A tientas buscando las llamas en el infierno
Los bomberos tardaron más de dos horas en localizar el fuego caminando a ciegas por los túneles
Venda los ojos a un bombero con un equipo de respiración autónoma, suéltalo en un túnel, y que encuentre el fuego. Así trabajaron ayer los bomberos de Barcelona, a ciegas. Dos horas estuvieron caminando entre túneles anegados de humo buscando a tientas las llamas en el laberíntico subsuelo de la ciudad. Dieron por fin con el fuego en lo que hubiera sido uno de los vestíbulos de la estación fantasma de Bifurcació-Vilanova. Hace muchísimos años que esporádicamente duermen personas sin techo entre basuras, colchones y plásticos que se acumulan en ese recinto tapiado. Alguien debió de encender un fuego para calentarse o cocinar sobre las doce de la noche. Las llamas se descontrolaron y la cantidad de materiales viejos acumulados avivaron un fuego que provocó un humo muy denso y negro que no tardó es escapar bus- cando la salida entre los túneles.
La abundancia de colchones, plásticos y material fabricado con poliuretanos provocó al arder ese humo tan negro, denso y tóxico que se propagó por los túneles impidiendo la circulación ferroviaria. Además, al tratarse de una estancia cerrada, con poco oxígeno y sin ventilación, la combustión fue lenta, y mucho más tóxica y peligrosa.
Los bomberos recibieron la alerta de presencia de humo en los túneles a las dos de la madrugada. El lunes estaba de guardia el turno C, de los cinco en los que se distribuye el servicio de extinción. Los primeros accedieron a través de la estación del Arc de Triomf. El servicio de trenes ya se había interrumpido. En las vías, mientras trataban de dar con el fuego, se produjo un cambio en el sentido del viento y los bomberos se encontraron de repente avanzando a oscuras con el humo de cara. Pese a trabajar con equipos de respiración tuvieron que salir de allí. El túnel era impracticable.
Hubo un cambio de estrategia. Había que acceder a la zona por otro punto más cercano a la estación fantasma. Entonces localizaron la que hubiera sido la salida de emergencia de Bifurcació–Vilanova, en caso de que la estación de tren hubiera funcionado. Un acceso inutilizado en la confluencia de las calles de Pamplona y Alí Bei, por debajo de la avenida de la Meridiana. Desde allí ya no tuvieron demasiada dificultad en localizar el incendio. Después ya, la complejidad para extinguir las llamas radicó no en la intensidad del fuego, que ese momento ya había quemado casi toda basura que podía arder, sino en las maniobras para instalar las líneas de manguera pa- ra llevar el agua hasta ese punto. Los responsables del operativo estuvieron muy pendientes de controlar los relevos para que ningún bombero permaneciera en aquel infierno de túneles más del tiempo aconsejable con un equipo de respiración.
En el servicio participaron bomberos de todos los parques de la ciudad, menos de Vall d’Hebron, y se consumieron casi la totalidad de las botellas de oxígeno disponibles para labores de extinción. Ningún bombero resultó afectado y anoche nadie se había acercado a los servicios de emergencia de la ciudad con quemaduras o síntomas de intoxicación por humo. El comisionado de Seguretat, Amadeu Recasens, encargó a la Guardia Urbana que buscaran en hospitales y dispensarios si durante el día llegó algún herido que, por miedo a las consecuencias, o por estar sin los papeles en regla, no hubiera explicado que estaba en el lugar donde empezó el incendio.
Las llamas se apagaron sin dificultad. Pero será imposible determinar en ese espacio tapiado y sin luz qué desencadenó exactamente el incendio. Mucho más complejo fue el trabajo de ventilación. Ese túnel es antiguo y no dispone de sistemas automáticos de extracción de aire. Por eso se utilizó el viejo truco de hacer pasar trenes vacíos a gran velocidad para mover el humo en cada pasada.
El incendio empezó en una hoguera en un habitáculo de basuras donde suelen dormir personas sin techo