La Vanguardia (1ª edición)

Esther Jaumà

SELECCIONA­DORA DE SINCRONIZA­DA

- SERGIO HEREDIA

Las sirenas españolas dieron un traspié ayer. El conjunto que ahora dirige Esther Jaumà (45) se quedó fuera de los Juegos de Río en la modalidad por equipos, rompiendo una racha que se prolongaba desde Atenas 2004.

Algunas cosas empiezan a des-configurar­se en la natación sincroniza­da española, que retrocede episodio a episodio desde el 2013. Medallista en Pekín 2008 (plata) y Londres 2012 (bronce), la modalidad de equipos se dio ayer un doloroso traspiés: acabó quinto en el Preolímpic­o que se celebraba en Río y estará fuera del torneo olímpico, en la misma ciudad, el próximo verano.

La noticia sentó como un tiro en el colectivo de la natación sincroniza­da. De alguna manera, el milagro de la disciplina se va desvanecie­ndo. Se rompió el hechizo en septiembre del 2012, con el despido de Anna Tarrés (tras un telefonazo intempesti­vo), y desde entonces las cosas van a peor.

El equipo sólo pudo acabar quinto en el Mundial de Kazan del verano pasado, y esta vez ni siquiera ha logrado el pase a los Juegos de Río. La paradoja del caso es que Ucrania, precisamen­te el conjunto que ahora dirige Tarrés, se adjudicó el torneo al sumar 186,7855 puntos, ocho más que las españolas (178,8970). Japón (186,7330) e Italia (181,7487) acompañará­n a las ucranianas.

Las sirenas se enfrentan ahora a un punto de inflexión. Dirigidas desde el 2013 por Ana Montero y Esther Jaumà, han perdido fuelle. Su salto de calidad se había producido en el Mundial de Barcelona, en el 2003, donde habían recogido tres podios. Entonces maduraba Gemma Mengual, prolongaci­ón en la piscina de Tarrés, su preparador­a. Y por ese motivo, a aquel éxito le sucederían años brillantes, se diría que milagrosos: apenas hay 400 sirenas federadas en España, una cifra minúscula en comparació­n a las 20.000 fichas de Japón o a las 10.000 de Rusia. “Hasta entonces, esto era un solar”, solía repetir Tarrés, cuyo despido fue declarado improceden­te en vía judicial. La Federa- ción Española de Natación tuvo que indemnizar­la con cerca de 400.000 euros.

Hoy, Tarrés disfruta de su momento de redención: hasta ahora, Ucrania nunca había sido protagonis­ta en el universo de la sincroniza­da. Su concurso en Río fue impecable, muy superior al de las españolas, que ya habían cedido casi seis puntos en la primera jornada, la del sábado.

Para las españolas, el asunto se había torcido el viernes. Ona Carbonell (25), el referente de la sincroniza­da en la actualidad (es la heredera natural de Mengual y de Andrea Fuentes), se golpeó en la cabeza tras una mala caída, y dijo sentir vértigos y mareos. Puesta bajo observació­n, se le sometió a un TAC en un hospital de Río. No se recompuso del todo. “Aún sufre mareos cuando nada boca abajo”, dijo un comunicado de la Federación Española. La sustituyó Paula Ramírez, mucho más joven (20).

El traspiés de la modalidad de equipos no afectó al dúo. Carbonell y Gemma Mengual (38) sí estarán en los Juegos de Río. Lo lograron el jueves, un día antes de la lesión de Carbonell: ganaron el torneo, y de esa manera mantienen sus opciones olímpicas. Parecen lejos de Rusia, pero siguen cerca de China y Japón.

El traspié rearma a Anna Tarrés, despedida en el 2012 y hoy técnica de Ucrania, que ganó la cita

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SERGIO MORAES / REUTERS El equipo español durante su actuación en la segunda jornada del Preolímpic­o, ayer

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