Guardaespaldas en el aula
Un profesor universitario italiano es acosado por su posición ante el conflicto de Libia
Algunos hablan de un retorno puntual de Mayo del 68 o de algo aún peor, del clima político envenenado del decenio de los setenta del siglo pasado, los años de plomo del terrorismo. Quizás sea exagerado, pero han provocado alarma en Italia el acoso y los insultos recibidos, en plena clase, por el profesor de Ciencia Política Angelo Panebianco, quien es además editorialista del Corriere della Sera.
Las amenazas de un pequeño grupo radical, en la Universidad de Bolonia, han obligado a poner protección policial, con agentes de paisano, a Panebianco, de 67 años, que enseña allí desde 1976. Dos días seguidos, el lunes y el martes de esta semana, unos alborotadores entraron en el aula, interrumpieron la lección, se encararon al profesor y le llamaron asesino, entre otros insultos. El tema ha saltado a las tertulias de radio y televisión y ha propiciado campañas de recogida de firmas en solidaridad con el docente. La inmensa mayoría de los estudiantes también lo defiende.
Hace tiempo que Panebianco provocaba inquina en un sector del alumnado de extrema izquierda. Pero el detonante de las últimas acciones fue un artículo en portada del Corriere della Sera, el pasado 15 de febrero, en el que el profesor abordaba el creciente problema de Libia. Según Panebianco, Italia no ha comprendido todavía lo que significa, en términos de seguridad, el repliegue político y militar de Estados Unidos en algunas zonas del mundo, especialmente en Oriente Medio, un proceso que, en su opinión, podría acentuarse según quién gane las elecciones presidenciales de noviembre.
Lo que más indignó a sus detractores fue que Panebianco, en su reflexión, afirmara que los italianos, desde 1945, se han acostumbrado, cómodamente, a vivir con la seguridad y la protección que le brindaba el aliado estadounidense. “No hemos sido capaces de desarrollar una adecuada cultura de la seguridad –escribió el profesor de Bolonia–. Nos parecemos a esos chicos que han teni- do padres demasiado protectores y no son capaces de arreglárselas por sí solos”. A juicio de Panebianco, “los buenos sentimientos pacifistas que hemos desarrollado, no sólo la muy sana idea evitar la guerra a cualquier coste sino también la idea enferma de que no es necesario prepararse para defenderse, son un lujo que nos hemos podido permitir gracias a la protección”. En el artículo, Panebianco se mostró convencido de que resultará inevitable, tarde o temprano, la implicación de Italia, “a la que le corresponderá un papel de liderazgo”, en una operación en Libia para combatir al Estado Islámico. El problema, agregó el profesor, es que el Gobierno no ha preparado a la opinión pública para esa intervención militar y, cuando esta llegue, “habrá fuertes contragolpes en las calles y en el Parlamento”.
Tras las agresiones verbales, la suspensión de las clases y otros incidentes, Panebianco volvió a escribir un artículo, en primera página del Corriere della Sera, el pasado miércoles, en el que defendía sus opiniones, reivindicaba el pensamiento libre y alertaba que “la democracia es un régimen muy frágil” cuya supervivencia depende en todo momento de que “la moderación política prevalga sobre el extremismo”.
Respecto a Libia, los hechos parecen dar la razón a Panebianco. El Consejo Supremo de Defensa, presidido por el jefe del Estado, Sergio Mattarella, y con participación de Renzi y varios ministros, se reunió el jueves y acordó dar luz verde a misiones secretas en Libia de comandos de operaciones especiales, como ya hacen Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Está por ver cuál será la reacción de los pacifistas radicales y si volverán a usar a Panebianco como chivo expiatorio de su descontento.
Angelo Panebianco lamenta que tantos años de protección americana hayan debilitado a Italia