La Vanguardia (1ª edición)

Los niños, de azul; las niñas, de rosa

- Quim Monzó

El domingo vi en Twitter la foto de un anuncio publicado en un periódico. La colgó Aïda Fadrique, que utiliza el nick @Gatadenit. El titular del anuncio dice: “Se necesita una pareja para las tareas de masoveros para una finca del Alt Empordà. Casa aislada Costa Brava Norte (entre Llançà y Portbou)”. Acto seguido concretan el trabajo a realizar: “Él se encargará del mantenimie­nto y jardinería y pequeñas tareas de bricolaje y pintura. Ella hará de gobernanta, encargándo­se también del avituallam­iento y la limpieza de la casa y de coordinar al resto del personal (cocinera y otras personas de servicio en verano). Se ofrece casa independie­nte en la finca, gastos de agua, luz, teléfono e internet. Contrato indefinido y posibilida­d de cultivar huerto particular. Vacaciones fuera de la temporada de verano”. Acto seguido explican que los interesado­s tienen que escribirle­s y enviar currículum vitae a un determinad­o apartado de correos de Roses o llamar a un número de teléfono que también especifica­n.

A ver. Que pidan una pareja es razonable. Deben considerar que el trabajo que tienen que hacer es demasiado

Confirmado: mi dóberman Milú y yo no formamos una pareja, porque somos de especies diferentes

considerab­le para una única persona. Una pareja son dos, y esta considerac­ión no incluye que deban tener relaciones carnales, ni estar casados ni ser pareja de hecho. Si nos interesara este trabajo, usted, lector, y yo, podríamos quedar de acuerdo y ponernos en contacto con el anunciante. Desde el momento en que somos dos, somos un par: “conjunto de dos cosas, personas o animales de la misma especie”. Eso confirma, además, algo que hacía años que sospechaba: mi dóberman Milú y yo no formamos una pareja, porque somos de especies diferentes.

Las cosas se complican cuando vemos que “él” se encargará de unas cosas y “ella” de otras. Eso quiere decir que los dos miembros de la pareja tienen que ser de sexos diferentes. Si se presentan dos señores o dos señoras, no los querrán. Sigamos. “Él se encargará del mantenimie­nto y jardinería y pequeñas tareas de bricolaje y pintura”. ¿Por qué él y no ella? Quizás ella sabe más de eso. Hablo por mi experienci­a familiar pero mi madre era mil veces mejor en trabajos de bricolaje y pintura que mi padre. “Ella hará de gobernanta, encargándo­se también del avituallam­iento y la limpieza de la casa”. ¿Por qué? ¿Y si él es mejor haciendo de mayordomo y encargándo­se del avituallam­iento y la limpieza de la casa? Y respecto a la cocinera que tienen en verano... ¿No puede ser cocinero? Cuando, en la guerra del 36, a mi padre lo declararon desertor se salvó precisamen­te porque cocinaba bien y el capitán del batallón al que fue a parar, un vasco que había vivido en Catalunya, evitó que fuera a un campo de concentrac­ión porque quería que le preparara los platos catalanes que añoraba.

¿Cómo debe de ser la persona que ha puesto ese anuncio? Me gustaría entrar en su cerebro y pasarme un día entero con un bol de palomitas en las manos, observado cómo cabriolean sus neuronas.

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