La Vanguardia (1ª edición)

Florence Kiplagat

FONDISTA DE KENIA

- Iten. Correspons­al XAVIER ALDEKOA

Florence Kiplagat (28), plusmarqui­sta mundial de medio maratón, no acepta el cansancio. “La gente y mi familia esperan muchas cosas de mí”, dice, mientras recorre las carreteras de Iten, entrenándo­se con sus compañeros.

Ver entrenarse a Florence Kiplagat da agujetas. Cansa. La reina de Barcelona, ciudad donde consiguió el récord del mundo de medio maratón hace un año, mantiene el rictus serio mientras da zancadas de avestruz por los caminos de tierra del Valle del Rift. Tap, tap, tap, tap. Avanza tan rápido que pronto deja atrás a sus compañeros de entrenamie­nto, todos hombres, incapaces de seguirle el ritmo. Después del esfuerzo, confiesa su secreto, que es al mismo tiempo una ventana a un cambio mayor. “No existe el cansancio. ¿Sabes por qué? Porque la gente está esperando muchas cosas de mí. Mis hijos esperan mucho de mí. Tengo a mucha gente que me apoya, así que... (ríe) tengo que hacerlo”, dice.

Para Florence no es sólo deporte; es una responsabi­lidad. El atletismo se ha convertido en el motor de cambio de Iten, cuna de los principale­s campeones kenianos de este deporte. No sólo ha cambiado la cara al pueblo, gracias a las inversione­s millonaria­s de los atletas en la localidad, también se ha convertido en un vehículo hacia la igualdad de sexos. Las victorias de las campeonas de la larga distancia como Florence están cambiando el papel conservado­r y mayoritari­amente machista de esta zona rural de Kenia.

Para el italiano Gabriele Nicola, entrenador de mujeres kenianas en Iten desde el año 2007, no hay duda de que el talento de las atletas es el punto de inflexión. “Ha sido un proceso largo, no de la noche al día. Las atletas viajan por el mundo, hablan con otras mujeres y conocen nuevas formas de ver la vida; pero sin duda no hay mejor manera de ser independie­nte que ganar y gestionar tu propio dinero. Y muchas de ellas han empezado a ganar muchas carreras”.

No ha sido un proceso fácil de aceptar para algunos. El docu- mental 01:05:12. Una carrera de fondo, de los periodista­s riojanos Javier Triana y Rubén San Bruno, explica como la estabilida­d económica por el éxito en las pistas rompió otro tabú en una región rural como Iten: el divorcio. Agnes Kiprop o la propia Florence se separaron de sus maridos, incapaces de aceptar que su mujer no iba a ocuparse únicamente de la casa y los hijos. En otros casos, como el de Mary Keitany, campeona mundial de medio maratón en 2009 y vencedora en los maratones de Londres y Nueva York, su marido, el también corredor Charles Koech, supo asumir un papel diferente al socialment­e aceptado en su comunidad y ocuparse él de las tareas del hogar y la familia.

Para el misionero irlandés, Colm O’Connell, quien llegó a Iten en el año 1976, esta particular revolución femenina es casi un milagro. “Antes ninguna chica adolescent­e corría, era un tabú en una zona rural: la mujer debía ocuparse de la casa o de los niños, pero no podía correr; ¡ni siquiera vestirse de esa manera! El atletismo no es sólo un deporte. Ha sido una manera de romper muros para las mujeres”, apunta. O’Connell, quien ha sido profesor y ahora es entrenador de las mejores atletas del mundo, juzga muy positiva la influencia de las campeonas en el resto de la sociedad. “Queda mucho por avanzar, pero las campeonas son heroínas nacionales, son modelos que seguir para las niñas, estén interesada­s en el atletismo o no; la influencia de su liberación afectará a las nuevas generacion­es”, opina.

El talento de las corredoras kenianas ha acabado por rendir incluso a sus compañeros de agujetas. Hace una década, ningún hombre habría aceptado correr para hacer de liebre de una mujer y ayudarla a batir una marca. Ahora ya sí. “El respeto de los hombres hacia las atletas con talento ha cambiado; antes no querían sentirse por debajo de ellas y aho- ra no sólo es una forma de ganar dinero, para algunos es incluso un honor”, explica Gabriele Nicola, quien actualment­e entrena a más de quince corredoras de talla internacio­nal.

Las campeonas también se han convertido en vehículo de cambio

FLOREN CEKIPLAGAT “No existe el cansancio: la gente espera muchas cosas de mí y mis hijos también; debo hacerlo”

GABRIEL E NI COLA, TÉCNICO “Para que ellas sean independie­ntes, nada como el hecho de que ganen y gestionen su dinero”

MISIONERO O’CON N EL L “Las campeonas ya son heroínas nacionales, modelos que seguir para todas las niñas”

económico. Si varios de sus compañeros decidieron invertir parte de sus ganancias en Iten, ellas no se han quedado a la zaga. La exatleta Lornah Kiplagat fundó en esta localidad de 5.000 habitantes un centro de entrenamie­nto en altitud que ofrece alojamient­o a deportista­s extranjero­s, y construyó una pista de tartán (de pago) a las afueras del pueblo. Ambos negocios emplean a más de 25 personas locales, además del beneficio indirecto en comercios, restaurant­es o peluquería­s de la zona.

Florence, por su parte, invirtió en una casa y en una granja de pollos y vacas que dirige su primo Noah. Para la atleta, es una forma de mantener los pies en la tierra. “Es un pequeño negocio que me permite recordar que no soy un ídolo ni nada”, dice. Pero termina su explicació­n con un canto a la igualdad y la convicción de que ella decidirá su futuro. “(La granja) permite entender a la gente que me rodea que hay algo después de mi carrera, que si ellos quieren hacer algo pueden cooperar. Y así podemos salir juntos de la pobreza”.

MUJER EMPRESARIA Lornah Kiplagat ha fundado un centro de entrenamie­nto en altitud y una pista de atletismo

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XAVIER ALDEKOA Florence Kiplagat trota junto a sus compañeros de entrenamie­nto a lo largo de una carretera de Iten

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