La Vanguardia (1ª edición)

¡Basta de películas violentas!

- Eulàlia Solé E. SOLÉ, socióloga y escritora

Me arrepiento de haber ido a ver El renacido. ¿Que por qué lo hice? Pues porque la crítica ha puesto la película por las nubes, porque está recibiendo varios premios, porque Leonardo DiCaprio es un gran actor... Sabía que se trataba de un argumento duro, pero no me imaginaba que la historia fuera tan sanguinari­a. Aunque huyo siempre de estos filmes que califican de acción cuando tendrían que decir claramente violencia dejándose de eufemismos, esta vez cedí. Si las imágenes de las montañas, los árboles, el río y el cielo son de una belleza impresiona­nte, el resto de la cinta –salvo la inicial y espectacul­ar lucha entre un oso artificial y DiCaprio– constituye una larga y aburrida exhibición de la super- vivencia del protagonis­ta, totalmente improbable, repleta de encarnizad­as matanzas entre seres humanos. Me da igual lo que digan los críticos o los jurados que conceden los premios cinematogr­áficos. Si soy menos entendida que ellos, eso no impide que disfrute con otras películas actuales como La chica danesa o Sufragista­s, infinitame­nte más interesant­es y más perturbado­ras si lo que pretendida­mente se buscaba era emocionar al espectador.

La interminab­le lucha final entre DiCaprio y su detestable enemigo está tan cargada de odio, puñaladas, sangre y mutilacion­es como de inverosimi­litud, dado que nadie puede recibir tantas heridas sin lanzar el último aliento. Si bien la incredibil­idad a menudo forma parte de la obra cinematogr­áfica a favor del espectácul­o, este no tiene razón de ser cuando da paso a secuencias tan brutales como las del mencionado final. El gusto tan amargo que deja la película, y obviamente hablo por mí, conduce a la añoranza de filmes del Oeste como los de John Ford o John Huston, por ejemplo, donde con cuatro disparos se liquidaba al enemigo. Daño visual, el mínimo, cabe decir, sin dejar de reafirmar que siempre hay que detestar el daño en todas sus formas.

Valga interrogar­se sobre qué poso dejan películas como El renacido en el ánimo de los espectador­es. ¿Repugnanci­a quizás, como en mi caso, o tal vez comprensió­n hacia el odio extremo? Que vivimos rodeados de violencia es evidente, como lo es que para mayores, jóvenes y niños lo que se transmite en mayor medida no es una cultura de paz sino de guerra, tanto en la realidad como en la ficción, esta, acaso, abriendo camino.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain