Un gigante menguante
El premier Li Keqiang presenta la hoja de ruta ante la Asamblea Nacional
China busca la manera de despejar la incertidumbre que sobre su economía provocan indicadores tan alarmantes como la atonía de la demanda, los intercambios comerciales a la baja o el repliegue de la actividad manufacturera.
China desveló ayer su hoja de ruta para los próximos cinco años, que estará marcada por el objetivo de registrar un crecimiento económico anual de entre el 6,5 y el 7% durante los próximos cinco ejercicios.
Un anuncio que era esperado por la comunidad financiera internacional, en busca de una señal de confianza por parte de las autoridades de Pekín en su com- promiso por pilotar la transformación de la segunda economía mundial. Una incertidumbre provocada por unos indicadores alarmantes: demanda átona, intercambios comerciales a la baja, repliegue de la actividad manufacturera, el inmobiliario paralizado, exceso de capacidad industrial, fugas de capitales y una enorme volatilidad bursátil.
Con la responsabilidad de responder a estas expectativas, el primer ministro chino, Li Keqiang, reveló ayer los grandes objetivos para los próximos cinco años en la apertura del plenario anual de la Asamblea Nacional, el órgano legislativo chino.
Un plan quinquenal cuyos objetivos finales son los de conseguir doblar en el 2020 el PIB y la renta per cápita que China tenía en el 2010 y erradicar la pobreza. Metas detrás de las cuales se esconde el objetivo político de poder celebrar el centenario de la fundación del Partido Comunista con una China modernizada y transformada en gran potencia, así como con una sociedad “modestamente acomodada”, según señalan los líderes chinos.
Objetivos para los cuáles Li Keqiang no vaciló en afirmar, ante los casi 3.000 representantes llegados desde todos los puntos del país, que “el desarrollo económico es de primordial importancia para China y es la clave para solucionar todos los problemas que afrontamos”.
Para acometer y superar estos retos, el primer ministro señaló que la economía del gigante económico deberá crecer una media anual de entre el 6,5 y el 7% durante los próximos años. Una cifra inferior al 6,9% del 2015 y que contrasta con los resultados de las últimas dos décadas, en los que el PIB de China crecía cada año por encima de 10%. Ritmo que Pekín considera que es imposible de seguir, debido a que a medida que el país se desarrolla es más complicado mantener altas cifras de crecimiento.
El informe presentado ante la Asamblea intenta, sin embargo, tranquilizar a los más pesimistas. “Cada aumento de un punto porcentual del PIB de hoy equivale a 1,5 de hace cinco años o 2,5 de hace diez años”, subraya el documento, que contiene el trabajo realizado por el gobierno chino
IMPULSO FISCAL MODESTO Pekín eleva el techo del déficit del 2,3% al 3% del PIB para animar la actividad económica
OBRAS DE INFRAESTRUCTURA Se invertirán cientos de miles de millones de euros en autopistas y líneas de alta velocidad
en el 2015. y marca la ruta para los próximos cinco años. Un camino lleno de obstáculos.
Consciente de que el mundo entero estaba pendiente de su discurso, Li lanzó una batería de objetivos destinados a dinamizar la economía. Tras apuntar una tasa de inflación del 3% para este año, la creación de 10 millones de empleos y una cifra de paro urbano por debajo del 4,5%, dijo que el presupuesto para este ejercicio contempla un aumento del gasto público de un 7%.
Confirmó que se mantendrá la actual política monetaria, flexible y acomodaticia, y que se elevará el techo del déficit fiscal hasta el 3% del PIB, frente al 2,3% en
SOBRE CAPACIDAD “El exceso de capacidad es un problema serio y debe resolverse”, dijo Li
el 2015, aunque el ejercicio se cerró con un 3,48%, debido a la menor subida de ingresos fiscales registrada desde 1988.
El primer ministro aseguró que proseguirá la reforma del sistema impositivo. Se establecerá el IVA en todos los sectores, seguirán las emisiones de bonos de deuda local y habrá nuevas rebajas de impuestos y tasas para propiciar la actividad empresarial. “Pasos que son necesarios, factibles y seguros, debido a que los ratios del déficit fiscal y de la deuda pública respecto al PIB son menores que en otros países”, justificó Li.
Y anunció que el gasto militar crecería un 7,6%, respecto al año anterior. Es la primera ocasión en seis años que este incremento se limita a un solo dígito.
El premier evitó, por otra parte, hacer mención alguna a cualquier plan de estímulo masivo como el que Pekín impulsó en los años 2008-2009 para paliar los efectos de la crisis financiera internacional. No obstante, dijo que en los próximos cinco años Pekín impulsará grandes obras de infraestructura. Dedicará 800.000 millones de yuanes (111.900 millones de euros) a construir nuevas líneas de trenes de alta velocidad y 1,65 billones de yuanes (230.000 millones de euros) en autopistas, así como grandes obras hidráulicas.
Pero además de subrayar las medidas y los proyectos para dinamizar la economía de la segunda potencia mundial, Li no vaciló en afrontar la parte más dura de la transformación del modelo productivo chino. “Constatamos que este año las dificultades serán más numerosas y los desafíos más terribles, así que debemos prepararnos para librar un duro combate”, subrayó el primer ministro chino, que esbozó un panorama sombrío, con dolorosos ajustes.
“Las incoherencias y los riesgos acumulados durante largo tiempo son más evidentes (...) las convulsiones de la reestructuración económica y la substitución de viejos motores de desarrollo por otros nuevos se solapan”, lamentó Li. Una afirmación que apunta a que la apuesta por un modelo económico basado en los servicios y el consumo, en lugar de las exportaciones y la inversión pública, se traducirá en unos duros planes de ajuste con millones de despidos.
“El exceso de capacidad es un problema serio en algunos sectores y debe resolverse”, recalcó. A modo de anticipo de lo que se avecina, Li señaló que las empresas zombies de los sectores minero y siderúrgico, que sobreviven gracias a los créditos y los subsidios públicos, serán fusionadas, reestructuradas o liquidadas. Un proceso que se estima que podría suponer la supresión de hasta 5 o 6 millones de empleos durante los próximos dos o tres años. Sin duda, el plan de ajuste más audaz elaborado por Pekín en los últimos veinte años.
Para evitar el malestar social y los posibles disturbios por esta reconversión industrial, el XIII Plan Quinquenal 2016-2020 contempla la creación de un fondo de 100.000 millones de yuanes (14.000 millones de euros) en subsidios y compensaciones para los trabajadores que pierdan su empleo en este proceso.
El plan quinquenal prevé asimismo que la población china alcance los 1.420 millones de habitantes en el 2020 (ahora ronda los 1.375 millones), que un 60% viva en áreas urbanas y que se haya erradicado la pobreza.