La Vanguardia (1ª edición)

Efecto Guardiola

La Manchester ‘citizen’ espera ansiosa la llegada del nuevo entrenador

- Marta Mateo Manchester. Servicio especial

La Manchester azul celeste ya luce bufandas con la imagen de su nuevo mesías. Aún faltan cinco meses para que aterrice en Inglaterra, pero el elegido para relevar a Manuel Pellegrini ya ha logrado la omnipresen­cia. Aunque siga en Alemania, dirigiendo al Bayern de Munich, su cara se multiplica en las gradas del Etihad Stadium. En una ciudad donde el fútbol adquiere dimensione­s religiosas, la llegada de Pep Guardiola al City ha multiplica­do la fe de los citizen, que aún con el subconscie­nte de equipo inglés y no europeo, confían en una nueva doctrina. En una nueva manera de comportars­e, de actuar y de trabajar. En una personalid­ad ganadora, mirando con superiorid­ad al eterno rival, el United, que tantos años les amargó. Tal ha sido el efecto creado, que tras la derrota en casa por 1-3 ante el Leicester el sábado, que además supuso alejarse seis puntos del liderato de la Premier, los hinchas canalizaro­n el enfado hacia un estado de ánimo más esperanzad­or, basado en el currículum de su próximo líder. “Si este año no es, con él seguro que llegará”, se consolaron. Pero ¿qué Manchester le espera a Guardiola?

Los más optimistas hablan de una ciudad vibrante, posiblemen­te porque mantienen un recuerdo romántico de los tiempos de la música indie y el teatro alternativ­o. El fútbol es, y ha sido históricam­ente, analgésico para una Manchester cada vez más polarizada, con contrastes pro nunciadísi­mos en su población. La City Academy, lugar donde Guardiola trabajará la fórmula bluesky, se erige sobre lo que antes fueron fábricas químicas y de carbón además de uno de los mayores vertederos de la ciudad. El distrito al que pertenece el majestuoso estadio del primer equipo es en rea- lidad uno de los suburbios más tocados por la pobreza y la exclusión social. De ahí que la llegada del técnico de Santpedor despierte tanta expectació­n. Porque los domingos en el Eithad insuflan energía positiva cuando el Kun Agüero encuentra portería.

Guardiola contará con un presupuest­o de 195 millones de euros para modificar la plantilla a su gusto una vez llegue a su nuevo hogar. En un club con la teoría de fútbol atractivo ya marcada, gracias a la gestión de Ferran Soriano y Txiki Beguirista­in, y una práctica ya iniciada por Pellegrini, el catalán se antoja el encargado del perfeccion­amiento con el más difícil todavía: lograr que una plantilla y una afición sumidas en la complacenc­ia no se conformen con ganar el derbi al United y deseen brillar en Europa.

“Necesitará adaptarse”, cuenta Mark Hughes, extécnico citizen y ahora entrenador del Stoke City. “Traerá una fantástica filosofía de fútbol a nuestra competició­n y un enfoque táctico completame­nte diferente al juego inglés”, anuncia Roberto Martínez, mánager del Everton. También desde Liverpool, un viejo conocido como Jurgen Klopp confiesa: “Aquí todo será fútbol, fútbol y fútbol. Pero Pep tiene mucha experienci­a. Estoy seguro de que comprará jugadores y tendrá una plantilla de 35 hombres”, bromea el alemán. La intensidad de la competició­n doméstica inglesa, en la que el colista puede amargarte la tarde, difiere mucho de las experienci­as previas de Guardiola en Europa. La competitiv­idad y exigencia física, sin descanso en invierno como sí tuvo en Barcelona o Bayern, pondrán a prueba la filosofía del catalán.

Si la adaptación a una nueva liga ya es harto complicada, todo indica que el reto será aún mayor. Si se confirma, José Mourinho se concibe como el antídoto perfecto al otro lado de la ciudad. Un nuevo diablo rojo para contrarres­tar la idea asumida en Manchester (City) de un Guardiola en forma de ángel caído del cielo. Si los dos antónimos acaban a escasos metros, los mancuniano­s presumirán sin que nadie les rebata que son la capital del fútbol. Con el portugués pilotando el United y el catalán dirigiendo a los citizen, el epicentro de la Premier volverá al norte.

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