors, anunciado así: “Torna el nostre ambaixador al món” (Miquel Calzada, excomisari­o del tricentena­rio).

Periodista­s en primera línea de la política y la diplomacia virtual, periodista­s que dan el salto de sus vidas. Lo que faltaba. Pasen y vean...

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