Diplomacia otomana
La crisis ruso-turca es la oportunidad para exportar gas israelí a Ankara
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro israelí, Biniamin Netanyahu, han emprendido un acercamiento esperanzador para la región.
Fue un gesto inédito en siete años. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, recibió en su casa hace dos semanas a 36 líderes judíos norteamericanos, entre ellos a su líder, Malcolm Hoenlein, personalidad muy próxima al primer ministro israelí, Biniamin Netanyahu, al que visitó poco antes en Jerusalén.
Junto a los dirigentes judíos estadounidenses se encontraban también cuatro directivos de la comunidad hebrea turca. Estos, que mantienen contacto frecuente con Erdogan, afirman que el presidente turco no hizo referencia a los enfrentamientos del pasado sino que destacó la importancia de reanudar las relaciones estratégicas con Israel. El líder turco reconoció que se ha estado gestando en los últimos meses un acuerdo entre Turquía e Israel para permitir el envío de embajadores a Tel Aviv y Ankara. El acercamiento supondría la superación definitiva de la fractura entre los dos países a raíz la crisis del buque Mavi Marmara, en que la Marina israelí asaltó una flotilla humanitaria con destino a Gaza en mayo del 2010 y mató a nueve activistas de la organización islamista turca IHH.
En medios israelíes, la opinión reinante es que se debe ante todo al aislamiento creciente de Ankara en el panorama internacional. Ante las limitaciones anunciadas por Rusia a la venta de gas a Turquía, Ankara cuenta con grandes cantidades de gas israelí, descubiertas en las plataformas de Tamar y Leviatan.
Erdogan dijo a los representantes judíos norteamericanos que en las negociaciones Israel presentó sus disculpas a Turquía por la muerte de los activistas del Mavi Marmara, tal como Ankara exigía. Además, se acordó la indemnización a las familias de las víctimas, y el gran tema que queda pendiente es el bloqueo de Gaza. El líder turco declaró que es necesario permitir que los 1,8 millones de gaza- tíes obtengan autonomía energética y sistemas de desalinización de agua (en todo dependen de Israel). Además, pidió mejorar las condiciones de vida con la construcción de hospitales, escuelas y carreteras.
Mientras en Turquía repiten que el acuerdo está prácticamente cerrado, en Israel guardan silencio. La única discusión que se filtra a los medios es sobre la posible construcción de un puerto en Gaza a cambio de un compromiso de
Hamás de mantener una tregua a largo plazo. El ejército apoyaría esta fórmula con ciertas exigencias de seguridad, pero el ministro de Defensa, Moshe Ya’alon y, aparentemente, el propio Netanyahu, se oponen a ello.
Por ahora se barajan cuatro propuestas: la creación de un puerto en la zona egipcia de El Arish que sirva a Gaza; la construcción de una isla artificial frente a las costas de la franja; la utilización de un puerto en Chipre o del puerto israelí de Ashdod, en el que serían registrados barcos con rumbo a Gaza, o la fórmula exigida por Hamás, que amenaza por medio de su dirigente Mushir al Masri: “Sin un puerto en Gaza, habrá una explosión”. Según Al Masri, su propuesta interesa también a Israel, cuyo Gobierno “tiene interés en mante- ner a Hamás en Gaza y la división de las dos Palestinas” (la de la franja gobernada por los islamistas y la de Cisjordaniam presidida por Mahmud Abas).
Netanyahu, que mantiene una relación muy próxima con el rais egipcio Al Sisi, deberá actuar con extremo cuidado ante los interrogantes que presenta El Cairo. Erdogan no perdona a Al Sisi la cruenta persecución contra los Hermanos Musulmanes y los cientos de condenas a muerte. Al mismo tiempo, la inteligencia egipcia no pierde detalle del abrazo turco a varios altos cargos de Hamás en Ankara y Estambul.
Arabia Saudí, nuevo aliado discreto de Israel en materia de seguridad, intenta lograr una reconciliación entre Erdogan y Al Sisi. Israel deberá posicionarse en las próximas semanas.
Erdogan aspira a ser el mediador que ‘rompa’ el bloqueo de Gaza facilitando un puerto a la franja palestina