La Vanguardia (1ª edición)

Trajes de cine para vestir a las estrellas

Blanco, negro, empolvado o floral fueron las opciones femenino plural de la 30.ª gala del cine español

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JOSEP SANDOVAL Barcelona El vestido que lució Isabel Preysler en la gala de los Goya del sábado es de Naeem Khan, un kimono de terciopelo bordado en plata. Lo llevó Alessandra Ambrosio –aunque abierto el escote hasta la cintura y el corte de la pierna hasta bastante más arriba de la rodilla–, en la XIII Brazil Foundation Gala el 21 de septiembre pasado. No sabemos si se trata de un modelo de colección que se presta a las celebridad­es o bien se trata de una compra de la futura señora de Vargas Llosa. El precio del modelo, 7.870 euros queda infinitame­nte muy por encima del traje chaqueta de Antonia Guzmán, un diseño de su hija Mari Carmen, modista como ella. Antonia vio como la lozanía de Irene Escolar, una brillante actriz envuelta en una liviana tela verde le arrebataba el premio como actriz revelación. Dejando aparte el anecdotari­o precios, el esmoquin de Pablo Iglesias y el que Pedro Sánchez ni siquiera llevase corbata, señalemos que los trajes de las señoras se repartiero­n en distintas categorías. Los blancos y/o negros, y los empolvados, más algunos estampados florales, precolecci­ones de primavera, como el que llevaba Goya Toledo, vestida por Carolina Herrera, o el que la firma Georges Hobeika Couture realizó para la mejor actriz principal Natalia de Molina, cuya espalda descubiert­a, plagada de pecas, no debió aceptar jamás. Goya traicionó esa noche a su habitual Elie Saab –que dejó en manos de Silvia Abascal–, como

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