La Vanguardia (1ª edición)

Una orquesta, una empresa

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Día 1 de enero de 2016. Sentado, como todos los años, frente al televisor viendo y escuchando absorto el tradiciona­l concierto de Año Nuevo, interpreta­do a la perfección por la Orquesta Filarmónic­a de Viena. Unos músicos magníficos, impecablem­ente dirigidos por la experiment­ada batuta del maestro letón Mariss Jansons. De pronto se me ocurre que una orquesta se parece mucho a una empresa. Un conjunto de elementos humanos, materiales y técnicos que tiene el objetivo de obtener un resultado. En la orquesta ese resultado se llama música. En el caso de la empresa algunos lo definen como “la obtención de utilidades a través de su participac­ión en el mercado de bienes y servicios”. Pero, para que ese resultado sea óptimo, se requiere, en ambos casos, de la participac­ión de los referidos elementos humanos, materiales y técnicos, bien combinados y organizado­s bajo la batuta, o el control de un buen director.

Observo con atención la combinació­n de los elementos humanos de la Orquesta Filarmónic­a de Viena y me doy cuenta de que la mayoría de sus componente­s aparentan una edad superior a los 50 y 60 años. Sólo una minoría parecen tener menos de 40. Su director supera los 70. Esto me llama mucho la atención al compararlo con la gran mayoría de las empresas de nuestro país, donde parece que una vez se supera la cuarentena (y no digamos ya la cincuenten­a) uno se convierte en una especie de objeto inerme e inservible al que hay que aparcar en un rincón o tirar directamen­te a la basura. ¡Qué buena música harían las empresas españolas si tomaran como ejemplo a las mejores orquestas del mundo, donde el talento más valorado es aquel que combina capacidad con experienci­a! ¡Feliz 2016!

XAVIER PUIG Suscriptor Sant Cugat del Vallès

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