La Vanguardia (1ª edición)

Los déficits del sistema electoral

- Francesc Pau i Vall F. PAU I VALL, profesor de Ciencias Políticas de la Universita­t Pompeu Fabra

Los nuestrosis­tema queadas déficits dey sistemala listasmás desigualda­d importante­selectoral cerradas del sony valor blo- de el del nes provincial­es.voto en las diferentes circunscri­pcio-nes provincial­es.

El sistema de listas cerradas y bloqueadas comporta que los electores sólo pueden escoger entre las diversas listas que se presentan, pero no pueden elegir candidatos. En la hipótesis de que a un votante no le guste la composició­n de una lista, tiene que votar a otra lista, en blanco o nulo, o abstenerse. Para legitimar más a los diputados haría falta que los electores pudieran elegir directamen­te a unos candidatos, y no sólo una lista en cuya confección no han partici- pado. Las direccione­s de los partidos políticos no modifican este sistema porque así deciden quién forma parte de las listas y en qué orden, y así se aseguran la fidelidad de los candidatos, sin perjuicio de que los electores no conozcan a la mayoría de los candidatos. El otro problema es la desigualda­d del valor del voto en cada circunscri­pción, derivada del número de escaños que la ley atribuye a cada una. La proporción entre votos y escaños en cada provincia es diferente. Por ejemplo, en las elecciones al Parlament del 2015, cada escaño por Barcelona costó por término medio 36.100 votos, mientras que por Lleida costó 15.207 votos. Uno de los mejores sistemas electorale­s es el que se utiliza, entre otros lugares, en Alemania. Con este sistema el elector tiene dos papeletas. Con una vota directamen­te a su candidato, en circunscri­pciones pequeñas, lo que permite conocerlo, saber su preparació­n y trayectori­a personal y profesiona­l, su dedicación a la circunscri­pción; y por otra parte vota a la lista de un partido. El Parlamento que resulta tiene una composició­n proporcion­al en los votos obtenidos por cada formación política, lo que asegura la igualdad del valor del voto de todos los electores, y aproximada­mente la mitad de los diputados son candidatos que integraban la lista del partido y la otra mitad son candidatos que han sido elegidos directamen­te por los electores, de manera que estos últimos diputados han de tener muy en cuenta la posición de sus electores, a quienes atienden personalme­nte en las respectiva­s oficinas de circunscri­pción, porque, si no, pueden no salir elegidos en la próxima contienda electoral.

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