La Vanguardia (1ª edición)

La casera comunica a los Hopkins que los quiere fuera del dúplex ya

La propietari­a intentó el jueves que el juez levantara el precinto del piso para cambiar la cerradura y entrar cuanto antes a limpiar

- MAYKA NAVARRO

No habían pasado ni 24 horas desde que los Mossos d’Esquadra entraron en el domicilio de la familia Hopkins en Girona cuando la propietari­a del dúplex en el que durante semanas se rezó al cadáver del hijo pequeño para que despertara se personó en el juzgado de guardia exigiendo que se levantara el precinto de su vivienda para poder cambiar la cerradura y entrar “a limpiar”. La casera no quiere que los padres de Caleb, en libertad con cargos desde el viernes, sigan en su casa. El magistrado Manuel Marcello se negó, rotundo, a romper el precinto e invitó a la mujer a presentar una demanda civil si quería recuperar su vivienda. En cuanto el matrimonio regresó el viernes al dúplex, la abogada de la propietari­a telefoneó al letrado de los Hopkins para comunicarl­e que la casera les quiere fuera cuanto antes. El abogado Christian Salvador pidió un poco de respeto para la familia y tiempo para recuperars­e. “Acaban de entender que su hijo ha muerto. No tienen amigos aquí, y el dúplex es el único lugar al que pueden ir. Les aconsejaré que cambien de vivienda. Que traten de empezar de nuevo. Pero con calma y sin prisas”, relató Salvador.

El viernes por la noche, el letrado habló por teléfono con Bruce Hopkins. Estaba asustado por la presencia de los medios de comunicaci­ón a las puertas de su casa, sin saber muy bien cómo gestionar esa presión. Habían decidido no salir. Y seguir como hasta ahora, sin abrir la puerta a nadie.

Eso es justo lo que hicieron cuando la víspera de Reyes, la case- ra llamó a la puerta del cuarto piso para reclamar los dos alquileres pendientes de pago. Bruce no abrió. Tampoco lo hizo horas más tarde a la patrulla de los Mossos que se personó en el domicilio a instancias de la propietari­a. Tras la puerta se escuchaban los gritos de la madre. Los agentes decidieron abrir utilizando la llave de la casera. Pero la víspera de Fin de Año, cuando otra patrulla se acercó a la vivienda a instancias del consulado de Estados Unidos para saber como estaba Bruce, el hombre se limitó a hablar con los agentes tras la puerta. Sin abrir. Y ni siquiera se asomó cuando unas semana antes, una funcionari­a del consulado de Estados Unidos viajó hasta Girona para conocer el estado del compatriot­a, tras la denuncia de su socio de que hacía demasiados días que Bruce no respondía al teléfono ni a los correos. Algunas fuentes no oficiales explicaron a este diario que fue el cónsul estadounid­ense en persona quien acudió a esa visita para interesars­e por la familia. La portavoz del consulado no quiso ayer aportar ningún dato sobre esta gestión, para respetar, aseguró, la intimidad de los Hopkins. Pero lo cierto es que ni a sus compatriot­as del consulado quiso Bruce abrirles la puerta. ¿Pero por qué? ¿Qué temía? ¿Que descubrier­an que Caleb llevaba mucho tiempo descansand­o? ¿Que conocieran que la familia entera le rezaba día y noche para que despertara? Por lo que fuera, Bruce había decidido gestionar el tema en la intimidad de su hogar.

Una actitud que su letrado enmarca en el estado de alteración absoluta de la realidad en el que estaba inmersa toda la familia desde que el pequeño Caleb dejó de respirar en un día indetermin­ado del año pasado.

Entre las cosas que Bruce y Scharel han comunicado ya a su letrado está su voluntad de seguir residiendo en Girona. La pareja contó también al juez, y a los Mossos d’Esquadra en su momento, que en esa

El cónsul viajó a Girona hace semanas para interesars­e por el padre de Caleb, quien no le abrió la puerta Los Hopkins han comunicado su deseo de seguir viviendo en Girona, por la calidad de vida y la tranquilid­ad

ciudad habían encontrado una calidad de vida, una tranquilid­ad y una paz que es justo lo que deseaban para criar a su familia.

Pero deberán esperar un tiempo antes de recuperar la calma que ansían y tienen por delante un complicado proceso judicial para poder volver a estar con sus otros dos hijos. El juez está a la espera de los resultados del análisis de los tóxicos. Tras la autopsia, los forenses enviaron muestras al laboratori­o para descartar que Caleb hubiera sido envenenado o si había en su organismo alguna sustancia o medicament­o incompatib­le con su enfermedad respirator­ia. Los investigad­ores descartaro­n desde el primer momento que la familia no hubiera hecho todo lo que estaba en su mano para aliviar sus continuas crisis respirator­ias. Se hicieron traer de Estados Unidos una máquina que ayudaba al pequeño a respirar, y el día que no despertó lo pasó jugando con sus hermanos, sin dar muestras de una crisis que podría haber sido superada en un hospital. El magistrado también está a la espera de un informe de los Mossos analizando los correos electrónic­os de los últimos meses para comprobar que el padre nunca se refirió a su hijo en términos de que estuviera fallecido y que, como asegura, hasta el viernes no supo que había muerto.

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MANU FERNÁNDEZ / AP Puerta de entrada de la vivienda en la que aún vive la familia Hopkins en Girona

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