La fiebre del musical ‘Hamilton’ en Broadway
La fiebre por ver ‘Hamilton’, el musical de moda en Nueva York, provoca aglomeraciones físicas y virtuales
Existen códigos para ejercer de neoyorquino a la última, siempre establecidos a partir de las tendencias denominadas en la actualidad como “virales”.
Van por épocas y se expresan de diversas maneras. A veces se trata de calificar de sexi todo lo que gusta o causa admiración. Otras pasa por pegarse el madrugón –a la cinco– y hacerse con un
cronut del pastelero de moda. Hoy, a principios del 2016, se ha de ser hamiltoniano. Un neoyorquino de pro, informado y cosmopolita, ha de sentir la fiebre que despierta, de Broadway al planeta de la gente guay, el musical Hamilton. Es el más reciente gran artefacto surgido en la meca de la escena de Manhattan.
Un producto propiamente local –no como otros, concebidos en el West End londinense– entre cuyos principales admiradores se cuentan los Obama.
El presidente y su esposa lo han visto y repetido, cautivados por la magia de Lin-Manuel Miranda, de 35 años, estadounidense de nacimiento con raíces puertorriqueñas, encarnación del papel principal y autor del libreto, de la música y de las canciones de esta obra, que trae mucha cola.
Meses de espera para lograr un ticket. En este momento, y por cauces legales, al menos se ha de esperar hasta julio. Salvo para los afortunados de la lotería.
Su inspiración surgió hace más de seis años. En la manos de Miranda había caído la extensa biografía –800 páginas– que Ron Chernow publicó en el 2004 sobre Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro (equivalente al ministro de Economía).
El joven creativo sintió conexión con el personaje, a pesar de las distancias sociales. A Hamilton lo alumbraron fuera del matrimonio. Abandonado por el padre y muerta la madre, creció en la pobreza de un orfanato. En la adolescencia se trasladó a Nueva York, donde llegó con fervor revolucionario. Además de fiel servidor de George Washington, también protagonizó el escándalo político sexual pionero en el
Más de 50.000 clics causan la caída del sistema de lotería de 21 entradas en el día de su inauguración
nuevo país por una relación extramarital. No volvió a ocupar cargos públicos. Murió a los 50 (1804), tras un duelo a pistola con el vicepresidente Aaron Burr.
“Este valiente show”, según la descripción del crítico Ben Brantley, referente en el sector desde las páginas del The New York Times, se sirve del hip-hop, de la rima del rapeo, del R&B o de las baladas para relatar las peripecias de los padres fundadores de Estados Unidos, interpretados por actores hispanos o negros.
Rapeando a lo Bronx y vestidos al estilo clásico del XVIII. Los protagonistas lucen como sus estatuas aunque se expresan con el lenguaje de la calle del siglo XXI.
Desde que irrumpió en el off Broadway –Public Theater– a principios del 2015, y luego, por el éxito, se trasladó en verano al mismo Broadway –Richard Rodgers Theater– los medios de todo tipo, analógicos o digitales, le han dispensado un trato honorífico de los que se reserva “para la aparición de un cometa que pasa una vez en la vida”. El entrecomillado también se agradece a Brantley.
Una vez que se crea la onda, se ha de estar en esa burbuja o no se es nadie. Ya se sabe. El fenómeno se ha plasmado a lo grande esta semana. Como todo musical que se precie, cada mañana se convoca una lotería –se va allá, se coge un número y se espera el sorteo– para repartir unas migajas, por lo general a precio reducido.
Las colas –o apelotonamiento humano ante el Richard Rodgers– resultaban legendarias como la obra. Por sólo 21 entradas. La decepción habitual se compensaba con el aliciente de la presencia de Miranda, que se dejaban ver habitualmente.
El pasado lunes se anunció que al día siguiente, debido a que llegaba el frío, el sorteo se desplazaba a internet. La oferta se bautizó Ham4Ham, en alusión a que Hamilton ilustra el billete de diez dólares, que es el precio fijado para estos tickets. El coste medio de admisión está en 182,39 dólares.
La demanda –más de 50.000 clics– provocó que el sistema saltara por los aires. Sucedió el martes. Siguen reparándolo y han vuelto las colas físicas. Miranda, que ha colaborado en la séptima entrega de La guerra de las galaxias, tiene estrella propia.
Lin-Manuel Miranda impacta al contar con hip-hop la vida de uno de los padres fundadores de EE.UU.