Impriman la leyenda (o el icono)
Considerada en el conjunto de la obra de Andy Warhol, la gran instalación gráfica Sombras me parece algo así como la útima vuelta de tuerca o el gesto definitivo que acaba de remachar su propuesta estética. Esta obra se podría interpretar como una declaración de principios que incluye un indirecto y elegante tiro de gracia contra el romanticismo. Hay un punto de perversi- dad en el acto de tomar uno de los motivos más románticos que cabe escoger –las sombras– y convertirlo en una especie de icono simplificado, de silueta diseñada, en una plantilla luego impresa y multiplicada como si fuese la imagen de una lata de conservas o de una actriz de Hollywood ya considerada como icono, mujerobjeto y marca vendible.
Tal vez en ese gesto hay menos perversidad que sentido del humor y carnaza para sociólogos del arte, pero en cualquier caso el resultado es una reducción de un tema sublime a un mínimo denominador común, que es el nivel del arte pop, de la cultura popular, de la publicidad. Así, el sentido poético, los significados alegóricos y los matices plásticos que las sombras podrían expresar desaparecen en gran medida, pues el énfasis se pone en la imagen general y neutra. Las de Warhol son sombras estereotipadas, siluetas reproducibles mecánicamente. Ya lo dijo él, copiando a los futuristas: “I want to be a machine”. Warhol quería ser una máquina (de ganar dinero, no como James Brown, que con su Sex Machine apuntaba al sexo). Y, sin embargo, aprecio un acierto conceptual y una minimalista elegancia estética en ese modo de desplegar variaciones ligeras sobre un tema –las sombras– antaño cargado de gravedad. Warhol era muy listo, sí. En su estrategia de personalidad autopromovida y de firmador de productos fabricados en parte por otros fue alumno, con mucho provecho, de campeones como Salvador Dalí y Walt Disney.
Respecto a su obra, a veces uno se distancia tanto como él lo hacía de sus sujetos al convertirlos en objetos. Sin embargo, no seré yo quien cargue contra el productor que apoyó a los espléndidos The Velvet Underground.