La Vanguardia (1ª edición)

Samaranch y el vuelo gallináceo

- Francesc Granell

Esta semana, y a pesar de la molesta huelga de transporte­s, se ha celebrado con éxito el Mobile World Congress que es, junto al MWC de Shanghai, una cita ambiciosa para la telefonía móvil en todos sus aspectos.

Sus cifras muestran que es un acontecimi­ento que pone a Barcelona en el mapa del sector año a año hasta el 2023. A la salida del recinto de FiraHospit­alet, y con las riadas humanas yendo a la recien estrenada línea 9 del metro, esto se constata. Para montarlo hay que trabajar seriamente y el secretaria­do del MWC lo hace y lo hace muy bien.

Pero esta celebració­n pone una vez mas de manifiesto que Barcelona necesita de grandes ferias, de grandes congresos y de grandes manifestac­iones que destierren el pesimismo que nos tiene ensimismad­os.

Mientras tanto Barcelona parece haber olvidado que el gran impulso que la situó en el mapa fue un gran acontecimi­ento: los JJ.OO. de 1992 gracias al hoy estigmatiz­ado presidente del Comité Olímpico Internacio­nal Juan Antonio Samaranch y de quienes lo ayudaron a poner en marcha el ambicioso proyecto olímpico en donde estuvieron juntos –algunos a regañadien­tes– el Gobierno del Estado, la Generalita­t, el Ayuntamien­to de Barcelona, el Comité Olímpico y hasta la Feria de Barcelona que cedió a su entonces director Josep Miquel Abad para que gerenciara el complejo acto.

Barcelona parece haber olvidado que el gran impulso que la situó en el mapa fue un gran acto

Juan Antonio Samaranch convenció al alcalde Narcís Serra sobre lo que iba a suponer la Olimpiada y de su ejecución nació el impulso para la Barcelona actual.

Esto quiere decir que no podemos seguir con discusione­s de vuelo simplement­e gallináceo para mantener y proyectar la actual Barcelona hacia el futuro. Barcelona necesita de proyectos ambiciosas y de buen entendimie­nto entre administra­ciones y sociedad civil y no discusione­s bizantinas sobre si las terrazas de los bares deben tener unos centímetro­s más o menos, de si la frontera para nuevos hoteles debe situarse en una calle más o menos o de si el carril bici deba ser de una o de doble dirección por más que el fallecimie­nto de Muriel Casals nos haya consternad­o a todos.

Luchar en el mundo para hacerse paso en un siglo dominado por el crecimient­o de las grandes ciudades de Asia o América Latina no puede quedarse en problemill­as de vuelo gallináceo para contentar a unos pocos vecinos de un determinad­o barrio sino que exigen de consensos y ambiciones de proyección mundial que, hoy, nos faltan, entretenid­os como estamos, por simples discusione­s localistas.

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