Antes muerta que imputada
Cambiar el nombre de algo modifica su esencia? Las tres leyes que inician el famoso proceso de desconexión lo desmienten. La de la Hacienda propia evita el vocablo más debatido en el juicio del caso Nóos y deviene “llei de l’administració tributària”, un eufemismo que más bien parece un hipocorístico, como llamarle Lola a una Dolores. La Seguridad Social se trasviste en “llei integral de protecció social” y el proceso constituyente, un nombre por el que podría exigir royaltis la exsor sísmica Forcades, la ley de “règim jurídic”. Los destinatarios de estos cambios de nomenclatura son los componentes de la brigada Aranzadi gubernamental (en funciones) y los miembros de los atribulados tribunales. Pero hay otro cambio de nombre destinado al público general: el de los imputados. Como sabrán, hace menos de un año el ministro Catalá estableció que las personas imputadas se denominasen investigadas. En teoría para defender la presunción de inocencia, ya que la palabra imputado era percibida por la sociedad como culpable. Investigación, según su parecer, suena mejor que imputación. Menos malsonante. Más inocente.
La cuestión es que los cataclísmicos escándalos de corrupción en Valencia han vuelto a poner el tema en la palestra. Como saben, los desaforados representantes del PP valenciano son investigados y los medios de comunicación se hacen eco de ello. Algunos mantienen el nombre de imputado y muchos otros, como aquí mismo en La Vanguardia, optan por una fórmula sensata: usar la terminología oficial (investigado) pero añadir un paréntesis clarificador (antes imputado). Es evidente que esta opción responde a criterios periodísticos. Cuando hay un cambio reciente en la rotulación conviene mantener durante un tiempo prudencial el nombre antiguo. Lo viven los carteros con el nomenclátor mutante de las ciudades en nombre (plaza Francesc Macià, antes Calvo Sotelo) o número (319, antes 12 bis). También cuando se da un cambio de divisa se mantiene durante años el cálculo del valor en la moneda anterior acuñando expresiones tan entrañables como “de las antiguas pesetas”. Incluso ha pasado con marcas: “Don Limpio, antes Mister Proper”. La idea es transmitir que sólo ha cambiado el nombre y no la cosa. Hasta que el nuevo nombre se impregna de la esencia de la cosa y ya no hace falta recurrir al nombre antiguo. Pero cuando el cambio es puro maquillaje lo más seguro es que no perdure. La ley puede decir lo que sea, pero no nos engañemos, hoy por hoy una investigada es una imputada, aunque sólo sea porque las tres últimas silabas de imputada son mucho más descriptivas que las de investigada.
La ley puede decir lo que sea, pero no nos engañemos, hoy por hoy una investigada es una imputada, aunque sólo sea por tres sílabas