El Barça iguala su récord de imbatibilidad
El Barça sabe sufrir para celebrar el centenario del técnico e igualar el récord de imbatibilidad
El Barça se subió a la carretera para igualar el récord y se lo trajo de vuelta de Valencia, adonde regresará el miércoles para intentar superarse a sí mismo. No fue con brillantez ni con excelencia, porque al equipo de Luis Enrique se le atascan los partidos de visitante. Pero sí que tiró de oficio, de pegada y un poco de suerte para seguir invicto. Avisó el técnico de que costaría ganar en el campo del Levante, y el colista hizo sudar de lo lindo al líder. Le obligó a defender. Y el Barça del tridente sólo pudo marcar en un rebote y en el minuto 92, en la última jugada del partido. Es un Barça de récord por su potencial y por su competitividad. Es un equipo de ensueño en el Camp Nou y que se aferra a todo para ganar a domicilio. En 28 partidos sin perder –23 victorias y 5 empates– hay de todo, exhibiciones y sufrimiento. Pero sobre todo hay mucha resistencia y un compromiso. Luis Enrique ha formado una piña, y ese grupo con mayúsculas ayer quiso regalar el octogésimo triunfo al entrenador asturiano en su centenario.
No se le pegaron las sábanas al Barcelona en el horario matinal porque su puesta en escena en el Ciutat de València fue acorde a un equipo que lleva cuatro meses sin perder ningún partido. Saltó al campo convencido y mentalizado a marcar para hacer que a su rival, en situación complicada y en construcción, le entrasen las dudas. Fue ambicioso desde el inicio. Y rápidamente consiguió lo que buscaba tras una gran asistencia en profundidad de Iniesta, pero el colegiado se equivocó y anuló el tanto de Messi por un inexistente fuera de juego, ya que hasta dos defensas granotas habilitaban al diez.
Ese error no desanimó al Barça, que siguió con su guión de encerrar al Levante en su campo con una buena circulación de pelota y con Sergi Roberto en el papel y el puesto de Busquets, al que el técnico reservó, para recuperar el balón y no dejar salir al cuadro local, que tenía descolgados a sus dos delanteros, Rossi y Deyverson –en una táctica muy parecida a la que le dio buenos réditos al Deportivo en el Camp Nou–, para contragolpear.
Aunque en los primeros veinte minutos el Barcelona apenas le dio opción con un Neymar muy activo. El brasileño probó a Mariño con una rosca desde el vértice, pero el portero respondió con una buena mano. Hasta que la suerte sonrió a los de Luis Enrique. La insistencia desde la banda izquierda tuvo su premio. Alba dobló a Iniesta, y el centro del lateral, que buscaba Luis Suárez para rematar, acabó en la red después de rebotar en el glúteo de David Navarro. El tridente está tan en racha que marca hasta cuando sólo amenaza. Y aún pudo ampliar su ventaja si Luis Suárez hubiese acertado a definir un envío raso de Ney al primer ,palo pero el uruguayo no encontró portería.
Sin embargo, como sucedió en La Rosaleda, el gol terminó siendo perjudicial para el juego del Barça. Cualquier equipo que fuera último en la clasificación y recibe un gol en propia puerta se hundiría, pero el Levante no se desmoralizó. Primero sufrió y después se estiró hasta complicarle la vida al Barcelona, aprovechando el mal día de Dani Alves. Sólo la nula puntería de Lerma y Morales, que se plantaron solos delante de Bravo, y la cabezonería de Deyverson por intentar la chilena evitaron el empate.
El público se levantó varias veces para aplaudir a su equipo, para premiar a sus futbolistas por la imagen que dieron, por haber plantado cara ante todo un Barça, exigiendo a Bravo más de lo que está acostumbrado. El chileno suele intervenir poco y bien, pero ayer tuvo trabajo extra para ganarse el sueldo mientras los delanteros esperaban su momento, que pudo ser en otro gol
El Barça del tridente sólo pudo marcar gracias a un rebote en propia puerta y un gol en el último minuto
anulado a Messi –ahora bien– en una contra o un cabezazo de Rakitic en un córner.
Luis Enrique reaccionó rápido desde el banquillo con la entrada de Busquets, que puso orden, y Aleix Vidal, que cerró la hemorragia de Alves, para prevenir el asalto final de los granota, ya que Rubi puso toda la carne en el asador con Ghilas y Cuero. El compromiso blaugrana se vio en dos faltas tácticas, de Busi y Suárez, que mordieron para defender el resultado.
Lo curioso es que cuando parecía que el duelo moriría con el Levante con el balón en el área del Barça, un robo de pelota propició un tres contra dos para el tridente. Messi vio a Neymar solo en la otra banda y cruzó el balón, pero por el centro apareció Suárez para coger el envío y batir a Mariño. Cruel final para un buen Levante, y dulce regalo para un Luis Enrique que ha construido un Barça exuberante que enamora en casa y sabe ser sólido y pétreo a domicilio. Un líder que no será fácil de descabalgar.