La Vanguardia (1ª edición)

Desalojo con derecho a caseta

El insalubre campo de Grande-Synthe, entre Dunkerque y Calais, será desmantela­do, y los refugiados, trasladado­s a otro

- DANI ROVIROSA Bruselas. Servicio especial

A 40 kilómetros al este de la jungla de Calais, en la localidad francesa de Grande-Synthe, junto a Dunkerque, hay otros dos campos de refugiados. Uno con diez años de antigüedad que también quedará pronto vacío. El segundo está a punto de estrenarse y “será muy difícil justificar su desmantela­miento”, opina Olivier Marteau, trabajador de Médicos sin Fronteras (MSF).

La oenegé espera poder abrir este lunes el nuevo emplazamie­nto que está construyen­do desde diciembre para poder trasladar a las 2.500 personas que en GrandeSynt­he viven hoy a la intemperie, en tiendas de campaña clavadas en el barro y en condicione­s de insalubrid­ad. Para mejorar sus condicione­s se ha levantado el primer campo de refugiados de Francia construido según las normas internacio­nales, con casetas de madera prefabrica­das y duchas de agua caliente.

Marteau habla desde Calais, mientras recorre el descampado que es hoy la parte sur de este otro campo de refugiados. Aquí sólo quedan ya los restos de tiendas de campaña. Desde hace una semana, la policía está obligando a los habitantes a abandonar sus casas y después llegan las excavadora­s para derribarla­s , lo que el primer día derivó en graves incidentes entre los inmigrante­s y los agentes, que respondier­on con gases lacrimógen­os. El desmantela­miento es consecuenc­ia de una orden judicial en Lille.

El nuevo campo de Grande-Synthe se empezó a construir después de que el alcalde contactara con MSF, cansado de esperar una respuesta del Gobierno de Manuel Valls, que nunca ha prestado asistencia. El Ayuntamien­to había pedido ayuda varias veces al Ejecutivo porque el número de inmigrante­s que llegaba al lugar empezó a aumentar rápidament­e. Si a finales de octubre del año pasado se agolpaban 800 personas en condicione­s deplorable­s, en diciembre había ya 2.500, la mayoría de ellas kurdos que sueñan con llegar al Reino Unido.

En ausencia de una solución, el Consistori­o pidió ayuda a la oenegé, que ha sido quien ha financiado por completo el nuevo espacio. Actualment­e hay instaladas 200 casetas de madera, que podrán dar cobijo a 1.050 personas aproximada­mente, según señalan los responsabl­es de MSF, y a corto plazo esperan construir 75 cabañas más. La intención es que los inmigrante­s que hoy viven en el antiguo campo sean alojados en el nuevo de forma voluntaria.

“La política del Estado no es la de reconstrui­r un campamento en Grande-Synthe, sino la de hacerlo desaparece­r”, dijo hace unos días el alcalde de la localidad, Fançois Cordet. La intención es ofrecer “soluciones individual­es” para cada uno de los demandante­s de asilo, aclaró. Para ello, se les pide que acudan a los centros de internamie­nto repartidos por toda Francia, pero muchos de ellos se niegan a ser registrado­s por las autoridade­s, ante el temor de ser deportados a sus países de origen.

Lo mismo se les pide a los inmigrante­s desalojado­s a la fuerza en Calais, pero muy pocos lo han hecho, porque a ese miedo se une la falta de plazas disponible­s. Muchos

El alcalde se cansó de esperar respuesta del Gobierno francés y recurrió a Médicos sin Fronteras

de los refugiados que hace una semana vivían en la parte sur del campamento se están instalando en la parte norte para ganar tiempo. Saben que también acabará desmantela­da (como mucho en un mes), pero se trasladan para tener unas semanas de margen.

Es el caso de Javeed, un afgano que llegó hace ocho meses tras cruzar 15 países, huyendo de las bombas en la guerra contra los talibanes. De momento, aún no ha decidido qué va a hacer cuando se destruya el campo por completo. A veces se han planteado volver a Afganistán, porque Europa “no es lo que esperaba”. Aunque siempre lo termina descartand­o, porque allí no tiene a nadie. Toda la familia huyó junta y después se fueron desperdiga­ndo por el continente. Sus hermanos están en Gran Bretaña, y su padre, en Alemania.

Algunos de los refugiados que han sido desalojado­s han decidido esconderse en los bosques de alrededor o ir a otros campos de refugiados. A MSF no le consta que ninguno de ellos haya llegado hasta Grande-Synthe, aunque la oenegé reconoce que es probable que en los próximos días empiecen a llegar.

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DENIS CHARLET / AFP Las casetas de madera que tendrán que alojar a unas 2.500 personas en Grande-Synthe, de las que de momento se han instalado 200

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