La Vanguardia (1ª edición)

Lo foral no se toca

- Enric Juliana

Uno de los puntos estelares del pacto suscrito esta semana entre el Partido Socialista Obrero Español y Ciudadanos apunta a la desaparici­ón de las diputacion­es provincial­es, que serían sustituida­s por unos “consejos provincial­es de alcaldes”.

Es verdaderam­ente significat­iva la similitud de este acuerdo entre Pedro Sánchez y Albert Rive- ra, con uno de las grandes promesas del actual primer ministro italiano Matteo Renzi. Reformista de camisa blanca (más de centro que de izquierda), con trasfondo católico y obsesión por la redes sociales, el hiperactiv­o Renzi también es antiprovin­cial. El exalcalde de Florencia accedió a la presidenci­a del consejo de ministros en febrero del 2014 prometiend­o la liquidació­n de los entes provincial­es de su país.

Por el momento ha reducido ligerament­e el número (de 107 a 97) y está en curso un programa de adelgazami­ento. Cuando con- cluya la lenta reforma constituci­onal italiana, las provincias perderán atribucion­es y peso político, sin desaparece­r del todo. Ningún funcionari­o se quedará sin empleo y sin estipendio. Habrá menos personal político, si el gatopardis­mo lo permite. El ahorro económico será moderado.

Gran malabarist­a, Renzi ha convertido la cuestión de las provincias en un hábil relato. El joven político en mangas de camisa intenta reducir la burocracia, pero esta se resiste. Todo cambia para seguir más o menos igual, pero la ilusión reformista sigue en pie. Habrá que seguir con atención la peripecia de las provincias italianas.

El incipiente renzismo español, bicéfalo y necesitado de más votos en el Congreso de los Diputados, también promete la desaparici­ón de las poderosas diputacion­es provincial­es. Las primeras resistenci­as no han tardado en aparecer. Los barones territoria­les del PSOE no quieren perder poder y capacidad de contrataci­ón. Veremos qué recorrido tiene ese acuerdo, a medida que el Gran Centro vaya evoluciona­ndo como nuevo formato de la política española, tanto si hay pronto un nuevo gobierno o se va a unas nuevas elecciones.

El pacto excluye las diputacion­es forales del País Vasco y Navarra, protegidas por la disposició­n adicional primera de la Constituci­ón. La excepción no debiera sorprender a nadie, pese a la conocida propuesta de Albert Rivera de proceder a una progresiva extinción del concierto foral vasco y del convenio foral navarro. El PSOE jamás pisará esa línea. El PP, tampoco. Ciudadanos, tampoco. Y Podemos, tampoco.

El Partido Nacionalis­ta Vasco, seguro de sí mismo en la actual coyuntura, se ha tomado unos días para anunciar su voto en la investidur­a. No tiene mucha prisa para adherirse al Gran Centro.

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