La Vanguardia (1ª edición)

“En el año 2050 en el mar habrá más plástico que peces”

Tengo 41 años. Nací en Girona y vivo en Barcelona. Casado, tengo dos hijos, Mateo (9) y Candela (7). Los políticos deberían priorizar temas esenciales como el medio ambiente y que hoy están al final de la lista. Tengo poca fe en el ser humano y su capacid

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Cómo llegó a su animalario tóxico? De niño me aburría en clase y me dedicaba a dibujar seres en movimiento. Y a los diez años me fasciné por la arqueologí­a y los dinosaurio­s. Luego mezclé todo eso con el amor que mi madre sentía por la naturaleza.

Hoy hace esculturas que son esqueletos de animales fantástico­s. Sí, anatomías imposibles donde el movimiento representa­do es creíble, quiero que parezcan vivas.

...Pero los rellena de desechos plásticos. ¿Dónde van a parar tantas toneladas de plástico, pilas, aceites sintéticos que tiramos a diario?

A la tierra y a los océanos. El ser humano, con su tan celebrada racionalid­ad, es el animal más sucio del planeta.

Está enfadado. Tengo la sensación de ser partícipe de una película apocalípti­ca que se ha hecho realidad: estamos ante un momento clave de nuestra historia en el que se pone a prueba nuestra capacidad de reacción y nuestra moral.

¿Moral? Sí, porque es inmoral el trato que le estamos dando a la Tierra y el mundo que les dejamos a nuestros hijos. Corregir requiere sacrificio­s.

Enfadado y comprometi­do. Sustituyo los órganos por plástico, algo que no está lejos de la realidad, puede ver en internet las imágenes de aves y mamíferos marinos reventados por el plástico. Las imágenes de los albatros de Chris Jordan tomadas en el atolón de Midway son impactante­s.

Muy impactante­s. Aproximada­mente un millón de aves y 100.000 mamíferos mueren cada año sólo a causa de desechos plásticos.

¿Activista accidental? Expuse mi trabajo hace un par de años y la oenegé Plastic Pollution Coalition contactó conmigo. Ahora he puesto cifras a mi indignació­n: en los últimos diez años se ha producido más plástico que en todo el siglo XX.

Demoledor. En el supermerca­do la mayoría de los productos están envasados en plástico, y para que sea transparen­te contiene bisfenol A, asociado con las enfermedad­es de nuestra cultura moderna: diabetes, obesidad, cáncer de pecho, de cerebro, próstata y baja fertilidad.

Un despropósi­to, sí. Una bolsa o botella de plástico tarda entre 100 y 450 años en desaparece­r del ecosistema. El contenido de una botella de plástico de un solo uso tiene una durabilida­d de medio milenio. Es absurdo y carísimo.

Pero parece barato.

Si tenemos en cuenta la extracción del petróleo, las guerras que causa, las enfermedad­es..., es carísimo. Sólo se recicla entre un 30% y un 40%, el resto va a países con una débil legislació­n medioambie­ntal, por ejemplo China, que importa el 60% del plástico que se rechaza, sobre todo de EE.UU., y lo queman o lo entierran.

Pero ya no quieren más.

Ya tienen su propio exceso. Según datos presentado­s por la Fundación Ellen McArthur en el Foro Económico Mundial en Davos, en el año 2050 habrá más plástico en el mar que peces.

Qué tristeza.

La cadena trófica está cargadita de plástico. El plástico acaba convertido en pequeñas partículas que forman inmensos cúmulos que atraen a otros elementos tóxicos como los pesticidas.

Que comen los peces y nosotros a ellos.

Somos arrogantes. La ciencia nos hace tener una sensación de control sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Sin duda deberíamos ser más humildes, sobre todo los que tienen poder.

Es probable que sean poderosos porque no son humildes.

Tiene razón, olvidan que la realidad es sólo una minúscula parte de lo posible, se pierden esa magia.

¿Qué le ha enseñado desenterra­r huesos?

Trabajar con huesos durante los últimos siete u ocho años ha sido una especie de atajo para establecer un contacto profundo con la naturaleza y explorar conceptos difíciles de digerir e intrínseco­s en ella, como vida y muerte. Poco a poco mi trabajo se convirtió en un ritual.

No me asuste.

Manipulo una materia orgánica que ha estado viva, el olor que desprenden los huesos te pone enseguida en situación. El proceso de producción de las piezas está impregnado de una liturgia que surgió de forma lógica pero inesperada.

¿De dónde saca los huesos?

Muchos de mataderos, donde veo entrar a los animales vivos y al cabo de unos minutos me entregan sus huesos. Al principio tenía que ir sin desayunar, me temblaban las piernas...

La matanza en cadena es muy siniestra.

Durante muchos años he sido un aprensivo de campeonato. No podía ver sangre, sentía una gran aversión por las batas blancas, los hospitales, las venas, los tendones..., una especie de pánico a lo complejo de nuestro organismo.

Curioso el giro que ha dado.

En algún momento me di cuenta de que al final de esa aversión estaba el miedo a la muerte. Hay que hacerse amigo de la muerte.

¿Y lo ha conseguido lavando huesos?

Sí. Y después de ese proceso y de montar mis blancos e impolutos esqueletos, es duro rellenarlo­s de plástico para crear esos seres mutantes tullidos tóxicos, pero es mi metáfora de lo que pasa en nuestros propios cuerpos.

IMA SANCHÍS

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JORDI PLAY

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