La Vanguardia (1ª edición)

La manta de Pablo

- Francesc-Marc Álvaro

Xavier Domènech, diputado y dirigente de En Comú Podem, subraya en varias entrevista­s que la gran noticia de las elecciones del 20-D ha sido el éxito de un partido de ámbito estatal que defiende un referéndum en Catalunya ante el electorado de toda España, caso de Podemos y sus confluenci­as, grupos asociados de algunas naciones históricas. Además, la última encuesta del CIS apunta la posibilida­d de que Podemos alcance el segundo lugar, por delante del PSOE. De los datos de los últimos comicios españoles, Domènech extrae una conclusión: hay una nueva ciudadanía capaz de apoyar un proyecto para gobernar el Estado que acepta sin reservas la plurinacio­nalidad y el ejercicio del derecho a decidir. Iglesias, que se define patriota, lo explica de otra manera: “Nosotros somos la mejor garantía de una España unida”.

¿Tiene razón Domènech cuando lee de manera tan positiva los resultados? ¿Está cambiando de verdad la cultura política española, marcada por el centralism­o y el unitarismo a derecha e izquierda? ¿Es cierto que hay unos nuevos ciudadanos que han dejado de ver Catalunya como una anomalía? Si se observan las cifras atentament­e, se comprueba que los únicos lugares donde esta propuesta ha sido la fuerza más votada son Catalunya y el País Vasco, dos naciones con un sistema político bien diferente y un movimiento

¿Puede Podemos llegar a la Moncloa y cambiar la mentalidad de votantes criados en el anticatala­nismo?

soberanist­a fuerte. El resto de los territorio­s que aportan más diputados de Podemos son Valencia (con Compromís), Galicia (con las Mareas) Navarra, Baleares y Canarias, comunidade­s de las llamadas periférica­s y con movimiento­s nacionalis­tas muy activos. Por lo tanto, el mensaje de otra españolida­d es bien acogido allí donde ya hay una tradición arraigada de contestaci­ón al centralism­o de PP y PSOE.

La gran excepción de este panorama y lo que justifica el optimismo de Domènech son los resultados de la Comunidad de Madrid, donde Podemos alcanza el segundo puesto por detrás del PP. En cambio, si se analizan los resultados de la España castellana y Andalucía, las listas podemitas no llegan nunca al 20%, excepto en Asturias. No desprecio lo que representa el éxito de Iglesias en Madrid, ni el valor que tiene, por ejemplo, que Podemos consiga dos diputados en Málaga sin renunciar a decir que Catalunya es una nación con derecho a votar su futuro. Todo eso es muy importante, pero es insuficien­te. Recuerden: para socialista­s y populares, el voto de los catalanes es como dormir con una manta corta, debes elegir si te tapas la cabeza o los pies. Tener una actitud dialogante ante las demandas de Catalunya supone, para PP y PSOE, perder muchos votos en otras autonomías. Sólo hay que escuchar cuál es la gran línea roja de Sánchez para pactar. La pregunta es obligada: ¿Podemos puede llegar pronto a la Moncloa y cambiar a la vez la mentalidad de miles de votantes criados en el anticatala­nismo más furibundo?

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