Prioridades
En los momentos que estamos viviendo parece que las prioridades dependen más de las ambiciones políticas de cada partido o gobierno para mantenerse en el poder que de resolver las necesidades urgentes de la población. El orden de prioridades en los programas de gobierno pone de manifiesto las intenciones subyacentes en cada uno de ellos.
La pregunta ¿a quién beneficia? siempre es oportuna, porque cuando se prioriza un proyecto por encima de los demás es que se supone que se obtendrá un beneficio superior a los otros propuestos, pero un beneficio ¿para qué o para quién? Y esa es la pregunta que necesita respuesta. Por ejemplo, cuando dentro del mismo Govern de Catalunya se debate si se hace una consulta sobre el BCN World sólo en Tarragona o en todo el país, se está planteando si esta es una propuesta que vende puestos de trabajo o si la cuestión es de otra índole: ¿queremos un émulo de Las Vegas en Tarragona? Porque, no nos engañemos, donde hay casinos hay juego y donde hay juego, rápidamente crecen zonas turbias.
Por otro lado, el president Puigdemont está demasiado cerca de Artur Mas, es como si Mas hubiese elegido un sucesor a quien tutelar mientras pasa el tiempo que él necesita para recomponerse políticamente. Y por eso estas decisiones suenan a una vieja y conocida melodía.
Y en el dilema del Gobierno de España, lo mismo, es necesario dar prioridad a la derogación de la infame ley laboral, a la creación de puestos de trabajo con salario digno, a la restauración de la libertad de expresión y a las políticas sociales que saquen a tantas personas de la pobreza a la que ese neoliberalismo imperante las ha lanzado. Es necesario un control fiscal eficiente y también un nuevo enfoque en la política europea que todo el sur de Europa se plantea en serio. Y en lo concerniente a las reclamaciones de independencia, es necesario encontrar soluciones con un nuevo encaje territorial, pactando todo lo posible, pero siempre pensando en el bien común.
Creo que no son tiempos de desgloses territoriales, sino el más prudente tiempo de redefinir honestamente las competencias para que respondan a la realidad actual.