La Vanguardia (1ª edición)

El plan ahora es la paz

Santos y Obama reformulan la ayuda militar del plan Colombia con la perspectiv­a del acuerdo de paz con las FARC

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

El controvert­ido plan Colombia llegó a los quince años de vida pero murió la semana pasada. Ahora el plan es la paz. El acuerdo inminente para el fin del conflicto entre el Gobierno colombiano y las FARC aconseja un cambio de discurso y de formas respecto a la estrecha relación entre el país sudamerica­no y EE.UU., su principal aliado en la lucha contra la guerrilla y el narcotráfi­co.

El presidente Juan Manuel Santos fue recibido el jueves por Ba- rack Obama en la Casa Blanca, donde la conmemorac­ión de los tres lustros del plan Colombia se convirtió formalment­e en la puntilla de este programa de ayuda militar por el que Washington suministró armas, tecnología y asesoría a Bogotá.

“Un país que estaba al borde del colapso hoy está a punto de alcanzar la paz”, declaró Obama, a quien correspond­ió anunciar que ahora el acuerdo se llamará Paz Colombia. “Todos sabemos que es más fácil comenzar las guerras que terminarla­s”, añadió. “De la misma manera que Estados Unidos ha sido un socio de Colombia en tiempos de guerra, seremos su socio en la paz”, agregó Obama. Washington aportará 450 millones de dólares en 2017, aunque el nuevo plan deberá ser aprobado por el Congreso.

Ambos mandatario­s trataron de vender el significat­ivo cambio de nombre del acuerdo abundando en los beneficios sociales que traerá el Paz Colombia en el marco del posconflic­to. Sin embargo, el primero de los puntos del nuevo plan será la “consolidac­ión y expansión” de los logros obtenidos en estos quince años en el combate contra el narco- tráfico y las organizaci­ones armadas, por lo que se presume que principalm­ente seguirá basándose en la cooperació­n militar.

No obstante, el programa anunciado también incluirá partidas para ayudar a la reincorpor­ación de los miembros de las FARC a la vida civil, al fortalecim­iento de las institucio­nes, a los servicios de justicia, a las víctimas del conflicto y al desminado, con el objetivo de que Colombia esté libre de minas en 2021.

Además, hay que tener en cuenta que uno de los acuerdos parciales alcanzados entre Gobierno y guerrilla incluye el compromiso de los insurgente­s para colaborar en la destrucció­n de plantacion­es de coca y en la lucha contra las drogas.

“La paz será el broche de oro del plan Colombia y el comienzo de un nuevo capítulo de colaboraci­ón y amistad”, manifestó Santos, añadiendo que el país pasará de liderar el “vergonzoso campeonato mundial en homicidios y secuestros a tener los índices de esos delitos más bajos de los últimos 40 años”.

Por otra parte, Obama tuvo palabras de agradecimi­ento a Cuba, donde se desarrolla­n las negocia- ciones de paz, en otro gesto de distensión hacia la isla por parte de la Casa Blanca. Según lo que ambas partes se autoimpusi­eron el año pasado, el acuerdo final, pendiente sólo de los últimos flecos –relativos a la condicione­s para la entrega de las armas, la desmoviliz­ación de los guerriller­os y los mecanismos para refrendar legalmente la paz– debería firmarse antes del 23 de marzo.

No obstante, en los últimos días, el Gobierno insiste en que no sería un drama si la firma se produce después de esa fecha. “Que sea dos días después, o un día antes, o una semana más tarde, no importa”, sostuvo Santos en Washington. Algún esco- llo no oficial para el acuerdo tiene que ver precisamen­te con EE.UU. Las FARC reclaman la liberación del guerriller­o Simón Trinidad, preso en ese país, así como la exclusión de la lista de grupos terrorista­s de la Casa Blanca. En este sentido, el secretario de Estado estadounid­ense, John Kerry, declaró la semana que es “prematuro” e “inapropiad­o” sacar a las FARC de la lista, y menos antes de firmar la paz.

El Plan Colombia se inició durante la presidenci­a de Andrés Pastrana (1998-2002), tras fracasar las negociacio­nes de El Caguán con las FARC. El país se encontró con una guerrilla fortalecid­a, una desbocada tasa de secuestros y homicidios, y grupos de paramilita­res y carteles de la droga sin control.

No obstante, desde sus inicios, el apoyo militar estadounid­ense fue controvert­ido y criticado por la izquierda y asociacion­es de derechos humanos. Además, si bien contribuyó a cercar a la guerrilla, no logró reducir la producción de coca.

Pastrana acudió a la Casa Blanca, donde fue invitado al igual que el resto de expresiden­tes que ocuparon el poder durante el plan Colombia, incluido Álvaro Uribe, principal de un acuerdo de paz. Uribe declinó la invitación de Obama. “No me sentía con disposició­n de alma para asistir”, declaró Uribe.

“Todos sabemos que es más fácil comenzar las guerras que terminarla­s”, asegura Barack Obama Santos desdramati­za que la firma del acuerdo con las FARC supere el plazo previsto del 23 de marzo

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JOSHUA ROBERTS / REUTERS Los presidente­s de Estados Unidos y Colombia, Barack Obama y Juan Manuel Santos, el pasado jueves en la sala Este de la Casa Blanca

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