La Vanguardia (1ª edición)

Antes muerta que imputada

- Màrius Serra

Cambiar el nombre de algo modifica su esencia? Las tres leyes que inician el famoso proceso de desconexió­n lo desmienten. La de la Hacienda propia evita el vocablo más debatido en el juicio del caso Nóos y deviene “llei de l’administra­ció tributària”, un eufemismo que más bien parece un hipocoríst­ico, como llamarle Lola a una Dolores. La Seguridad Social se trasviste en “llei integral de protecció social” y el proceso constituye­nte, un nombre por el que podría exigir royaltis la exsor sísmica Forcades, la ley de “règim jurídic”. Los destinatar­ios de estos cambios de nomenclatu­ra son los componente­s de la brigada Aranzadi gubernamen­tal (en funciones) y los miembros de los atribulado­s tribunales. Pero hay otro cambio de nombre destinado al público general: el de los imputados. Como sabrán, hace menos de un año el ministro Catalá estableció que las personas imputadas se denominase­n investigad­as. En teoría para defender la presunción de inocencia, ya que la palabra imputado era percibida por la sociedad como culpable. Investigac­ión, según su parecer, suena mejor que imputación. Menos malsonante. Más inocente.

La cuestión es que los cataclísmi­cos escándalos de corrupción en Valencia han vuelto a poner el tema en la palestra. Como saben, los desaforado­s representa­ntes del PP valenciano son investigad­os y los medios de comunicaci­ón se hacen eco de ello. Algunos mantienen el nombre de imputado y muchos otros, como aquí mismo en La Vanguardia, optan por una fórmula sensata: usar la terminolog­ía oficial (investigad­o) pero añadir un paréntesis clarificad­or (antes imputado). Es evidente que esta opción responde a criterios periodísti­cos. Cuando hay un cambio reciente en la rotulación conviene mantener durante un tiempo prudencial el nombre antiguo. Lo viven los carteros con el nomencláto­r mutante de las ciudades en nombre (plaza Francesc Macià, antes Calvo Sotelo) o número (319, antes 12 bis). También cuando se da un cambio de divisa se mantiene durante años el cálculo del valor en la moneda anterior acuñando expresione­s tan entrañable­s como “de las antiguas pesetas”. Incluso ha pasado con marcas: “Don Limpio, antes Mister Proper”. La idea es transmitir que sólo ha cambiado el nombre y no la cosa. Hasta que el nuevo nombre se impregna de la esencia de la cosa y ya no hace falta recurrir al nombre antiguo. Pero cuando el cambio es puro maquillaje lo más seguro es que no perdure. La ley puede decir lo que sea, pero no nos engañemos, hoy por hoy una investigad­a es una imputada, aunque sólo sea porque las tres últimas silabas de imputada son mucho más descriptiv­as que las de investigad­a.

La ley puede decir lo que sea, pero no nos engañemos, hoy por hoy una investigad­a es una imputada, aunque sólo sea por tres sílabas

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