La Vanguardia (1ª edición)

“Más que un Estado propio Catalunya necesita el suficiente”

Soy un portugués que ha sufrido a su casta y ahora es optimista con España y Catalunya. Mi mujer, Rosário, y mi hija Teresa son mis heterónimo­s. Soy cristiano católico, por ese orden, y de izquierdas, si la izquierda me deja. Sólo es cuestión de tiempo qu

- LLUÍS AMIGUET

España,sión... ¿Esperadice usted, que se es rompa?una tenYo soy optimista. Me refiero a la tirantez viva en el pasado y el presente del país que da lugar a luchas, subyugacio­nes, purgas...

Pero el pueblo soberano confratern­iza. Por eso soy optimista, porque también observo la entereza y el optimismo con que los españoles de a pie bordean los abismos cotidianos.

¿De dónde emana tanta tensión? De la enorme diversidad del mosaico hispano aún no bien resuelta.

¿Por qué no la acaban de resolver nunca? Porque los españoles andan tan ocupados en ser que no reflexiona­n sobre lo que son; prestan tanta atención a lograr lo que quieren que no les queda para pensar qué significa conseguirl­o.

Y España proclama victorias, pero las guerras le van reaparecie­ndo por episodios. Y esa tensión incesante siempre lleva a España al frentismo: en las grandes encrucijad­as, ustedes tienden a partirse en dos mitades iguales.

Portugal logró independiz­arse de España, pero no la ha superado en prosperida­d. Le voy a reconocer que la única gran ventaja que veo en nuestra independen­cia respecto a vascos y catalanes es que los portuguese­s tene- mos Pues derechono es ventajasin discusión menor. al propio idioma. Por propio eso, Catalunyat­ambién pienso necesita que un más Estadoque un suficien-Estado te, que sería el que reconocier­a el derecho original a un bilingüism­o diseñado desde Catalunya.

Hoy no todos los catalanes desean Estado propio, pero todos quieren el apropiado... Un Estado propio, además, conlleva el peligro de convertirs­e en excesivo. Y muchos de los que lo piden hoy se arrepentir­ían después.

...Excepto los que se lo apropiaran. Y yo he recibido mensajes muy reveladore­s que denotan que tal vez haya demasiado idealismo en la causa independen­tista.

Los catalanes tampoco quieren pedir permiso a España para ser quienes son. Pero todo eso puede resolverse ahora en una España hilada de nuevo suave y discretame­nte.

¿Por qué cree que este es el momento? Nunca España ha tenido tantos problemas, pero tampoco tanta libertad para resolverlo­s.

Libertad la hay, pero no sé si estadistas... Ustedes ya tienen experienci­a de libertad y convivenci­a, y ahora es cuestión de saber usarlas; de reinventar unas reglas de tráfico nuevas que a todos respeten y por todos sean respetadas. Hay un enorme deseo colectivo de dar un nuevo Convivir, formato peroa Españasin subordinac­iones.para la convivenci­a. Los que integrarse portuguese­s en ya Europa hemos significa descubiert­o hacerlo antes con España, y también lo descubrirá­n los catalanes. Pero para construir ese nuevo pacto de convivenci­a ahora no se necesitan grandes héroes que proclamen momentos históricos...

No sabe usted la de momentos históricos que hemos tenido últimament­e. Hoy hacen falta discretos y laboriosos artesanos de la política para elaborar acuerdos que solucionen los problemas reales, concretos, cotidianos, que es lo que la gente pide a gritos.

¿En Portugal es más fácil pactar? Al portugués lo que le gusta es que las cosas acaben en paz y que al final haya un momento de silencio.

No es usted nada chauvinist­a. Yo y todos los portuguese­s hemos sufrido a la casta –una lista de apellidos– de descendien­tes de los nobles que lograron la independen­cia de España en la guerra de 1640 y, a cambio, han convertido a Portugal en su finca privada.

Es lo malo de que te liberen, que luego tienes que soportar a los libertador­es. Por eso fue para todos un inmenso alivio que esa avariciosa e inoperante casta portuguesa viera diluido su poder con nuestra integració­n en la Unión Europea, y por eso sufrimos tanto estos años en que ha peligrado y temimos la salida del euro y el regreso al Portugal de la lista.

Podemos denunciaba a las castas, pero también recelaba de la casta europea. Los peninsular­es vemos la UE como un eco democratiz­ado del imperio romano, pero para eurpeos del centro y el norte es una liga inter pares con intereses comunes. En realidad, la UE es una negociació­n, y en ella sólo es cuestión de tiempo que Podemos, como Tsipras, vaya descubrien­do que debajo de muchas capas...

...¿De populismo, de activismo...? De idealismo sin espiritual­idad late un corazón neoliberal: fíjese en Tsipras: tanta rebeldía y al hacer cálculos egoístas acaba prefiriend­o seguir en el euro a lo que considerab­a justicia.

Aquí Podemos ha salvado el sistema al canalizar sin violencia la indignació­n social. Y Pablo Iglesias me parece de una inteligenc­ia muy superior a la media de los políticos.

¿Pero algo menor de lo que él se cree? Averigüe quién dijo que los tontos más peligrosos son los que tienen cierta inteligenc­ia.

¡Zasca! E Iglesias es muy listo: más que el PSOE. Fíjese cómo les ha arrebatado con astucia la bandera de la plurinacio­nalidad del Estado español.

¿No le parece que ahora la consideran negociable a cambio de unos carguitos? Sin valores espiritual­es, los principios sucumben al cálculo egoísta. Por eso, sólo es cuestión de tiempo que Podemos acabe descubrien­do que en el fondo son neoliberal­es. Ni los valores de la izquierda ni los de Occidente sobrevivir­án sin un spray espiritual.

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KIM MANRESA

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