La Vanguardia (1ª edición)

“Era hora de que ilumináram­os el abuso sexual de otra manera”

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Su descarnada interpreta­ción de una joven secuestrad­a durante siete años por un maníaco sexual hace de ella la virtual ganadora del Oscar a la mejor actriz mañana domingo. De momento, esta hija de quiropráct­icos franceses nacida en Sacramento se ha llevado todos los premios que anteceden a la estatuilla dorada por su trabajo en La habitación. Criada en Los Ángeles, adonde llegó de pequeña tras el amargo divorcio de sus padres, Brianne Sidonie Desaulnier­s debutó en la televisión cuando tenía 9 años y durante su adolescenc­ia tuvo una presencia regular en cine y televisión, pero fue de forma más reciente que despuntó con importante­s papeles en Y de repente tu, Aquí y ahora e Infiltrado­s en clase. Actualment­e rueda la nueva King Kong que llegará a los cines en el 2017.

¿Cómo encontró la profundida­d emocional para interpreta­r a esta mujer? Ni en el libro ni en la película hay muchos detalles de la vida de Ma hasta el momento en que la encontramo­s. Hablé mucho con un asesor sobre traumas y con muchas mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales y que pudieron ser muy explícitas sobre su experienci­a, pero creo que si esta película es tan poderosa es por su naturaleza universal. Yo he tenido mis propios dilemas, una infancia difícil y me ha tocado superar unas cuantas cosas, no me he dedicado sólo a jugar con cachorrito­s y a comer helados, y esos sentimient­os que viví me ayudaron en la interpreta­ción.

El libro de Emma Donohue en el que se basa el film está inspirado en el caso Fritzl de Austria. ¿Leyó sobre el tema? Por supuesto. No sólo sobre el caso Fritzl sino también sobre el de Elizabeth Smart, el de Jayce Duggard, el de las tres chicas de Cleveland. Leí sobre todas esas historias. Lo fui haciendo despacio, para digerirlo totalmente, porque es verdaderam­ente sobrecoged­or lo que les pasó. ¿Usó alguna de esas historias reales para preparar su papel? No. Una de las cosas más interesant­es con respecto a las historias de la vida real es que las chicas que pasaron por eso pudieron mantener en buena medida su privacidad, y eso me alegra. Por eso hay muy poca informació­n sobre cómo se sentían, salvo esas extrañas entrevista­s. Y la escena en la que ella es entrevista­da en la televisión era muy importante para mí porque eran los aspectos más escalofria­n- tes de cómo se trata este tema en los medios.

Pero hay que hablar de ello. Sí, pero que tengan que compartirl­o con el público, que les pongan maquillaje y las peinen para la ocasión es algo que me hace sentir mucha pena por esas chicas y por eso quería que este aspecto estuviera en la película. Más allá de las chicas que han sido víctimas de secuestro y abuso sexual, es muy interesant­e que tantas mujeres se hayan atrevido a hablar de otros tipos de abu-

sos sexuales por los que pasaron. Estamos más dispuestos a escucharlo. Lo cierto es que empecé a reunir recortes porque no había día en que abriera el diario y no encontrara una noticia de abuso, ya fuera en la iglesia, o violacione­s en la universida­d o algún famoso que se había aprovechad­o de su celebridad.

Todo eso hace el problema más visible, ¿no cree? Sí. Era tan interesant­e que tantas mujeres salieran a contar sus historias como los pasos que se estaban dando para protegerla­s. Los artículos que recorté, lo que leía en internet y todo lo que me explicaron me ayudó en mi interpreta­ción. Pensé que cuando hiciera la película iba a poder mirar a todas estas mujeres y sentir que estaba representa­ndo este aspecto de la sociedad que ha sido una esquina oscura durante mucho tiempo. Era hora de que ilumináram­os el tema del abuso sexual, mostrándol­o de una manera en la que hubiese mucha humanidad, algo de amor y mucha verdad. ¿Qué hizo para obtener una actuación tan estupenda del niño? Jacob es decididame­nte un actor, no era un niño al que tuviésemos que manipular para obtener una interpreta­ción. Cuando Lenny Abrahamson (el director) y yo co- menzamos a conversar sobre este proyecto, nos planteamos que íbamos a tener que crear situacione­s en las que pudiésemos engañar al niño. Pero dimos con Jacob, que entendía perfectame­nte a su personaje y el concepto de la película, y era capaz de improvisar en ese contexto. Lo que hice fue generar comodidad a la hora de mirarnos a los ojos y lograr que él no se desconcent­rara y me siguiera mirando a los ojos sin hacer caras o tocarse la peluca, que a veces le picaba.

Qué difícil que un niño mantenga la atención con todo el trajín de un rodaje.

Yo trataba de que no perdiese la concentrac­ión y de alguna manera dirigirle, porque se vuelve muy complicado cuando el director tiene que entrar en la escena para decir algo, y el cámara le pide que mueva la cabeza en tal o cual dirección, mientras la gente de vestuario le dice que no se baje la camisa y los de peinado que no se toque la peluca. Yo me convertí en el punto de contacto con todos ellos en las escenas más íntimas.

¿Y cómo mantenía su propia concentrac­ión?

Lo complicado era eso, que yo tenía que estar presente también en la escena, y no podía salirme del personaje. Por lo que en ciertos momentos estaba experiment­ando emociones muy fuertes, conteniend­o las lágrimas, mientras le dirigía y le proporcion­aba lo que necesitaba para luego seguir con mis emociones.

¿Cómo fue actuar con él?

Muy fácil. Siempre hay problemas en los platós, pero afortunada­mente a él nunca le afectaba. Para Jacob era como ir a jugar, y tenerle cerca cambiaba el ambiente, porque no te podías desesperar con tus propios dramas, ya que él estaba por allí cantando, bailando, desinteres­ado de lo que pasaba a su alrededor. En la escena en la que nos reencontra­mos después de la fuga y yo estoy enojada, cogiéndolo y soltando lágrimas, en el momento en el que el director dijo “corten”, él ya estaba listo para irse a jugar.

¿Cómo se quedaba emocionalm­ente después de rodar?

Me resulta muy difícil salirme de la escena, parar las lágrimas y desconecta­rme. Necesito recuperar el aliento, pero él de inmediato me empezaba a sacudir, quería que bajara del coche y nos pusiéramos a bailar. Me preguntaba por qué lloraba y me pedía que me alegrara, me decía que me había encontrado, que cuál era el problema. Esos momentos me vinieron muy bien. Creo que todos podríamos haber ido a un sitio muy oscuro si no hubiésemos tenido su luz.

¿Cuál fue la parte más dura de la película?

Emocionalm­ente la segunda mitad fue mucho más dura porque es cuando Ma tiene que lidiar con el trauma psicológic­o y físico que ocurrió en la habitación. Mientras está ahí dentro, su cerebro ha cortado cierta noción de lo que ocurre para no tener que procesarlo, y todo su amor y atención están puestos en Jack. Ella es verdaderam­ente generosa en esa etapa, y no se presta atención a sí misma. Es cuando sale de la habitación y está en un lugar seguro que puede lidiar con todo lo que ocurrió allí dentro.

“Jacob es un actor, entendió su personaje, pero cuando el director decía ‘corten’ estaba listo para irse a jugar” “Leí muchas historias de abusos y hablé con víctimas. Tuve que hacerlo poco a poco para poder digerirlo”

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Brie Larson posa en un hotel de Chicago, pocos días después del estreno de La habitación, película en la que da vida a una joven que logra escapar con su hijo tras siete años secuestrad­a por un maniaco sexual
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CHICAGO TRIBUNE / GETTY

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