La Vanguardia (1ª edición)

La familia numerosa del año

LOS BARCELONES­ES ROSA PICH Y CHEMA POSTIGO HAN TENIDO 18 HIJOS. SON LA FAMILIA EUROPEA NUMEROSA DEL 2015. “HEMOS PRINGADO MUCHO, PERO LA SATISFACCI­ÓN ES ENORME”, ASEGURAN

- KIKE CALVO

En un año “nos conocimos, rompimos y nos casamos”, desvela Rosa Pich. Nueve meses después nació Carmineta, la primera de sus 18 hijos, de los que viven 15. Rafa, de 6 años, es el benjamín y estudia primer curso de Primaria. El mayor, Perico, de 22 años, está a punto de graduarse en Filosofía y Económicas. Parecían predestina­dos. “Yo tengo 16 hermanos y mi esposo, Chema, 14”. Los Postigo Pich son los que más hijos tienen en edad escolar de toda España. Hace unos meses recibieron el premio a la Familia Europea Numerosa del Año. “Tenemos un tesoro que queremos compartir con la sociedad”, asegura esta madre orgullosa.

Rosa alumbró dieciocho criaturas entre los 23 y los 44 años. En este tiempo, estuvo 13 años y medio en estado. Por seguir con los datos, fueron 17 alumbramie­ntos, uno de ellos de mellizos. Una prole tan numerosa le ha supuesto mucho trabajo, pero ella ve el lado positivo y cuando se le pregunta a qué ha renunciado, responde: “Sólo a oportunida­des laborales. Hemos pringado mucho, pero las satisfacci­ones son enormes”. Ahora tiene reducción de jornada y una persona les ayuda siete horas al día.

Su casa, en Barcelona, es como el camarote de los Hermanos Marx, describe. Aunque “luego lo recogen”, hay juguetes o zapatillas por medio y de vez en cuando, bronca o llantos. “Cuando hay que estudiar, silencio”. Tienen dos habitacion­es con literas de cuatro pisos. En cada cuarto hay un jefe que vela por el orden y los buenos modales. “Cuando vienen colegas de los críos dicen que es muy divertido”, señala. Rosa y Chema tienen un master en organizaci­ón de vida doméstica. En el comedor hay un gran cuadro con las tareas de cada uno: encender y apagar la luz, abrir la puerta, poner el lavavajill­as o recoger la mesa. Y una lista de mejoras individual­es: llorar sólo una vez al día; no chinchar, sonreír más, no mandar tanto a papá... “Esa va por mí”, bromea Rosa.

Pero han vivido tiempos muy duros. Su primogénit­a nació con una cardiopatí­a severa. Les dieron pocas esperanzas. Vivió hasta los 22 años. Enterraron en cuatro meses a dos de sus hijos con año y medio y 10 días respectiva­mente. “Fue horroroso. La fe nos ayudó a salir adelante”, asegura Rosa. Los médicos les recomendar­on no tener más hijos, pero desatendie­ron el consejo. “Nadie sabe cuánta vida nos espera, en la tierra o en el cielo”, justifica. Y añade rotunda: “No dejamos que nadie se meta en nuestra cama. Somos padres responsabl­es”. Ya con 50, se acabó la fertilidad.

La cena es el mejor momento. Se reúnen en torno a una mesa redonda, que les hicieron a medida. “Funcionamo­s como un equipo. Vemos quién está triste o necesita algo”. En la familia, como en cualquier grupo amplio, hay “puñeteros, listos, perezosos..., pero todos son muy solidarios. Siempre tienen cinco minutos para ayudar a alguien o ver a un compañero enfermo”. Son chicos y chicas fuertes. Eso sí, si hay pasa de gripe o de gastroente­ritis “tiritamos”. Hacen mucho deporte. Y, claro, el fin de semana toca partidos. Hasta cuatro seguidos han visto de baloncesto y fútbol, más las carreras de los cinco que hacen atletismo.

¿Y la comida? “Somos muy tragones”. Compran por internet. Al mes su cesta incluye 25 kilos de patatas, 7 docenas de huevos, 200 litros de leche, 1.300 galletas, 100 rollos de papel higiénico... y, al día, 12 barras de pan. “Siempre productos básicos. Huevos fritos, en las fiestas”. Miran los descuentos, el 2x1 “es vital” y aseguran que el presupuest­o no se dispara gracias a ello, unos mil y pico euros al mes. Saben que heredan la ropa y los libros de los mayores y de los amigos.

Rosa va la peluquería una vez al año. “No tengo tiempo para cremi- tas”. Lo que no perdona es su partida de pádel semanal. “Chillo como una loca y me desahogo. En casa ya hay muchos gritos y no puede ser que sea yo la que más lo haga”.

Dice que hay que ser un poco egoísta. “Los hijos volarán y nos quedaremos solos”. Miman la pareja porque “es la base. A veces, vamos al cine o damos un paseo de 20 minutos, sin móvil. Y un fin de semana al año, los dos solos. En el último nos enfadamos. El colmo”, recuerda Rosa con una sonrisa.

Tienen una furgoneta en la que caben 11. Se plantearon sacarse el carnet y tener un autocar, pero “es muy caro”. Los trayectos largos los hacen en tren “con un 50% de rebaja”. Por suerte, al cole van andando.

Rosa ha encontrado tiempo para escribir su experienci­a en el libro

La compra mensual incluye siempre 25 kg de patatas, 200 litros de leche, 100 rollos de papel higiénico...

Cómo ser feliz con 1, 2, 3... hijos. Se ha traducido ya a ocho idiomas, entre ellos, el chino y el ruso. “El ser humano es igual en todas partes. El nuestro es un ejemplo de lucha ante la adversidad. Un testimonio de que no hay que desesperar­se. Los problemas son oportunida­des para crecer y aprender. Somos muy alegres y nos reímos mucho”.

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Rosa Pich y Chema Postigo posan orgullosos con su prole, en esta foto familiar

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