La otra vía de Irán: la conexión norcoreana
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ha justificado de modo persuasivo los acuerdos nucleares con Irán explicando en detalle que las garantías acordadas limitan el perfil de todas las instalaciones importantes de Irán, no sólo las dos centrifugadoras conocidas y el reactor Arak, sino también cualquier instalación no conocida, ya que comienzan con la primera fase propiamente dicha; es decir, el procesamiento de uranio en bruto.
Cabe oponer toda clase de objeciones a los sistemas de vigilancia y procedimientos de inspección acordados; estos últimos quedan muy lejos, ciertamente, del acceso a inspecciones completas y sin previo aviso. Pero estas son cuestiones muy técnicas que no resulta útil debatir en términos generales.
Hay, sin embargo, otra vía para que Irán pueda obtener armas nucleares que exige un análisis inmediato al máximo nivel de es- fuerzo además de una amplia acción cautelar: un programa clandestino en, y conjuntamente, con Corea del Norte.
Es un hecho indiscutible que la tecnología, los subsistemas, los componentes y las armas puestas a punto por Corea del Norte han sido –y son– esenciales en los enérgicos esfuerzos de Irán para añadirlas a su arsenal de misiles balísticos de varias clases. Otro hecho indiscutible es que lo dicho hasta aquí demuestra que existe un constante transporte de técnicos, objetos y dispositivos entre Irán y Corea del Norte, posiblemente en aviones de carga que puede ser realizado por terceros, desde luego en barcos mercantes que pueden navegar bajo cualquier pabellón, así como por tierra a través de China, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán; las mercancías comunes desde luego utilizan esta vía.
No se trata de un hecho, pero sí de una explicación plausible de la sorprendente aceptación de los acuerdos nucleares por parte de la Guardia Revolucionaria de Irán (Pasdaran), los vehementes protagonistas y los ruidosos defensores de los esfuerzos nucleares de Irán, la de que fueron comprados con una porción sustancial de fondos iraníes no congelados y/o un aumento de sus ya notables ingresos del Estado y permisividad en el uso del dinero para impulsar sus ambiciones en el terreno de armas nucleares en Corea del Norte.
En este punto, otra serie de hechos indiscutibles pueden tener importancia: a lo largo de años, el régimen de Corea del Norte se ha implicado en todas las formas imaginables de ilegalidad y malversación o de utilización de ciudadanos extranjeros para la fabricación y distribución de dólares falsos, drogas sintéticas y, por supuesto, la exportación de misiles balísticos a Irán, además de otras armas a cualquiera dispuesto a pagar.
Los acuerdos nucleares pueden, en consecuencia, haber preparado el terreno para otro acuerdo entre los Pasdaran y Corea del Norte: el intercambio de importantes sumas de divisas fuertes para que las instalaciones nucleares sean accesibles a los técnicos iraníes y/o la construcción de instalaciones de propiedad iraní en Corea del Norte. Sea como fuere, los Pasdaran podrían por tanto prepararse para obtener rápidamente armas nucleares una vez expiren los acuerdos dentro de quince años o se denuncien con anterioridad. Desde luego, el personal iraní podría desarrollar sus conocimientos técnicos sin estar atado de pies y manos por las limitaciones impuestas por los acuerdos.
Nada de lo dicho hasta aquí equivale a un argumento contra los acuerdos nucleares. Pero aboga por el necesario esfuerzo para supervisar y controlar con urgen-
Los acuerdos nucleares pueden haber preparado el terreno para otro pacto entre los Pasdaran y Pyongyang
cia todo el tráfico humano y material entre Irán y Corea del Norte. Además, hay que estar preparados para interceptarlo y prohibirlo si se descubre que ha evolucionado de ser un peligro posible a ser un peligro real.