Descanso dominical

“Se hace camino al andar”, escribía Antonio Machado y cantaba Joan Manuel Serrat. Pocas veces como en la pesada matinal de ayer el Barça siguió tanto al pie de la letra el verso del poeta y la tonadilla del músico. Porque eso fue lo que hizo en Valencia. Andar. Y andando siguió su camino victorioso para continuar atrapando registros y para permanecer en una situación de privilegio. El equipo de Luis Enrique viene jugando con fuego bastantes días, pero no termina de quemarse. Esa es la mejor noticia para unos futbolistas que cuando ponen los cinco sentidos son casi imbatibles y que cuando bajan tres o cuatro marchas su juego se transforman en vulnerables. El partido de Alves resultó muy deficiente; el de Messi, poco participativo y con los biorritmos por los suelos, y Suárez, que marcó, tocó menos el balón que Bravo. Síntomas inequívocos de que el recital del miércoles contra el Valencia no iba a tener continuidad en un partido que más bien fue un descanso dominical, que firmaría Mecano, pese a un buen inicio. Se dibujó una especie de entrenamiento con sol y viento, una función de la que nadie se acordará en breve porque es para olvidarla.

Asegura el inefable José Mourinho que prefiere la Premier porque se compite cada semana mientras que en la Liga se suceden las goleadas contra conjuntos de medio pelo. Tiene parte de razón el portugués pero no toda, porque el colista Levante fue más valiente que en muchas ocasiones su Madrid cuando se medía al Barça. Los granotas compitieron con dignidad y dentro de sus limitaciones contra un Barcelona que desde que arrancó el 2016 gana cuando juega bien y también se impone cuando no saca a pasear su fútbol sinfónico.

Bien hará, sin embargo, el conjunto de Luis Enrique en tomar buena nota de sus dificultades ante el calendario que se le avecina y porque para vencer a domicilio hace falta un plus de ardor que en el Ciutat de València brilló por su ausencia. Sólo si se toman en serio los avisos evitarán un tropiezo en el momento más inadecuado.