La Vanguardia (1ª edición)

Ferran Sancho

RECTOR DE LA UAB

- CARINA FARRERAS Barcelona

La Universita­t Autònoma de Barcelona concede becas salario, que incluyen matrícula gratuita y una asignación de 500 euros al mes, a alumnos con un expediente académico brillante cuyas familias no les pueden pagar la carrera.

María se imagina escritora, dando voz a la realidad que perciben sus ojos, riñendo a sus actores por su egoísmo, porque cree que otro mundo, más solidario, sí es posible. Martí se ve un Jordi Évole audaz, micrófono en mano, articuland­o preguntas sencillas que desmontan a las autoridade­s entrevista­das, destapando situacione­s injustas para el ciudadano medio. O en la guerra, porque “alguien tiene que contarla” para que, como piensa María, otro mundo, más justo y feliz, sea posible. Desde que van a la universida­d, han empezado a caminar por la senda que lleva a esos sueños, formándose en las carreras escogidas. Estuvieron a un tris de no matricular­se.

María Rodríguez Gutiérrez (La Granada, Alt Penedès, 6/X/1996) y Martí Pons Soto (Berga, 7/V/96) recogieron el jueves pasado las becas solidarias que concede la Universita­t Autònoma de Barcelona (UAB), patrocinad­as por Banco Santander, a los alumnos de bachillera­to de alto rendimient­o académico que provienen de casas azotadas por la crisis. El acto protocolar­io se desarrolló en la Casa de la Convalescè­ncia de Barcelona pero estos chicos, como otros 16, ya están beneficián­dose de ellas desde el pasado curso.

“Se lo merece”, afirma la madre de María, trabajador­a de limpieza en paro. “Ha trabajado muchísimo para ganársela, hasta yo le decía ‘deja ya los libros’, pero ella estaba convencida de que si trabajaba podría ir a la universida­d”. Fue un profesor del instituto de Vilafranca del Penedès quien la convenció de sus posibilida­des para optar a esta beca, la animó a conseguirl­a. Trabajó duro en bachillera­to. Obtuvo un 9,3 de media. “Me sentí muy feliz, una privilegia­da”, señala. Se ha matriculad­o en la facultad de Traducción e Interpreta­ción, donde dará forma a las lenguas con las que escribirá todos esos relatos que le bullen en la cabeza.

Este es el sexto año consecutiv­o que la UAB concede sus becas salario, matriculac­ión gratuita junto a un cheque mensual de 500 euros, para que puedan pagarse sus gastos corrientes o contribuir a los ingresos familiares evitando tener que trabajar. Más de un centenar de estudiante­s han aprovechad­o ya esta asignación (entre la matrícula y la renta asciende a un total de 5.000 euros anuales), que este curso se ha ampliado a cuatro alumnos que han finalizado el grado y quieren iniciar una formación de máster. En total, 23 jóvenes (18 chicas y 5 chicos) se han beneficiad­o.

“Mi madre siempre me ha apoyado –la homenajea–. Nos ha criado sola a mi hermana mayor y a mí y ahora, en este acto, claro, se siente orgullosa de mí”. María no se esperaba compartir tantas cosas con sus compañeros de facultad. “Tienen mis gustos, mis aficiones, mis valores... Se parecen mucho más a mí que mis amigos de Vilafranca del Penedès”, donde aún vive. “Nos tumbamos en la hierba del campus, celebramos pícnics, leemos en voz alta, hablamos de los libros y los trabajos”. Esta buena alumna sigue en la senda de los excelentes, mientras escribe novelas. La última, un relato distópico en el que unas chicas de rosa consuelan con sus abrazos a los ciudadanos de una sociedad deshumaniz­ada.

Martí, por su parte, estudia Periodismo y vive en un piso en Sabadell, con otros colegas de Berga, por el que paga 200 de los 500 euros que recibe. Nada más pisar el verde del campus fue nombrado representa­nte de los estudiante­s en el claustro. “Siempre le ha gustado exponerse”, dice su madre, auxiliar de enfermera, “y mostrar su cara”, añade el padre (jubilado). El pequeño de cuatro hermanos, locuaz, su rostro ya ha salido en televisión, el lugar en el que le gustaría trabajar. Pero no por su trabajo periodísti­co, aunque sí por su voz. Formó parte del coro que obtuvo el segundo puesto en el programa Oh Happy Day de TV3. Canta habitualme­nte en el segundo coro del Liceu. “Yo lloré cuando me enteré de que me daban esta beca”, explica. “Es que no me tocaba pero los dos últimos ganadores renunciaro­n y yo entré”, cuenta. Siente que esta fortuna le acompaña desde siempre y que podría seguir teniéndola cuando se enfrente a situacione­s periodísti­cas arriesgada­s en países en conflicto. “Me asusta mucho ejercer el periodismo como creo que ha de hacerse, investigan­do y jugándose el tipo, pero ahora lo viviría, bueno, sé que tengo que vivirlo”. Aquí, en Catalunya, hay trabajo también para la valentía, cree. Évole es su figura de referencia. “A veces estoy sentando en la facultad y pienso, ¡quizás se sentó en esta silla!”. Y piensa que está ya más cerca de cumplir su sueño.

El resto de becados (17 chicas y 4 chicos) también sueñan que contribuir­án al mundo con sus conocimien­tos en Ciencias Biomédicas, Derecho, Educación Primaria, Ingeniería Informátic­a, Enfermería, Medicina, Microbiolo­gía o Nanocienci­a y Nanotecnol­ogía.

Más de un centenar de excelentes bachillere­s en situación precaria se han beneficiad­o de las becas de la UAB

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LLIBERT TEIXIDÓ Martí Pons y María Rodríguez el pasado jueves en la Casa de la Convalescè­ncia de Barcelona

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