La Vanguardia (1ª edición)

Cabalgata de Reyes ‘fashion’

- Glòria Serra

Asisto a una de las miles de cabalgatas de Reyes que se celebraron el pasado martes. Hay un poco de todo. Desde las clásicas carrozas con regalos con los nombres pegados (no faltan Paulas, Martinas y Pols), hasta una agrupación local de demonios que llevan la carroza del carbón. Naturalmen­te, las más esperadas son las de los tres monarcas. En la de este año, el rey negro es un señor con la cara muy pintada de negro y de incuestion­able raza blanca. El rey blanco lleva una peluca y una barba que parecen hechas de rafia, pero lo compensa con un turbante gigantesco que pesa tanto que se lo va sujetando con una mano mientras saluda con la otra. El rey rubio que, por cierto, siempre había sido el mío, ha atacado la caja del maquillaje con una pasión digna de un habitual del Paral·lel. A su paso, una niña exclama: “¡Mira, mamá, lleva mucha purpurina en la cara!, como la que tengo en casa”. Poco antes, otra criatura le preguntaba a su padre cómo podía ser que uno de los pajes del rey negro fuera la hermana de un compañero de clase. Los dos progenitor­es, con rapidez de reflejos, supieron salir del paso bastante bien.

Son las cosas que acostumbra­n a pasar durante las cabalgatas. Pero los niños están tan nerviosos y excitados y tan deseosos de que todo salga bien, que están dispuestos a tragarse lo que sea. Claro que siempre hay límites. La polémica que han vivido en Madrid sobre si una señora puede hacer de rey con barba, ya la vivimos aquí hace unos años. Es complicado dar gato por liebre en este caso. Pero hay que recordar que muchos niños ni siquiera saben quiénes eran los tres reyes históricos y religiosos. Lo único que les han contado es que, ahora y aquí, son los que traen juguetes cada seis de enero.

Los sufridos padres que aguantan las aglomeraci­ones de las cabalgatas sólo para verles brillar los ojos a sus hijos son capaces de explicar cualquier incongruen­cia. Un año escuché a un joven progenitor sudar tinta intentando explicarle a su hija por qué los Reyes no pueden llevar juguetes a todos los niños pobres si van “cargados de joyas por todas partes”. Inconvenie­ntes de criar niños socialment­e conciencia­dos.

Otra cosa es la indignació­n que ha pillado el Partido Popular madrileño, ahora en la oposición, con el estilismo de Sus Majestades al paso por la capital española este año. Podríamos decir que no hubieran desentonad­o en el festival de Woodstock del 1969 escuchando a Janis Joplin. Mucho happy flower. Han acusado a su bestia negra, la alcaldesa Manuela Carmena, de jugar con la ilusión de los niños, de esperpento, de excluyente y sectaria y de poner a los Reyes de Oriente en camisón.

Es complicado saber exactament­e cómo deben ir Melchor, Gaspar y Baltasar. En el Renacimien­to, por ejemplo, los vestían como los ricos de la época: medias, jubones y cabellos rizados. En el Prado puede disfrutars­e de una Adoración de los Reyes Magos de Rubens donde van bastante discretos con capas y túnicas excepto Baltasar, que parece haberse vaciado el joyero de un rapero encima.

Tampoco no hay que exagerar la nota, la mayoría de los niños tienen una ilusión blindada ante cualquier discordanc­ia, como que la mayor parte de los pajes que recogen cartas parecen lo que son, señores disfrazado­s. La tradición, impertérri­ta, lo resiste todo la mar de bien y además los niños, de momento, no votan.

La mayoría de los niños tiene una ilusión blindada ante cualquier discordanc­ia

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain