Paseo por el templo
Desde el 2008, las visitas guiadas del Circuit descubren las interioridades de la instalación a los aficionados
Aquí es donde se ponen las gorras y se las tiran a la cara, ¿no?”. La aficionada inglesa recuerda bien el pique entre Hamilton y Rosberg tras la carrera de Austin, cuando los dos Mercedes se intercambiaron las gorras. La escena ocurría en un cuartito donde los pilotos se secan el sudor antes de salir a la ceremonia del champán: el prepodio. “El del Circuit tiene mucha historia”, dice Albert, el guía, dispuesto a contar anécdotas y algunas indiscreciones a los aficionados que participan en las visitas guiadas del Circuit de Barcelona, una de las actividades de más éxito de la amplia oferta del templo del motor.
Las visitas guiadas se pusieron en marcha en el 2008 para acercar el público a la instalación. “Una actividad como esta nos permite mostrar las interioridades del Circuit, espacios inéditos, la gente que trabaja, y así dimensionar el nivel organizativo que requiere la F-1”, explica Joan Fontserè, director del Circuit. La voluntad es “hacer partícipes a los aficionados, que puedan ver rincones a los que no tienen acceso”. Es como un recorrido museístico, pero en lugar de observar obras de arte los aficionados se emocionan acercándose a lugares nada comunes, como el prepodio, el podio, los viales o el paddock, y, cuando no hay restricciones por carreras o entrenamientos, también se visita la sala de control y la sala de prensa.
La estrella del paseo depende del grado de forofismo del visitante: “Para los que entienden, lo más celebrado es la sala de dirección de carrera, con los 26 monitores desde los que se controla la pista; a los menos fanáticos les interesa subirse al podio y hacerse selfies”. Y así ocurre en esta visita en la que se coló La Vanguardia. Tracy, la inglesa de Barnsley, alucina tanto con el tiempo caluroso de febrero como con la visión única desde el cajón más alto. “Es impresionante estar aquí arriba”, dice sintiéndose Hamilton.
El podio es la cuarta de las estacio- nes de la visita, que dura hora y media y se detiene en 6 u 8 escenarios, empezando por la sala de briefing y conferencias, donde los grupos, de hasta 16 personas, son recibidos con un vídeo divulgativo sobre las actividades y características del Circuit, curiosidades como que la recta mide 1.067m, que hay 37 palcos para empresas, 18 suites privadas, o que caben 500 periodistas en la sala de prensa. En la sala de conferencias no falta la foto en las sillas donde se sientan los tres primeros, así como el gracioso que imita una de sus tópicas frases.
La visita prosigue por el prepodio, el podio y los viales, es decir, las vías de servicio paralelas a la pista por donde circulan los comisarios de pista, fotógrafos y las grúas. Esa decena de metros hasta el asfalto es lo más cerca que verán un bólido. El acceso a los garajes, obviamente, está denegado. El paseo concluye con la visita al paddock, un espacio exclusivo para las escuderías, periodistas e invitados. “Ojalá pueda ver de cerca un coche”, anhela en vano Daniel, de Sant Cugat. Con su mujer, Izaskun, se han regalado la visita como obsequio de cumpleaños. “El precio está bien, 35 euros... Prefiero quitarme de otras cosas”, justifica, encantada con haber subido al podio, pero molesta “porque no hay cajeros automáticos en el recinto”.
Las visitas guiadas se realizan los días de entrenamientos, en tres turnos (10, 11.30 y 15 h). En los 8 días de tests de F-1 se han vendido 366 plazas. El último día, el jueves 4, habrá una visita guiada solidaria (la recaudación se destinará a Wings for Life), que tendrá como guinda un encuentro con Carlos Sainz.
SEGUIDORES PRIVILEGIADOS “La pretensión es hacer que los aficionados puedan ver rincones a los que no tienen acceso”, cuenta Fontserè
RINCONES EXCLUSIVOS La visita permite ver la sala de conferencias, el podio, el prepodio, los viales y el ‘paddock’ por 35 euros