Lo foral no se toca
Uno de los puntos estelares del pacto suscrito esta semana entre el Partido Socialista Obrero Español y Ciudadanos apunta a la desaparición de las diputaciones provinciales, que serían sustituidas por unos “consejos provinciales de alcaldes”.
Es verdaderamente significativa la similitud de este acuerdo entre Pedro Sánchez y Albert Rive- ra, con uno de las grandes promesas del actual primer ministro italiano Matteo Renzi. Reformista de camisa blanca (más de centro que de izquierda), con trasfondo católico y obsesión por la redes sociales, el hiperactivo Renzi también es antiprovincial. El exalcalde de Florencia accedió a la presidencia del consejo de ministros en febrero del 2014 prometiendo la liquidación de los entes provinciales de su país.
Por el momento ha reducido ligeramente el número (de 107 a 97) y está en curso un programa de adelgazamiento. Cuando con- cluya la lenta reforma constitucional italiana, las provincias perderán atribuciones y peso político, sin desaparecer del todo. Ningún funcionario se quedará sin empleo y sin estipendio. Habrá menos personal político, si el gatopardismo lo permite. El ahorro económico será moderado.
Gran malabarista, Renzi ha convertido la cuestión de las provincias en un hábil relato. El joven político en mangas de camisa intenta reducir la burocracia, pero esta se resiste. Todo cambia para seguir más o menos igual, pero la ilusión reformista sigue en pie. Habrá que seguir con atención la peripecia de las provincias italianas.
El incipiente renzismo español, bicéfalo y necesitado de más votos en el Congreso de los Diputados, también promete la desaparición de las poderosas diputaciones provinciales. Las primeras resistencias no han tardado en aparecer. Los barones territoriales del PSOE no quieren perder poder y capacidad de contratación. Veremos qué recorrido tiene ese acuerdo, a medida que el Gran Centro vaya evolucionando como nuevo formato de la política española, tanto si hay pronto un nuevo gobierno o se va a unas nuevas elecciones.
El pacto excluye las diputaciones forales del País Vasco y Navarra, protegidas por la disposición adicional primera de la Constitución. La excepción no debiera sorprender a nadie, pese a la conocida propuesta de Albert Rivera de proceder a una progresiva extinción del concierto foral vasco y del convenio foral navarro. El PSOE jamás pisará esa línea. El PP, tampoco. Ciudadanos, tampoco. Y Podemos, tampoco.
El Partido Nacionalista Vasco, seguro de sí mismo en la actual coyuntura, se ha tomado unos días para anunciar su voto en la investidura. No tiene mucha prisa para adherirse al Gran Centro.